Terrorismo

Miguel Ángel González Córdova
06 diciembre 2019

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magco7@hotmail.com

 

Al recordar aquellos maratónicos informes presidenciales de seis y más horas durante el sexenio de Luis Echeverría Álvarez, la pregunta surge espontánea: ¿Cuántas verdades, pero también cuántas mentiras y exageraciones, así como falsos anuncios cabrían en aquellos culebrones discursivos?

Hay motivos para declarar bienvenida a la reforma que hoy establece la entrega del Informe por escrito al Congreso, sucedida por la ceremonia de exaltación presidencial en la que el discurso del Mandatario dista de prolongarse con la exageración que caracterizaba a la lectura de aquellos tabiques impresos. Lo único de agradecer era que en la década de los 70 esos densos rituales eran cada año.

Hoy, con la Cuarta Transformación se ha instituido la conferencia mañanera que preside el Jefe de la Nación, y que con pretensión informativa, pero con perfiles cuasi dogmáticos, constituye un verdadero ritual que, con una periodicidad de cinco días a la semana y con una duración promedio de dos horas por jornada, acumula un total estimativo de 510 horas al año.

Esto permite suponer que, si el propósito es mantener informados a los mexicanos sobre la diaria acción gubernamental, el Presidente Andrés Manuel López Obrador presentó a lo largo de su primer año de gobierno un informe dosificado con una duración infinitamente mayor que aquellos de Luis Echeverría.

Esquema mental de tal naturaleza inclinaría a reconocer que con López Obrador nuestro país está registrando una etapa de transparencia gubernamental sin precedente en la historia. Sin embargo, la realidad difiere de esa apreciación, pues en un espacio transparente se define el trazo del porvenir, lo cual no cobra presencia en una cotidianidad vulnerada por la incertidumbre.

Tal vez haya quien interprete como una suerte de transparencia el hecho de que el Presidente López Obrador, desde antes de su triunfo electoral, determinó algunas decisiones que ahora sostiene inalteradas en el terreno de los hechos. Entre las de mayor impacto destacan la tajante interrupción de la obra del aeropuerto de Texcoco, y la construcción de la refinería en Dos Bocas, así como el efecto impactante de la tesis de “al diablo con las instituciones”, y la proyección de otras polémicas obras, pero esa antelada comunicación del Jefe del Ejecutivo Federal no parece estar contribuyendo para generar certidumbre sobre el futuro del País.

Esto es reflejo de que las diarias conferencias no representan una vía orientadora mediante la función informativa, sino que su difusión se circunscribe al manejo unilateral de una agenda ayuna de ejercicio autocrítico en la que lo único que tiene validez es la relación de “esos otros datos” que cuenta el Presidente, y que rara vez coinciden con los datos que exponen los representantes de los medios, que por lo general contradicen a la versión oficial.

Sin duda que en la acción gubernamental hay aspectos irreprochables entre los cuales destaca el firme propósito de abatir a esa lacra nefasta que es la corrupción. Sin embargo, en este lacerante tema laten punzantes casos presuntamente contradictorios que debieran ser analizados, como es la presencia de Manuel Bartlett en el Gabinete, y de Napoleón Gómez Urrutia en el Congreso. Esto por mencionar sólo dos nombres, porque hay más ejemplos en tal sentido.

Por cuanto a los programas de apoyo social son muchos los mexicanos que lo están recibiendo o que han visto incrementada esa prestación. Desde jóvenes hasta personas de muy avanzada edad son los actuales beneficiarios y sería absurdo descalificar una decisión de tal naturaleza, pero una opinión generalizada es que debe afinarse el patrón de esos programas para perfeccionar la equidad de la derrama económica y para quitarles el gafete de que están trazados con un espíritu electorero.

El tema de la extrema problemática que afronta la seguridad pública podría ocupar uno de los mega volúmenes de los años 70, pero baste con tener presente en Culiacán el criminal operativo psicológico que el martes configuró una suerte de terrorismo.