Terminemos con el coctel de la muerte
La siguiente presidencia de México podría sumar el cuarto sexenio con epidemia de homicidios intencionales. Somos el cuarto país del mundo con más homicidios violentos en términos absolutos y el décimo primero en términos relativos, según la versión 2023 del estudio global de homicidios de la Oficina para las Drogas y el Delito de la ONU. Para el 2022, la tasa mundial de homicidios fue 5.8 por cien mil personas, mientras la de México era más de cuatro veces superior: 26.1.
Mientras en Europa solo el 12 por ciento de los homicidios son con armas de fuego, en América son el 67 por ciento. Y si en el mundo estos crímenes están relacionados en 22 por ciento de los casos con la delincuencia organizada y el pandillerismo, en América la proporción asciende a la mitad. De los 18 países en el mundo que rebasan la tasa de 20 homicidios intencionales por 100 mil habitantes, 14 están en América Latina y el Caribe. Estos 14 países entre los que está México aportan 41 por ciento del total de homicidios del planeta, a pesar de contar solo con el 10 por ciento de la población total.
El Programa de Seguridad Ciudadana de la Universidad Iberoamericana convocó a una coalición extraordinaria para organizar la Conferencia Internacional sobre Reducción de Homicidios, celebrada los días 29 y 30 de noviembre y 1º de diciembre pasados y de la cual surgieron ocho directrices para un plan nacional en la materia: 1. Construir datos confiables; 2. Reconocer los diferentes tipos de homicidios; 3. Implementar estrategias focalizadas, basadas en evidencia; 4. Adoptar una perspectiva de género, derechos humanos, interseccionalidad e interculturalidad; 5. Reducir la impunidad en el homicidio doloso, el feminicidio y el transhomicidio; 6. Incluir estrategias dirigidas a las persona agresoras, con especial énfasis en la reinserción social; 7. Implementar una política de control de armas, y 8. Fortalecer la articulación entre la academia los movimientos sociales, los pueblos originarios y las organizaciones de la sociedad civil.
En marzo de 2024 presentaremos las directrices ampliadas de cara al proceso electoral y anunciaremos los siguientes pasos de esta coalición integrada por el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, el Seminario sobre Violencia y Paz de El COLMEX, el Centro Miguel Agustín Pro Juárez, México Evalúa, Impunidad Cero, Data Cívica y la Ibero CDMX.
Pueden discutirse estas directrices y otras propuestas, pero el conocimiento generalmente aceptado no discute que la principal tracción de la violencia homicida epidémica en México y en la región es acaso la peor combinación imaginable, compuesta por tres ingredientes: guerra contra las drogas, acceso masivo a las armas de fuego e impunidad. Le llamo coctel de la muerte y nos lo estamos bebiendo desde hace décadas.
Ninguno de los tres ingredientes será modificado sin acuerdos y apoyos que rebasan nuestras fronteras. Parar la guerra contra las drogas requiere formar un bloque internacional que avance una alternativa, misma que parece emerger ya desde el liderazgo de Colombia. El flujo ilegal de armas en México jamás se verá sensiblemente reducido si Estados Unidos no impone mucho mayores controles sobre su mercado legal. Y la barrera de impunidad tal vez jamás caerá sin un acompañamiento internacional a la manera de lo que fue la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala.
En mi concepto está perfectamente claro: si la próxima presidencia no lidera una nueva política de Estado que termine con este coctel, nada de lo demás que se haga, por más importante que sea, será suficiente. ¿Un cambio difícil y poco probable? Sin duda, pero apenas a la altura de nuestro prolongado desgarramiento civilizatorio.