Un presupuesto sin una apuesta en la Educación Primaria
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Director del Centro de Investigación e Innovación Educativa del Sistema Educativo Valladolid
Hace un tiempo el maestro Fidel Ibarra -investigador titular del CIINSEV- escribió un artículo en Educación Futura -un sitio especializado en Educación en México-, que llevaba por título “Por el bien de México, primero la educación primaria”.
La línea argumentativa de ese texto tenía que ver con la planeación estratégica de la educación mexicana. En ese texto, Ibarra sostiene que el futuro de la educación en México dependía de lo que ocurriera con la educación primaria. A partir de este nivel educativo se puede construir la solidez del Sistema Educativo Nacional hacia el futuro.
Y para un propósito a ese nivel, es imperante considerar dos elementos claves: en primer lugar, el factor cuantitativo. En la educación primaria se tienen a más de 14 millones de alumnos en todo el país 1. Ese hecho es de por sí, un incentivo de suma importante para enfocar los esfuerzos institucionales en ese subsistema educativo. En segundo lugar, por el factor científico. En el artículo de citado, se afirma lo siguiente: “la neuropedagogía ha identificado que lo que no se alcanza a construir en la niñez, es muy difícil que se logre en otra etapa de la vida. En otras palabras, en términos cognitivos, la base para la construcción de la personalidad y la cultura del individuo está en la niñez. No está en ninguna otra etapa de la vida” (Educación Futura, 22 de julio del 2019). Este último elemento es el fundamento principal para sostener nuestro argumento.
Y por tal motivo, se señalan tres elementos en los cuales habría que enfocar la política educativa: 1) En la construcción y mejora de la infraestructura educativa; 2) En la formación y actualización de los maestros y los directivos; y 3) En la construcción de un modelo de vinculación de los padres de familia con la escuela para integrarlos en la formación académica de los niños.
Se puntualiza en cada uno de ellos: en el caso de la infraestructura, es vital que se le apueste a esta parte no sólo para incrementar la oferta de espacios educativos -y hacer efectivo con ello el Derecho a la Educación en México, tal como se comprometió el gobierno federal con la reforma educativa de este año-, sino también para reducir la relación maestro-alumno en las aulas. Las cifras en este rubro señalan que la relación -para el ciclo escolar 2016-2017- es de 24.7 alumnos en promedio por docente (INEE, 2018; p. 99). Una cifra que contrasta con el número de niños -hasta 40 o más- que se tienen diariamente en las escuelas de educación pública donde se vuelve muy compleja la tarea del docente. Es necesario reducir esta relación para mejorar el desempeño de los niños en la escuela.
Para el caso de la formación y capacitación docente, se precisa que se debe definir el Modelo Educativo que se pretende y posteriormente el tipo de maestro que se requiere para ese modelo educativo. Y en base a ello, plantear la formación y capacitación de los docentes. Por último, en lo referente al modelo de vinculación de la escuela con los padres de familia, éste no implica mayor esfuerzo financiero puesto que es una medida que se puede constituir institucionalmente desde los centros escolares. Pero los dos primeros sí representan un costo financiero importante. Y es aquí donde se tiene el problema si se revisa el proyecto de presupuesto público que se tiene para la educación en el 2020. Veamos el porqué:
El proyecto de presupuesto educativo para el 2020 asciende a 807 mil 305 millones de pesos. Este presupuesto se subdivide en 12 subfunciones, de las cuales a Educación Básica -donde se integra a la Educación Inicial, Preescolar, Primaria y Secundaria- se le recorta 1.4% con respecto al 2019 (CIEP, 2019; p. 5). Este es un primer elemento para considerar. El segundo elemento es el siguiente: si se revisan los programas que integran a la Educación Básica, los rubros donde se tienen los mayores recortes presupuestales son precisamente los rubros que aquí señalamos que se deben de fortalecer; esto es, el Plan Nacional de Reconstrucción (infraestructura escolar) tiene un recorte del 98.9% con respecto al 2019; y el Programa para el Desarrollo Profesional Docente presenta un recorte de 60.1% (Ibid., p. 6). Y la pregunta obligada es la siguiente: ¿por qué recortar el presupuesto en estos programas si se tienen compromisos contraídos con la aprobación de la reforma educativa? La respuesta es sencilla: la prioridad se ubica en otro sitio, no en la educación primaria.
Y lo afirmo por lo siguiente: del presupuesto público a la educación básica -como se afirma líneas arriba- se le recorta 1.4% con respecto al 2019; y en cambio, se le incrementa 6.2% a Media Superior y 1.3% a la Educación Superior. Y parte de ese incremento en ambos niveles educativos se debe a los recursos que se destinan para las Becas Benito Juárez -en el caso de Bachillerato-; y a las Becas Jóvenes Escribiendo el Futuro -en el caso de Educación Superior-. En el caso de las primeras, el monto de los recursos representa el 25.4% del monto total del presupuesto para EMS; y el monto de los recursos para las Becas Jóvenes Escribiendo el Futuro representa el 5.8% del total del presupuesto para la Educación Superior (Ibid.).
Visto así, el presupuesto educativo para el 2020 prioriza los recursos que se destinan en los Programas de Bienestar, antes que la creación de infraestructura educativa o la formación y capacitación de los docentes. Con ello se incumple las obligaciones que demanda la reforma educativa en términos del recientemente reformado artículo 3 constitucional: “El Estado debe garantizar que los materiales didácticos, la infraestructura educativa, su mantenimiento y las condiciones del entorno sean idóneos”.
En su texto, Ibarra expresa: “Si se fortalece la educación primaria, se estará construyendo con ello la calidad de la educación universitaria para los próximos 10 ó 15 años” (Educación Futura; Op. Cit., 22 de julio del 2019). Las autoridades educativas no lo conciben así, y se apuesta por la política social antes que por la capacitación y actualización de su capital humano (los docentes); o por el fortalecimiento de las escuelas Normales -que también había sido un compromiso en la reforma educativa- o por la creación de infraestructura para ampliar la oferta educativa.
La apuesta del presupuesto educativo del 2020 es una apuesta hacia los actores más necesitados de Media Superior y Educación Superior. Desde esa perspectiva, se apuesta para el presente. No para la educación del futuro. El futuro está en la educación primaria, pero en lugar de fortalecerla y constituir desde este nivel educativo la solidez del Sistema Educativo Nacional, se opta por seguirla administrando como ocurrió en anteriores administraciones. En otras palabras, lo estratégico queda por fuera y se le sigue apostando a la planeación del corto plazo.
En ese sentido, no hay una planeación estratégica en la educación.
Fuentes documentales:
Ibarra López, Fidel; (2019), “Por el bien de México, primero la educación primaria”, Educación Futura, 22 de julio. Disponible en: http://www.educacionfutura.org/por-el-bien-de-mexico-primero-la-educacion-primaria/
Martínez Vargas, Thamara; (2019), “Gasto educativo en el PPEF 2020. Impacto de la Reforma Educativa de 2019”, CIEP, 2 de octubre. Disponible en: https://ciep.mx/gasto-educativo-en-el-ppef-2020-impacto-de-la-reforma-educativa-de-2019/