Violencia, el largo suplicio de Navolato. ¿Agresión contra gobierno o personas?

Alejandro Sicairos
12 noviembre 2020

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alexsicairos@hotmail.com

 

Desde aquel terrible atentado de noviembre de 2008 contra el entonces Alcalde Fernando García Hernández, donde éste salió ileso aunque perdieron la vida dos regidores y César Villaescusa, ex candidato priista a Presidente Municipal, la política en Navolato no ha soltado la mano de la tragedia y al ser cuna del cártel del narcotráfico liderado por los Carrillo Fuentes tampoco deja de estar durante años en el foco de la nota roja.

El presente le remarca a la tierra cañera la desdicha que ha arrastrado por décadas ya que el asesinato del regidor José Carlos Trujillo García, ocurrido el martes ceca de la sede edilicia, colinda con el luto que derivó del fallecimiento a causa del coronavirus de integrantes del primer círculo de colaboradores del actual Alcalde Eliazar Gutiérrez.

Con todo y las aparentes treguas que coyunturalmente les hacen creer a los navolatenses que viven un proceso de construcción de paz, la violencia sigue agazapada en la franja del miedo que va desde Culiacán hacia la costa y que representa la ruta natural para los cargamentos de droga de las diferentes células del narco. Son esa posición geográfica estratégica y el sello criminal indeleble los que impiden declarar como zona segura al municipio más joven de Sinaloa, menos ahora que los facinerosos vuelven a pegar en el corazón del gobierno.

Tratándose de personajes vinculados a la función pública, las carpetas de investigación deberían integrarse completas sin dejarse a medias junto a las interrogantes que formulan ciudadanos a los que representaban las víctimas. El velo de misterio que le sigue a hechos violentos de este tipo impide resolver la incógnita fundamental de si las balas van dirigidas a las instituciones o a los individuos como gente común.

Es que todo vuelve a lo mismo: la impunidad. Nunca se supo quién atacó hace 12 años a Fernando García, quien hoy se desempeña como Diputado federal de Morena y quedó flotando en el ambiente la duda de si se trató de móvil político o mediaron otras motivaciones en la agresión. En hechos violentos posteriores contra servidores públicos de Navolato la ausencia de ley mantuvo el rastro intrínseco de deja toda barbarie.

Unas semanas antes, en octubre de 2008, también fue ultimado con armas de fuego Fabián Rodríguez Palma, al desempeñar el puesto de Oficial Mayor del Ayuntamiento de Navolato. La crónica de este suceso es casi idéntica a las demás que registran la secuencia necrológica: desconocidos disparan ráfagas contra los funcionarios y jamás alguna autoridad da con los autores materiales o intelectuales.

Y en noviembre de 2010 en la misma cabecera municipal un grupo de civiles armados le quitó a la vida a Cirilo Martínez García, que en las tres administraciones municipales anteriores a su muerte se desempeñó como Director de Protección Civil de Navolato. Eran los tiempos más álgidos de la guerra que cárteles antagónicos libraron contra los Carrillo Fuentes.

Cada Presidente Municipal o Gobernador que han existido desde la década de los 80 ha repetido el discurso de la recuperación de Navolato para la población pacífica. La entelequia ha ido cayendo sea cual sea el político o el partido que gobierne y desde que murió Amado Carrillo en 1997 o fue abatido su hermano Rodolfo en la plaza Cinépolis de Culiacán en 2004, el municipio que huele a caña ha soñado con vivir conforme el término significa. Así a secas: vivir.

Pero el luto y el llanto han sido el infortunio intermitente de Navolato. La crisis sanitaria por la enfermedad Covid-19 le arrancó importantes colaboradores al gobierno de Eliazar Gutiérrez. En este otro pase de lista destacan Andrés Salvador Padilla Guerra, Secretario del Ayuntamiento; Juan Ernesto Castaños, coordinador de Eventos Especiales; Narciso Guzmán, coordinador de Inversiones y Aurelio López, jefe del Archivo Municipal.

El crimen que significa el asesinato del regidor y ex síndico de Juan Aldama coloca nuevas señales de alerta en la zona donde nunca se ha ido, y si acaso baja de intensidad de vez en cuando, la amenaza de la delincuencia organizada. Imposible reducir el hecho a un cenotafio más cerca de Palacio Municipal, o contiguo al templo de San Francisco de Asís, porque es mucho más que eso. Sería mejor entenderlo y atenderlo como el arma del poder fáctico que sigue apuntando a la sien del poder constitucionalmente instalado.

La tragedia navolatense refrenda a la vez el eterno drama de Sinaloa. El fantasma del hampa es la sombra perpetua que baña el mapa desde La Concha hasta El Carrizo, sin importar cuánta fuerza pública haya, qué estrategia gubernamental se plantee, ni el número de familias en situación de duelo. Ese grito que siempre ha venido desde Navolato ¿podría motivarnos a todos para ir decididos a recuperar la paz con legalidad y durabilidad?


Reverso

Allí nos pega a cada rato,

El golpe de la delincuencia,

Que reprocha la inconsciencia,

De no rescatar a Navolato.


Coraje e impotencia

El Partido del Trabajo subió de tono la exigencia de seguridad pública después del asesinato de su regidor en Navolato. El dirigente Leobardo Alcántara demandó esclarecer el caso y fue más allá al solicitarle al Gobernador Quirino Ordaz “que, se encargue y se ocupe en crear ambientes seguros para todas las familias”. Por su parte, el Alcalde Eliazar Gutiérrez manifestó consternado que sociedad y autoridades no se pueden quedar de brazos cruzados frente a este crimen. La voz la tiene el Fiscal Juan José Ríos Estavillo.