Transformación económica en México: retos y oportunidades para un crecimiento sostenible
La gran pregunta estos días es qué retos enfrentará el nuevo gobierno en materia económica. Lo primero que viene a la mente es la situación fiscal. La administración actual heredará un déficit de 5.9 por ciento del PIB (de haberlo recibido en 2.1 por ciento), con una deuda de 50.2 por ciento del PIB (8 puntos del PIB más que en donde la dejó la administración anterior). No sólo eso, se deja una cultura de austeridad mal entendida en la que se han desmantelado los sistemas de seguridad social, así como los fondos, fideicomisos y demás mecanismos de ahorro, asignando los recursos a obras de viabilidad dudosa, cuyo costo estaremos pagando en las próximas décadas. A esto debemos agregar la situación precaria de las empresas productivas del estado y otras instituciones. No hay duda sobre la necesidad de una consolidación fiscal inteligente, tanto por el lado del gasto como por el de los ingresos. Este será uno de los retos más importantes durante esta administración.
Sin demeritar los asuntos más urgentes y aprovechando el ímpetu transformador de la nueva administración, me enfocaré en la pregunta que ha perseguido a México desde hace décadas: ¿Qué se necesita para crecer? Al fin y al cabo, una transformación busca un cambio permanente en los paradigmas y todo gobierno que pretende transformar debe sembrar las semillas hoy para el crecimiento futuro.
Para contestar utilizaré un concepto que los economistas aprendemos temprano: la función de producción, que describe cómo las materias primas se transforman en productos y determina el total de la producción posible, dado un conjunto de insumos. A nivel macroeconómico, esto es lo que conocemos como PIB. Los insumos son el capital humano y físico, así como el trabajo. Cuantos más de estos insumos se utilicen, mayores serán los niveles de producción. La forma en que los insumos se transforman en producción es la tecnología utilizada en un punto del tiempo. Con nuevas tecnologías, podremos transformar la misma cantidad de insumos de manera más eficiente para obtener más producción. Si analizamos los retos de cada uno de los insumos podremos, eventualmente, saber cómo podemos sembrar la semilla para crecer hacia delante.
La cantidad total de trabajo se mide por las horas trabajadas y refleja, entre otros: el tamaño de la población, la fracción de la población en edad de trabajar y aquélla disponible para hacerlo.
México está disfrutando de un “bono demográfico” en donde la proporción de personas en edad de trabajar es mayor en relación con las personas dependientes (niños y adultos mayores). La relación de dependencia, es decir, el porcentaje de personas en edades dependientes relativo a la población en edad productiva es de alrededor de 50.3 por ciento, según datos del Inegi. Este número, mayor al promedio observado en los países de la OCDE, implica mayores posibilidades de crecimiento, pero el reto está en generar los empleos suficientes para ello.
El reto para la nueva administración: crear condiciones para la generación de empleo de calidad e implementar programas de formación y reconversión laboral para ayudar a los trabajadores a adaptarse a nuevos empleos. Esto incluye invertir en infraestructura de salud y programas de bienestar. Asimismo, la población que hoy está en edad productiva pronto estará en edad de retirarse, lo cual plantea un reto en términos de asegurar la sostenibilidad del sistema de pensiones en el largo plazo.
Mientras que el número de horas trabajadas refleja la cantidad de trabajo disponible, la producción refleja qué tan productivas son estas horas. La productividad laboral depende de la calidad del capital humano, que son los conocimientos y habilidades desarrollados a través de la educación, el entrenamiento y la práctica. La creación del capital humano empieza desde la educación primaria, que se profundiza en la etapa secundaria y en la preparación técnica. Dependiendo del nivel de aprendizaje será el tipo de fuerza laboral que un país pueda tener y, por lo tanto, el tipo y el nivel de los productos que genere. México no sólo debe revertir la tendencia a la baja de su productividad laboral (y de otros factores también) sino preparar al capital humano de las próximas décadas.
El reto: preguntarse qué tipo de trabajadores necesitamos para enfrentar los retos de la segunda mitad del siglo y ajustar los planes de estudio desde hoy.
El capital físico incluye los equipos y estructuras utilizados para la producción. Su acumulación depende del nivel de inversión que, a su vez, depende de la tasa de ahorro. La inversión extranjera ayuda a incrementar la acumulación de capital. México se encuentra ante una coyuntura inigualable para acumular capital con la relocalización de las cadenas de valor, el llamado nearshoring.
Este reto no es menor, porque la competitividad de un país hacia delante dependerá de: 1) la capacitación, de la que ya hablamos; 2) la logística; 3) fuentes de energía eficientes y limpias, y 4) el Estado de derecho. México presenta importantes rezagos en estas categorías.
La proximidad nos da una ventaja comparativa, pero es necesario un plan de infraestructura que modernice y construya puertos, aeropuertos, y otras vías de comunicación, así como proyectos para generar, distribuir y almacenar energía y reforzar los sistemas y redes que son esenciales para la seguridad del país. Ni qué decir de la necesidad de una política energética sin ideología que permita acceder a fuentes eficientes y limpias para poder producir. Finalmente, es fundamental preservar y reforzar el Estado de derecho. Esta es la reforma estructural largamente requerida en este país.
El avance tecnológico permite producir más con los mismos insumos y está basado en la velocidad con la que se generan ideas, así como en los recursos que se destinan a generarlas. No es casualidad que aquellos países que destinan recursos a la investigación y al desarrollo de nuevas ideas sean los más avanzados.
El reto: reforzar el marco institucional para crear un clima de inversión y crecimiento que promueva el desarrollo tecnológico y la investigación. Promover una regulación eficiente y políticas que fomenten la innovación.
Aunque estos retos no son nuevos, su magnitud y urgencia han aumentado. En un mundo en el que los paradigmas de producción están cambiando rápidamente, es crucial abordar los problemas actuales y sembrar las semillas que nos permitan transitar a un país más desarrollado y con mejores niveles de bienestar. Esperemos que la nueva administración atienda estos retos con determinación y visión de largo plazo.
* La autora Delia Paredes (@deliyo) es Maestra en Economía y Negocios por la Universidad Anáhuac y en Economía de Mercados Globales por la London School of Economics (LSE). Actualmente es socia en TransEconomics, desarrolla una labor docente en la Universidad de Anáhuac y el Tec de Monterrey, y es experta México, ¿cómo vamos?
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