¡Son chingaderas!

Jesús Rojas Rivera
10 febrero 2023

jesusrojasriver@gmail.com

No hay otra forma de expresarlo, no hay otra forma de decirlo. La última vez que circulaba por la Autopista Mazatlán-Culiacán, 30 kilómetros al norte, pasando la caseta de “Mármol” un vehículo se salió del camino porque le reventó una de sus llantas delanteras producto de un bache en la carretera. Era el 24 de diciembre de 2022, viajaba con mis hijos de Escuinapa a Culiacán, por ese tramo carretero en pésimas condiciones pagamos 146 pesos, a las 3:03 por el carril de telepeaje, según consta en el recibo digital que aún conservo.

Cada semana sabemos por diversos medios de comunicación de accidentes viales ocurridos en rúas federales del estado; exceso de velocidad, distracciones de las y los conductores, desperfectos mecánicos y por supuesto el pésimo estado de las carreteras. Para los expertos en movilidad y seguridad vial, la siniestralidad carretera conjuga una serie de factores que, en suma, aumentan la posibilidad de un desenlace de consecuencias fatales. Desde un siniestro de repercusiones económicas cuantiosas, hasta alguno que deje graves daños a la salud o secuelas para el resto de la vida, o lo que es peor, la irreparable pérdida de la vida, como lamentablemente ocurrió en más de 668 casos de homicidio culposo -mayoritariamente accidentes- en nuestra entidad, en el 2022, según los datos oficiales del Secretariado Ejecutivo y la Fiscalía General de Justicia.

Lo que los ciudadanos de Sinaloa reclaman con justa razón es el aumento del 40 por ciento al peaje cuando las vialidades federales de cuota están en condiciones deplorables, son peligrosas y no tienen para cuando ser atendidas. Las autoridades federales encargadas están alejadas del tema y los legisladores, aquellos que deberían ser la voz de las y los ciudadanos, prefieren tomar asuntos de otra índole que escuchar el legítimo reclamo popular.

No es uno o dos, son varios los y las legisladoras federales que dicen “representar” a los sinaloenses, los hay de Morena, el PT y el PRI, hasta el momento no se ha escuchado nada de ellos en la Cámara de Diputados, están mudos o discutiendo sus soliloquios. Allá metidos en sus temas, discutiendo agendas ajenas a la problemática de sus representados. Seguramente desde que están en el curul federal dejaron de circular por las carreteras de Sinaloa, ahora viajan en avión y pues, lo que pase acá en la tierra donde sacaron el boleto para sus curules, entre baches, polvo y carestía, les importa poco o nada.

¿O será que cuando circulan por esas carreteras lo hacen en camionetas grandes, de las de millón de pesos para arriba, de las de rin aguantador y suspensión todoterreno, de esas de amortiguadores que soportan los baches y los golpes de la carretera, van concentrados en sus teléfonos y como el chofer es quien les maneja, no tienen tiempo de ir viendo cosas insignificantes como el precio de las casetas y el estado de la pista? Eso es para mortales, para gente común y corriente, y ellos ni son comunes, ni son corrientes -bueno, sí, pero en camioneta-; son políticos, diputados y diputadas federales. ¡Del aumento que se preocupe el pueblo, ellos tienen los viáticos pagados!

Anteayer, por el entronque a Costa Rica, me encontré a don Felipe, traía una camioneta ya entradita en años, venía de Concordia con una pequeña mudanza, su hija consiguió un trabajo en la capital y como buen padre le vino a traer uno muebles para instalarla en Culiacán. Estaba rascándose la cabeza, con las intermitentes de la “troquita” parpadeando. ¿Qué le pasó, amigo? Le pregunté. -Caí en un bache en la maxipista pero no me quise parar en despoblado, le di hasta acá despacito y me tronó la suspensión con todo y llanta, son chingaderas, oiga, me vine por la pista porque según es más seguro y mire, de pilón 236 pesos me cobraron. Tiene razón don Felipe: ¡Son chingaderas!, pero tope en eso, vivió para contarla.

Claro, estas son historias que nos pueden significar algo a usted y a mí, amable lector, porque sabemos cuánto representa de un modesto ingreso; reparar una suspensión, comprar una llanta a crédito, meter al taller un carro en una ciudad en la que uno es ajeno. Pero a un “representante popular” que ganan más de 120 mil pesos mensuales, las vicisitudes de don Felipe, las mías y las suyas, así como el incremento a las autopistas que ellos no pagan, es cosa que les vale... termine usted la frase y luego le seguimos.