Solidaridad

Miguel Ángel González Córdova
08 mayo 2020

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magco7@hotmail.com

 

“Mata más una duda que un desengaño”, tal reza un refrán que en cierto aspecto resulta aplicable al curso del Covid-19 en el ámbito nacional, Culiacán incluido y afectado desafortunadamente en proporción muy destacada cuando la trayectoria de la pandemia se encuentra envuelta en creciente incertidumbre para una población ávida de conocer la realidad que no parece coincidir con la cotidiana entrega informativa oficial.

Dicha información, difundida todos los días por las autoridades del Sector Salud en el País, maneja actualmente datos que pudieran tener un lado alentador por cuanto a que estamos cruzando el vértice crítico de la pandemia, después de lo cual vendrá el aplanamiento de la curva estadística que irá marcando el paulatino retorno a la normalidad. Sin embargo, esa versión gubernamental no es aceptada por los miles de personas cuyos pacientes son rechazados porque se agotaron los espacios en los hospitales.

Esta conturbadora situación genera interrogantes: ¿Se trata de atenuar la gravedad del caso para diluir la percepción de que los actuales efectos del Covid-19 podrían haber sido menos impactantes si se hubieran tomado previsiones con la debida oportunidad? ¿Se carece de los recursos científicos para establecer una interpretación más cercana a la realidad? ¿Acaso se tengan otros datos, pero se pretende paliar el efecto psíquico que su difusión pudiera tener en una población ahora predispuesta a la alteración anímica?

Aun cuando existiese un tamiz deliberado de la información, y que éste entrañase una buena intención, lo cierto es que la gente no sabe qué creer ni a quién creer y en todo caso hay que hacer votos porque los alentadores datos difundidos por el Sector Oficial vayan convirtiéndose pronto en hechos para entrar a la etapa de la recuperación que, por cierto, requerirá del Gobierno de la Cuarta Transformación una estrategia de suprema congruencia con la realidad que afrontará un país en convalecencia sanitaria, pero gravemente lesionado en su economía.

En esas condiciones, México requerirá de una acción nacional ausente de politizaciones y de ocurrencias, una cruzada en la que cobre validez absoluta el interés soberano del País mediante la definición responsable y sensata de las verdaderas prioridades de una sociedad aferrada a la esperanza.

El retorno a lo que pudiera definirse como nuestra normalidad económica se anuncia como un reto sin precedente. Recuperar las fuentes de trabajo colapsadas por efecto del extremo protocolo contra la pandemia no será obra de un día para otro, pues habrá que empezar de bajo cero, lo cual requerirá de una decisión conjunta y coordinada del Gobierno y del sector empresarial, y en muchos aspectos de la comunidad ciudadana.

Esa tarea representa la prioridad de prioridades que México plantea en el sentido de que hay proyectos y realizaciones que pueden esperar, tales como la refinería de Dos Bocas, de incierto futuro, y el Tren Maya. Tiempos traerán tiempos, y el actual reclama un ejercicio que anteponga el interés de la Patria. ¿Es mucho pedir?

Generalmente el patriotismo se identifica con gestas bélicas en defensa de la soberanía nacional, tal fue la batalla del 5 de mayo de 1862 en Puebla y cuya conmemoración fue minimizada esta semana por la presencia del Covid 19. Vale recordar que aquel hecho dio lugar a la paradigmática frase con la que Ignacio Zaragoza identificó el triunfo del Ejército Mexicano: “Las armas nacionales se han cubierto de gloria”. Y así quedó para la historia.

Dos años después, es decir en 1864, se registró en territorio entonces culiacanense la batalla de San Pedro en la que las fuerzas defensoras al mando de Antonio Rosales derrotaron también al ejército invasor francés con resultados más definitivos, pues en Puebla sí se consumó la invasión gala un año después de aquella gloriosa batalla, mientras que aquí los franceses nunca invadieron a Culiacán. Pero el patriotismo no es un deber privativo de los tiempos de guerra; también se ejerce cuando la Patria, como ahora, reclama solidaridad.