Un llamado a la concertación
Derivado de la investigación administrativa que se sigue en mi contra por las publicaciones que en el ejercicio responsable de mi libertad de expresión he realizado en este periódico, el día de ayer me reuní con el encargado de despacho de rectoría de la UAS, doctor Robespierre Lizárraga Otero, para platicar sobre mi situación laboral y la de muchos otros trabajadores de la Universidad.
Durante el encuentro conversamos respetuosamente sobre las propuestas de reforma a la ley orgánica, y en el intercambio de puntos de vista, le hice saber que para muchos universitarios los cambios ya no pueden postergarse más, que la UAS debía armonizar cuanto antes su marco normativo a los más amplios principios democráticos.
Le comenté que en estos tiempos en que se discute la pertinencia de una reforma, en la UAS se ha incrementado la represión; que mi caso no es aislado, y que por muchas vías el hostigamiento se está volviendo la norma contra profesores y administrativos que se manifiestan de modo distinto a la postura oficial.
Que hay inconformidades porque a muchos maestros se les recorta arbitrariamente los estímulos al desempeño, porque no se asignan plazas de tiempo completo conforme al contrato colectivo, y porque a otros tantos se les despide sin justificación.
Le continué diciendo que a pesar de que reconocía que cualquier ciudadano tiene el derecho de afiliarse al partido político con el que más simpatice, la dinámica partidista que impera en la Universidad ha ocasionado una distribución inequitativa de sus recursos en beneficio de los afiliados al Partido Sinaloense, y que esta condición se ha convertido ya en una limitante para continuar hacia la excelencia académica de la institución.
El encargado de Rectoría se mostró empático y abierto a escuchar. Dijo estar preocupado por estos acontecimientos. Tuvo el buen ánimo de comprometerse a revisar la legalidad de los procedimientos de cualquier trabajador que pudiera tener una incertidumbre laboral, y también manifestó su respeto irrestricto por la libertad de expresión que por derecho le asiste a todos los universitarios.
Al final, la charla terminó bajo un ambiente de cordialidad, y aunque se reconocieron discrepancias en cuanto a la naturaleza de los cambios que requiere la Universidad, se puntualizó que eso no debe ser un impedimento para utilizar el diálogo y la tolerancia como principal instrumento para la concertación de las afinidades que existen, como los es la importancia de la educación para el desarrollo de Sinaloa, y el fortalecimiento de la legalidad y la democracia para elevar la cultura.
No soy capaz de asimilar lo afortunado que soy por recibir tantas muestras de solidaridad durante estos días de incertidumbre. Agradezco al Instituto de Protección de Periodistas, a la Comisión Estatal de Derechos Humanos, a Noroeste y a Revista Espejo. A mis lectores, a mis colegas de CIVITAS, compañeros de MDU y MDE, a Iniciativa Sinaloa, al CPC y su Comité de Selección, a Artículo 19, a la Red de Periodistas de Sinaloa, al Cuerpo Académico Internacionales, a Somosmás que 53, al Gobernador del Estado de Sinaloa, al encargado de Rectoría por su disposición al diálogo, al Diputado Sergio Mario Arredondo y demás legisladores, a mi familia y amigos; a todos mil gracias por su firmeza en el apoyo. Nunca esperé ser la muestra de que las sinergías sociales pueden actuar de forma tan eficiente y oportuna para defender los derechos humanos en Sinaloa