Sobrerrepresentación: alternativas, no fatalidad
El pasado viernes el Consejo General del INE resolvió la asignación de los diputados de representación proporcional. La mayoría de los consejeros avaló un acuerdo que refrenda la sobrerrepresentación en la integración de la Cámara de Diputados. Nadie duda de los efectos del acuerdo, pero la mayoría señaló que no había otras opciones para interpretar la Constitución. Un grupo de cuatro consejeros intentó demostrar que sí había un camino alternativo, y que el Artículo 54 constitucional, más allá de que haya sido reiteradamente interpretado de una manera, admitía otras formas de abordarlo.
Concuerdo y me solidarizo con ellos por las presiones que han recibido y eventualmente seguirán recibiendo. Sin duda estamos ante un dilema interesante: nadie dice que aplicar literalmente la norma genere justicia, todos (casi) lamentan la distorsión al voto que se genera, pero la mayoría sostiene que no hay alternativas para solucionar la disyuntiva.
En los fundamentos del arbitraje electoral, el haber buscado resquicios a la ley (no violaciones) es lo que ha hecho avanzar y reencauzar las contiendas electorales. Sin audacia de la autoridad administrativa, no hubiéramos podido conocer las entrañas del Pemexgate o los Amigos de Fox; sin la imaginación del Tribunal Electoral en el 2006 no se hubiera generado el procedimiento sancionador abreviado (lo que hoy es el procedimiento especial sancionador).
En aquel año, sin la búsqueda de resquicios, tampoco se hubiera arribado a la tregua navideña (precedente de la regulación de las intercampañas) o al acuerdo de neutralidad de servidores públicos (el antecedente de la reforma al 134 constitucional). El adecuado arbitraje electoral descansa en reconocer las situaciones inéditas, los riesgos a la integridad, y revisar si se cuenta o no con los elementos suficientes para corregir.
El efecto reconocido por todos de que la norma genera una distorsión no deseada, cuenta aún con la aduana del Tribunal. Espero que la propia deliberación del Consejo General del INE, más la multitud de recursos que se han interpuesto, hagan que la reflexión de los magistrados electorales sea pausada y se nutra de un debate que ha sido rico en interpretaciones.
Del otro lado, el de las consecuencias, cada día tenemos más claro lo que quiere decir un país con sobrerrepresentación. Una reforma al Poder Judicial que lo aniquila sin importar los riesgos, las amenazas no veladas de juicio político a quienes difieren del oficialismo, y la extinción de todos y cada uno de los contrapesos que hemos construido. Estoy convencido de que hay alternativas, no fatalidad. Ojalá cuando resuelva la sala superior del Tribunal, prime la sensatez.