Un gobierno diferente
Después de la toma de protesta del Gobernador Rubén Rocha Moya, considerada muy diferente respecto a las anteriores, para algunos analistas fue un evento fuera de protocolo, para otros relajado o poco solemne. Lo cierto es que fue un acto distinto que llamó la atención y generó cierta sorpresa, curiosidad, extrañeza y al mismo tiempo simpatías. Quizá obedezca a que de alguna manera se refleja esa evidente expresión ciudadana del pasado proceso electoral en el que una mayoría de sinaloenses eligió en la convicción de esperar un gobierno diferente.
Aunque para muchos el acto de toma de protesta puede ser una señal importante de lo que comúnmente se conoce como el “estilo de gobernar”, hay quienes sostienen que la forma sigue siendo de muchas maneras el fondo. Al menos eso dice esta máxima de la política mexicana que por años ha estado presente en el análisis de quienes acostumbran a interpretar “las señales de poder” en quienes lo detentan.
Así lo razonaría el entonces presidente del CEN del PRI en el periodo del Presidente Luis Echeverría, el reconocido intelectual y político mexicano Jesús Reyes Heroles: “seremos inflexibles en la defensa de las ideas, pero respetuosos en las formas, pues en política, frecuentemente, la forma es fondo”. Sin embargo, la historia en cada persona, como reflexionaría en su frase “yo soy yo y mi circunstancia” el filósofo español Ortega y Gasset, se es de muchas maneras el resultado y la diferencia da cada circunstancia y en cada una de ellas le acompañan también decisiones de vida.
Lo cierto es que en política se suelen sobredimensionar los sucesos, pero si para el caso que nos ocupa la forma determina el fondo, queda claro que el periodo del Dr. Rocha será un gobierno sin las frivolidades de la ceremoniosidad y adulación acostumbradas, lo cual me parece un gesto de mesura, buen ánimo y madurez que se haya cambiado el formato de un acto que, sin demeritar la dimensión de su importancia, se distinguió por una relajada y desprejuiciada intervención del nuevo Gobernador.
Lo que se entiende por “forma”, se refiere principalmente a todo aquello que se relaciona con los simbolismos, mensajes cifrados y señales que se acostumbran en la clase política forjada en el régimen posrevolucionario del Siglo 20, parte de una cultura que se inscribe en un lenguaje que comunica deseos y rumbos de quienes ejercen poder en política.
No obstante, más allá de la añeja práctica de la “forma” y la interpretación de sus mensajes, importa más el “fondo” pues por encima de los rituales y valores entre la clase política, está una población de electores que espera resultados de sus gobernantes, y no la promesa en el discurso formal, ni las intenciones anunciadas en la mercadotecnia espectacular de la publicidad oficial.
Para el analista político mexicano, Liébano Sáenz, la sentencia de que la “forma es fondo”, aplica sólo en regímenes con cierta estabilidad política, no así en procesos de cambio, donde la virtud de las formas es su funcionalidad, pues por sí mismas poco valen e incluso suelen ser contraproducentes cuando pierden actualidad.
Ciertamente no se puede esperar que el estado de cosas cambie si se sigue haciendo lo mismo, o como diría el físico Albert Einstein, que locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes. El propio Presidente Andrés Manuel López Obrador lo reitera continuamente cuando afirma que “no somos iguales”, al referirse a los políticos y sus prácticas en los anteriores gobiernos.
Tenemos entonces que las expectativas de la población sinaloense se cifran en la “diferencia”, en la esperanza de que las cosas cambien, que las promesas de la 4ta. Transformación se cumplan en la entidad y que influyan en los gobiernos municipales, sobre todo hubo en aquellos que se reeligieron, en los que por su desempeño quedaron a deber, pues no sólo representaron más de lo mismo, sino que en muchas ocasiones significaron lo peor de lo mismo.
El inicio de un Gobierno del Estado que representa los ideales de Morena y las propuestas de una 4ta. Transformación, llegan para cerrar filas en la consolidación de un proyecto de Nación que propone reconstruir y mejorar un país en el que se establezca el equilibrio del crecimiento económico y un estado de bienestar para la población.
El reto no es poca cosa, sobre todo porque se habrá de expresar, tanto dentro como fuera del gobierno, la resistencia absoluta de una élite económica y política que ha vivido siempre de los privilegios del poder, sin importarles las consecuencias sociales, económicas y culturales para Sinaloa y sus familias.
Una de las notables fortalezas que sin duda tiene la nueva administración, es la trayectoria y experiencia del Gobernador Rubén Rocha Moya. Un hombre de origen humilde, formado en la izquierda, en las ideas de justicia y democracia, luchador social, líder sindical, Rector universitario, legislador, académico, escritor y columnista, servidor público y asesor de gobernadores.
De ahí que la expectativa de la forma diferente con la que inició su ejercicio como Gobernador, sea también en el fondo la sustancia modesta y alegre que inspire la responsabilidad de sus colaboradores en el compromiso de un cambio verdadero.
Hasta aquí mi opinión, los espero en este espacio el próximo martes.