Tiempos difíciles para la educación
Hoy vivimos tiempos muy difíciles para la educación. La pandemia vino a intensificar aún más los retos, carencias y desigualdades entre los estudiantes que tenían las posibilidades de seguir aprendiendo y aquellos que por sus contextos veían limitadas estas oportunidades. Sin embargo, la salida de la Secretaria de Educación, Delfina Gómez, para contender por la Gubernatura del Estado de México dejando cuantiosos recursos sin ejercer o la falta de priorización, información y estrategia para atender a los que más lo necesitan hacen del tema educativo un reto cada vez mayor.
Aprender definitivamente no es lo mismo para todos. Si bien, son numerosos los factores que intervienen directa o indirectamente en este proceso, no cabe duda de que la magnitud del desafío se profundiza para aquellas niñas, niños y jóvenes que enfrentan mayores carencias y niveles de rezago social.
Una primera situación de desventaja es el abandono escolar. De acuerdo con Coneval, las posibilidades de abandono son 5.4 por ciento en secundarias técnicas, 4.8 por ciento en comunitarias, 4.7 por ciento en generales y 4.6 por ciento en telesecundarias, lo cual contrasta con solamente 1.2 por ciento en escuelas privadas. Asimismo, el porcentaje de niñas, niños y adolescentes (NNA) de 12 y 14 años que no asistieron a la escuela por pertenecer a hogares que se encontraban con ingresos inferiores a la línea de pobreza en México fueron 74.2 por ciento en 2018 y 75.3 por ciento en 2020.
La segunda situación es el logro académico de los estudiantes. Usando el caso de Sinaloa podemos visualizar que en las pruebas Planea (2019) aplicadas a alumnos del nivel secundaria existe mayor asociación entre los estudiantes en contextos vulnerables y bajos resultados educativos. Las evaluaciones mostraron que de los estudiantes que se encontraban en altos niveles de marginación, casi 4 de cada 10 alumnos en lenguaje y comunicación y 5 de cada 10 en matemáticas mostraban niveles de insuficiencia. Lo anterior era todavía mayor en las escuelas comunitarias, en las que 50 y 60 por ciento alcanzaban estos limitados niveles de aprendizaje.
Desde el inicio de la pandemia, en Mexicanos Primero Sinaloa planteamos la necesidad de destinar recursos adicionales para atender la grave situación que enfrentaba el sistema educativo. Advertimos que las brechas de desigualdad seguirían aumentando, sobre todo para los estudiantes que menos tienen y más lo necesitan. Sin embargo, la autoridad educativa federal ha destinado menores recursos en términos reales y además han recortado el gasto en programas estratégicos para atender estas desigualdades.
Por ejemplo, de acuerdo con el avance de enero-mayo reportado por la SEP, el Programa de Fortalecimiento de los Servicios de Educación Especial (PFSEE) solamente ha ejercido 2.2 millones de pesos de los 433 que tenía autorizados; El Programa para el Desarrollo Profesional Docente ha ejercido solamente 600 mil pesos de los 108.6 millones que tenía disponibles; El Programa de Becas Elisa Acuña se redujo 886.8 millones de pesos al pasar de 1670 a únicamente 784.1 millones y el Programa de Expansión de la Educación Inicial pasó de 550.3 a 425.3 millones de pesos.
De acuerdo con el portal Lupa Legislativa la pobreza franciscana de la administración federal estaría dejando sin gastar 25 mil millones de pesos en el primer semestre de 2022. Las carencias educativas de los estudiantes son muchas y este tipo de decisiones lo que hacen es seguir profundizando la inequidad y la desigualdad.
Sin duda alguna son tiempos difíciles para la educación. En lugar de centrarnos en diagnósticos efectivos de aprendizaje, estrategias integrales para mitigar las afectaciones de la pandemia, sistemas de información que nos ayuden a tomar mejores decisiones y nivelar la balanza social, hablamos de recortes al gasto que significarán un enorme retroceso educativo y una señal de que la educación no es ni de cerca una prioridad.