Todo aquel que obra mal
La fibra dietética es un componente fundamental de una dieta equilibrada y por su papel en la promoción de la salud y la prevención de enfermedades. A pesar de estos beneficios bien documentados, el consumo de fibra ha disminuido significativamente en las dietas modernas, especialmente en México. Esta tendencia ha sido vinculada con un aumento en la incidencia de diversas enfermedades crónicas.
La fibra dietética es la parte comestible de las plantas que el cuerpo humano no puede digerir ni absorber. A diferencia de otros nutrientes como los carbohidratos, las proteínas y las grasas, la fibra pasa a través del sistema digestivo en gran medida intacta, proporcionando una serie de beneficios para la salud. Se clasifica en dos tipos principales: fibra soluble e insoluble. La fibra soluble, que se encuentra en alimentos como avena, nueces, semillas, frijoles, lentejas y algunas frutas y verduras, se disuelve en agua y forma una sustancia similar a un gel. Este tipo de fibra puede ayudar a reducir los niveles de colesterol y glucosa en la sangre. Por otro lado, la fibra insoluble, presente en alimentos como el salvado de trigo, las verduras y los granos enteros, no se disuelve en agua y es responsable de aumentar el volumen de las heces, facilitando el tránsito intestinal y previniendo el estreñimiento.
El consumo adecuado de fibra dietética ofrece numerosos beneficios para la salud. En primer lugar, regula el tránsito intestinal, ya que la fibra insoluble aumenta el volumen y el peso de las heces, acelerando el paso de los alimentos a través del sistema digestivo y ayudando a prevenir el estreñimiento. Además, la fibra soluble puede ralentizar la absorción de azúcar, lo que ayuda a mejorar los niveles de glucosa en sangre, un beneficio particularmente significativo para personas con diabetes o en riesgo de desarrollarla. Estudios han demostrado que la fibra soluble puede reducir los niveles de colesterol LDL (”malo”) en la sangre, lo que contribuye a la salud cardiovascular. Según la OMS, un aumento de 10 gramos por día en la ingesta de fibra se asocia con una reducción del 15 por ciento en el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular.
La fibra también juega un papel en el mantenimiento del peso corporal. Los alimentos ricos en fibra suelen ser más saciantes, lo que puede ayudar a controlar el apetito y reducir la ingesta calórica total. Esto se debe a que la fibra requiere más tiempo para ser masticada y digerida, lo que retrasa la sensación de hambre y ayuda a mantener niveles estables de azúcar en sangre. Además, la fibra fermentable, un tipo de fibra soluble, es fermentada por las bacterias en el intestino grueso, produciendo ácidos grasos de cadena corta que se ha demostrado que tienen efectos beneficiosos en el metabolismo y el control del peso.
Sin embargo, a pesar de estos beneficios, la ingesta de fibra ha disminuido en las dietas modernas. Según la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición de Estados Unidos, el consumo promedio de fibra en adultos es de aproximadamente 15 gramos por día, mucho menos que la ingesta recomendada de 25 gramos para mujeres y 38 gramos para hombres. Varios factores contribuyen a esta disminución. Uno de los principales es el procesamiento de alimentos. Muchos alimentos procesados, como el pan blanco, el arroz blanco y las pastas, han sido despojados de sus capas externas ricas en fibra durante el procesamiento. Este fenómeno también se observa en productos como los jugos de frutas, donde la pulpa y las cáscaras, que son fuentes de fibra, se eliminan.
Además, los cambios en los hábitos alimenticios han llevado a una mayor dependencia de comidas rápidas y alimentos convenientes, que generalmente son bajos en fibra. En la era de la urbanización y los estilos de vida acelerados, muchas personas optan por opciones alimenticias rápidas y fáciles, que a menudo carecen de contenido nutricional adecuado, incluida la fibra. La falta de conciencia sobre la importancia de la fibra en la dieta también juega un papel importante en su bajo consumo. Muchas personas no son conscientes de las cantidades recomendadas de fibra o de los alimentos que son buenas fuentes de fibra. La educación nutricional limitada y la falta de promoción efectiva de alimentos ricos en fibra también contribuyen a esta tendencia.
La baja ingesta de fibra tiene varias consecuencias para la salud. Estudios han demostrado que una dieta baja en fibra está asociada con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, ciertos tipos de cáncer, especialmente el cáncer colorrectal, y trastornos digestivos como la diverticulitis. Por ejemplo, una revisión sistemática publicada en The Lancet en 2019 encontró que las personas con una ingesta alta de fibra tienen un riesgo significativamente menor de desarrollar enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, diabetes tipo 2 y cáncer colorrectal en comparación con aquellas con una ingesta baja de fibra. La investigación también ha sugerido que la fibra dietética puede ayudar a regular la microbiota intestinal, lo que tiene implicaciones importantes para la salud inmunológica y metabólica.
La fibra dietética es un componente esencial de la dieta que desempeña un papel crucial en la promoción de la salud y la prevención de enfermedades. A pesar de sus beneficios, el consumo de fibra ha disminuido en las dietas modernas debido a factores como el procesamiento de alimentos, los cambios en los hábitos alimenticios y la falta de conciencia. Esta tendencia alarmante está asociada con un aumento en la prevalencia de enfermedades crónicas. Por lo tanto, es fundamental promover una mayor conciencia sobre la importancia de la fibra y fomentar el consumo de alimentos ricos en este nutriente esencial. Aumentar la ingesta de frutas, verduras, legumbres y granos enteros puede ser una estrategia efectiva para mejorar la salud pública y reducir la prevalencia de enfermedades asociadas con la baja ingesta de fibra.
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alberto.kousuke@uas.edu.mx