Suicida
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Normalmente los gobernantes desean su lugar en la historia. Por ello buscan tener logros, su vanidad ayuda. La premisa no funciona para la 4T. Su capacidad destructora no tiene límites. Tenemos un gobierno suicida.
1. La lengüita. No sólo es incontinencia verbal, es saña. El Presidente envenena al País, como en la fábula de la rana y el alacrán, está en su naturaleza. La amenaza de atentado a Reforma se inscribe en la andanada de diatribas y ofensas presidenciales a ese medio y a otros. Es un enemigo oficial. El veneno inyectado desde la boca presidencial confronta a los mexicanos y debemos vacunarnos. Por qué insultar a los médicos en plena pandemia y después fingir una disculpa que, de hecho, era otro agravio. Por qué arremeter contra “los economistas” así en general o contra “los científicos” o en contra del ITAM, o contra los medios internacionales. El Presidente ha edificado enemigos y se ha hecho de enemigos gratuitos gracias a la lengüita. Es suicida. Cosechará entonces las reacciones a las infamias.
2. La persecución del fantasma. Cómo oponerse a la lucha frontal contra la corrupción, imposible. Pero no es real, si lo fuera ya hubieran procedido contra varios de sus colaboradores. Por qué tanta deferencia hacia ellos, qué le saben. La lucha no existe, es un engaño montado en el enojo popular. Engaño porque no han podido mostrar las irregularidades del NAIM, engaño porque las asignaciones directas son la forma normal de la 4T, engaño porque la invención de ese fantasma omnipresente ha servido para la concentración de poder sin importar si en el camino se dejan de surtir medicamentos y se ponen vidas en riesgo. Seamos realistas, la corrupción se agravará y será parte de su legado. Es suicida.
3. Desprecio. Los gobernantes normales mienten por sistema, dicen querer a todos los sectores de la sociedad. Es falso. Pero esa mentira funcional de la política es preferible al desprecio selectivo y abierto. El presidente desprecia a los empresarios, no comprende que son ellos los generadores de empleos, los desprecia irracionalmente, por eso los engaña una y otra vez, por eso no puede concebir que en pleno colapso económico debe apoyar a los empleadores, que los necesita. El sector privado ha hecho esfuerzos por mantener un dialogo y ayudar como el crédito de BID/Invest –equivalente a una refinería- gestionado por el CMN. Pero no van a lograr que corrija un ápice. Despreciarlos está en su naturaleza.
También desprecia los profesionistas, de donde sean, de los medios, de la salud, de la economía, a los arquitectos. El no cree en esa categoría, ser profesionista, menos aún especialista, por eso arremete contra las calificadoras, encarnación endemoniada de la especialización económica. Sacar petróleo es hacer un hoyo. Cosechará dolorosas consecuencias de la ignorancia y el desprecio.
4. Maniqueísmo. Los malos explican nuestras tragedias. La 4T no puede admitir que los mercados tienen su propia lógica, para ellos siempre hay hilos perversos que mueven a los enemigos de México. La guerra desatada contra la inversión privada en el sector de energía, desnuda a un gobierno que desconoce y teme al mundo y se guía por una paranoia que está aislando a México. Es una traición que le puede costar al país 30 mil millones de dólares, dos y media refinerías. Así de cara sale la patología. Los malos son los que promueven la modernidad, por eso las energías limpias son una amenaza, regresemos al combustóleo, aunque se envenenen decenas de millones de mexicanos como consecuencia del Chernóbil mexicano, como ha llamado Gabriel Quadri a la operación de la refinería de Tula. Tesla, un gran símbolo, se va. El maniqueísmo no debe fracturar a la nación. La militarización es parte de la misma patología: los leales a mí y los malos.
Que el suicidio gubernamental no arrastre a México. La 4T se hundirá. Opositores, gobernadores, empresarios, profesionistas, comunicadores, simples ciudadanos, estamos en el mismo barco: México.