Vivir con alegría
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Si algo caracterizó a Pablo Gastélum Castro fue vivir con alegría y disfrutar de la familia, trabajo, viajes y amigos. Por eso, podría entonar con justicia y satisfacción la canción Gracias a la vida.
Estaba preparado para dar este trascendental paso. Tuvo tiempo de tomar providencias y, como le complacía escribir y publicar libros, también se preocupó por encargar la edición de sus últimos artículos.
San Agustín pronunció una frase que se adapta a la manera con que Pablo gozó la vida: “La felicidad consiste en tomar con alegría lo que la vida nos da y en soltar con la misma alegría lo que la vida nos quita”.
La música fue otra de sus grandes pasiones y por eso apoyó los conciertos. El filósofo y musicólogo francés, Vladimir Jankélévitch, señaló: “El mejor modo de no morirse es no vivir”. Estamos plenamente seguros que Pablo vivió a plenitud y falleció sonriendo.
Quiero citar unas palabras con que prologué su libro Anécdotas, vicisitudes y mitos del Imperio: “Pablo es como un niño inquieto, no puede estar ocioso. Le gusta leer y viajar, además de subyugarle la pasión por escribir.
Quienes somos amigos de Pablo sabemos de sus inquietudes, conocemos sus vivencias, virtudes y ocurrencias. No tiene pretensiones de historiador, no escribe porque se sienta Herodoto ni erudito. Simplemente desea compartir lo que le aficiona, asombra y motiva.
No busca la complacencia ni la concordancia; espolea, incluso, la discordancia y la divergencia. No escribe con el lenguaje sacral del aula, sino con el habla coloquial que posibilita el diálogo, comprensión y comunicación.
En escasas páginas, Pablo expresa su diagnosis y nos recuerda el carácter ejemplar de los acontecimientos. No todo hecho se convierte en acontecimiento, pero éste último convoca inevitablemente a su rescate y rememoración”.
¿Vivo con alegría?