Una buena insolada equivale a enfermarse

Alberto Kousuke De la Herrán Arita
11 junio 2023

Todas las personas requieren cierto grado de exposición solar para la síntesis de vitamina D, la cual desempeña un papel fundamental en la absorción de calcio y la fortaleza ósea. No obstante, la exposición desprotegida a los rayos ultravioleta (UV) del sol puede ocasionar daños en la piel, los ojos y el sistema inmunológico, además de aumentar el riesgo de cáncer. Aunque existen otros factores que contribuyen a esta problemática, como la genética y el entorno, las quemaduras solares y la exposición excesiva a la radiación UV comprometen la salud de la piel, lo que puede desencadenar cáncer cutáneo y envejecimiento prematuro (fotoenvejecimiento).

El bronceado constituye la respuesta dérmica a la luz ultravioleta, ya que cuando los rayos UV alcanzan la piel, esta produce mayor cantidad de melanina, el pigmento responsable del oscurecimiento cutáneo. No obstante, es importante destacar que el bronceado no brinda protección contra el cáncer de piel.

La energía solar llega a la Tierra en forma de rayos visibles, infrarrojos y ultravioleta (UV). Los rayos ultravioleta tipo A (UVA) abarcan longitudes de onda de 320 a 400 nm (nanómetros), mientras que los rayos ultravioleta tipo B (UVB) oscilan entre 280 y 320 nm. Cabe mencionar que los rayos ultravioleta tipo C (UVC), con longitudes de onda de 100 a 280 nm, son absorbidos por la atmósfera terrestre y no alcanzan la superficie. Los rayos UVA y UVB son los únicos que llegan a la Tierra. Si bien los rayos UVB presentan un riesgo significativamente mayor de cáncer de piel, los rayos UVA contribuyen al envejecimiento, la formación de arrugas y la pérdida de elasticidad cutánea. Además, los rayos UVA potencian los efectos perjudiciales de los rayos UVB, incluyendo el riesgo de cáncer de piel y cataratas.

En la mayoría de los casos, la melanina reacciona ante la radiación ultravioleta, constituyendo la primera línea de defensa frente al sol, ya que absorbe los peligrosos rayos UV que podrían dañar gravemente la piel. Sin embargo, cuando la cantidad de radiación ultravioleta supera la protección proporcionada por la melanina, se produce una quemadura solar. El bronceado es la manifestación dérmica del daño solar. Aunque una exposición moderada al sol puede resultar saludable y placentera, un exceso de la misma puede ser perjudicial. Por lo tanto, es crucial tomar medidas para evitar la sobreexposición a la radiación solar, a fin de reducir los riesgos de cáncer, envejecimiento prematuro de la piel, desarrollo de cataratas y otros efectos nocivos.

Las células de las quemaduras solares son queratinocitos (células de la piel) que experimentan apoptosis (muerte celular programada) después de haber recibido una dosis fisiológica de UVB que dañó grave e irreversiblemente su ADN. Esta muerte celular en las áreas de la piel que sufrieron una insolación ocasiona un proceso inflamatorio parecido al de una enfermedad infecciosa. Este es el motivo por el cual una fuerte insolada te deja tirado en cama como si padecieras una enfermedad.

Además de lo anterior, existen otros pormenores. Si estas células escaparan de la muerte celular programada, podría surgir un cáncer. Por otro lado, si la decisión de morir se toma demasiado prematuramente, las células que reabastecen a los queratinocitos se perderían inevitablemente, lo que dificultaría la homeostasis normal de la piel.

La mejor manera de protegerse contra los efectos dañinos del sol radica en limitar la exposición y salvaguardar la piel. Para prevenir las quemaduras solares en niños mayores de 6 meses, la Academia Estadounidense de Dermatología recomienda lo siguiente:

Aplicar generosamente un protector solar resistente al agua de amplio espectro con un factor de protección solar (FPS) de al menos 30 en todas las áreas de piel expuesta. El término “amplio espectro” implica que el protector solar protege contra los rayos UVA y UVB. Es importante reaplicarlo cada 2 horas y después de nadar o sudar.

Evitar el uso de camas de bronceado, ya que la radiación ultravioleta del sol y las camas de bronceado pueden ocasionar cáncer de piel y arrugas. En su lugar, se puede considerar el uso de productos autobronceadores, pero siempre acompañados de protector solar.

Realizar autoexámenes periódicos de toda la piel. En caso de notar cambios, crecimientos o sangrado cutáneo, se debe consultar de inmediato a un profesional de la salud, pues el cáncer de piel tiene mejores perspectivas de tratamiento cuando se detecta tempranamente. Los filtros solares protegen la piel de las quemaduras solares y desempeñan un papel fundamental en la reducción de la penetración de la radiación ultravioleta (UV). Sin embargo, ningún producto de protección solar bloquea la radiación UV al 100%.

Los términos utilizados en las etiquetas de los protectores solares pueden resultar confusos. El grado de protección ofrecido por un protector solar se indica mediante el factor de protección solar (FPS) indicado en la etiqueta del producto. Para el uso diario, se recomienda un producto con un FPS superior a 15. Los protectores solares contienen ingredientes que ayudan a absorber la radiación ultravioleta, mientras que los bloqueadores solares contienen compuestos como el óxido de zinc y el dióxido de titanio, que dispersan y reflejan físicamente la radiación UVB. Es importante tener en cuenta que no todos los protectores solares protegen contra los rayos UVA. Por ello, se deben buscar productos con una cobertura de amplio espectro, que incluya protección contra los rayos UVA.