Venga pues...
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Mientras hago el intento de tejer esta colaboración, me entero de la muerte de Edson Arantes do Nascimento, el genial futbolista brasileño, justificadamente motejado como El Rey Pelé, ejemplo de modestia en su grandeza, muy, pero muy alejada, de la vulgar soberbia exhibida por algunos futbolistas de la selección argentina, reciente ganadora de la Copa del Mundo de Futbol, Qatar 2022, especialmente, del insolente “Dibu” Martínez. Descanse en paz El rey Pelé y que su ejemplar vida deportiva, continué siendo el brillo que opaque las actitudes arrogantes de tipos como el citado.
Pues como se dice en el pueblo, a querer y no, ya llegamos al 2023. Año non, de los que también se asegura, vienen cargados de dones. Esperemos que así sea, y de entrada, van mis invocaciones para que a lo largo de este nuevo calendario, pesen más los hechos venturosos que los inevitables malos ratos, que también son parte de nuestro transcurrir existencial, y que de alguna u otra manera, nos dejan lecciones, dolorosas, cierto, pero que también suman a nuestra experiencia.
Para muchos, un año transcurre muy rápido, percepción que se acrecienta con la edad, y para otros, por una y mil razones, es apreciado como el goteo desesperante de un suero medicinal, regulado a una micro gota cada cinco minutos. Por supuesto, también están los que, de manera sabia, aceptan el ritmo natural del paso del tiempo, y en función de ello, van marcando la marcha de sus vidas.
Por todo y para todos, vaya el agradecimiento de tener la oportunidad de iniciar un nuevo año, expresando el clásico saludo ¡Feliz Año Nuevo! Y que siga la fiesta de la vida.
Y bueno, la ocasión se presta para citar las palabras de algunos grandes de la literatura, como es el caso del poeta uruguayo, Mario Benedetti, del que tomo dos fragmentos de su poema No te rindas, y que conste que lo aclaro y los entrecomillo, por aquello de los plagios: “... No te rindas, por favor no cedas/ Aunque el frío queme/ Aunque el miedo muerda/ Aunque el sol se esconda/ Y se calle el viento/ Aún hay fuego en tu alma/ Aún hay vida en tus sueños. Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo/ Porque lo has querido y porque te quiero/ Porque existe el vino y el amor, es cierto. Porque no hay heridas que no cure el tiempo... No te rindas, por favor no cedas/ Aunque el frío queme/ Aunque el miedo muerda/ Aunque el sol se ponga y se calle el viento/ Aún hay fuego en tu alma/ Aún hay vida en tus sueños/ Porque cada día es un comienzo nuevo/ Porque esta es la hora y el mejor momento/ Porque no estás solo, porque yo te quiero...”
Y en este entramado de pensamientos positivos, también cito algo del argentino Facundo Cabral, el poeta predicador: “...Esta es la canción que cada mañana canto al despertar. Para agradecerle al cielo, la gentileza de un nuevo día. Es decir, de una nueva oportunidad. Porque siempre se puede empezar de nuevo...” En el ámbito nacional, desearía con toda sinceridad, que los ambiciosos proyectos de transformación del presidente de la república cuajaran por el bienestar de todos, pero no habrá tal, ya que el titular del ejecutivo se asumió como un ser todo poderoso y en su equivocado entender, consideró que había que borrar todo el entramado institucional, sin importarle los avances logrados y se ha negado a reconsiderar todos los equívocos que ha cometido; no todo ha sido pérdida, ciertamente, negarlo sería ceguera opositora, pero al final del día, el balance no resultará positivo y no reconocerlo, implicaría responder como seguidor fanatizado.
Venga pues el 2023, y sea como sea, lo importante es seguir para contarla, resultar favorecidos con un estado de buena salud y de armonía en nuestro entorno, por lo tanto, de nueva cuenta, felicidades por el nuevo año, recordando siempre el Gracias a la vida, de Mercedes Sosa y el Qué suerte he tenido de nacer, de Alberto Cortez ¡Feliz 2023!