Soberbia

Lorenzo Q. Terán
04 marzo 2020

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lqteran@yahoo.com.mx

 

La soberbia nubla la mente de algunos dizque intelectuales, especialistas en inventar calumnias sin fin, con tal de desahogar sus fobias políticas. Amanuenses del pasado régimen, al que calificaban como la quinta esencia, no encuentran un solo hecho rescatable del actual Gobierno: todo lo denostan, todo le critican, todo lo magnifican, con tan inaudita arrogancia, como si los mexicanos no tuvieran criterio para discernir entre lo bien y lo mal hecho; como si los ciudadanos no tuvieran memoria de sus serviles apologías, a cambio de jugosos pagos, al régimen pasado.

Seguirán con su amargura a cuestas, mientras tanto el País avanza en muchos rubros que impactan en satisfactores a los ciudadanos de carne y hueso, receptivos de los cambios verdaderos que se producen en la geografía nacional; el actual gobierno cuenta con enorme aprobación social, eso es lo importante para el futuro, no las criticas permanentes dosificadas de perversidad e intolerancia, sin base sustentable, que esparcen los plumíferos de la restauración autoritaria.

En tanto el País, repito, marcha con pasos firmes a la conquista de un futuro de hechos ciertos, de bienestar para la mayoría de los mexicanos que aspiran a una vida digna; en el próximo pasado millones de conciudadanos, aparte de que venían pasando las de Caín, por las condiciones difíciles por las que atravesaban para llevar el pan a su mesa, tenían que lidiar con la desesperanza pues el Gobierno los ignoraba y marginaba.

Hoy ven con optimismo un mañana que les permita salir de la debacle en que los metieron los gobiernos del prianato, que ni los veían ni los oían, y que reprimía sus justas protestas. Las cosas han tomado un nuevo rumbo en el contexto nacional.

Las esperanzas se anidan en la conciencia de los ciudadanos, que ven acciones de buen gobierno en el País entero: carreteras, puentes, presas, comunicaciones de toda índole están logrando que el País entre en una actividad febril, rompiendo inercias y detonando un desarrollo sostenido, que sin duda repercutirá en bien de la sociedad, impactando en las clase más débiles, con el fin de que alcancen bienestar estable en sus comunidades y villorrios de provincia.

Es el propósito por el que se trabaja a corto plazo. En los estados del sur, tan olvidados, ahora hay un repunte en varios frentes, con el fin de abatir con entereza los rezagos de pobreza en esa región del País, que presenta un abismal atraso respecto de otras regiones. Pese a sus enormes riquezas en petróleo, minerales y turismo, regiones completas fueron olvidadas por los sucesivos gobiernos federales y de sus propios estados, omisos en echar a andar programas que incidieran en mejorar la situación de sus habitantes, muchos de los cuales se vieron obligados a emigrar a los estados del norte del país buscando su subsistencia. Con los programas que se han puesto en marcha una nueva realidad se abre para que renazca su apego al terruño, donde podrán vivir con bienestar y tranquilidad.

Detonar el desarrollo en los estados del sur es una necesidad imperiosa, impulsando modernas vías de comunicación, con ocupación de mano de obra de mujeres y hombres, con la participación de las comunidades que se benefian con la ola de progreso, las obras de infraestructura y los programas que se vienen desarrollando, con el propósito específico de sacar a esas regiones de seculares rezagos.

En muchos estados del norte, centro y sur del País se vienen impulsando importantes programas carreteros, como nunca se había visto, lo que provoca el entusiasmo de los habitantes de esas regiones que ven con hechos lo que se viene diciendo reiteradamente sobre el nuevo rumbo del País.

Hay también problemas graves, es cierto, a la inseguridad se le han podido bajar sólo unos pocos decibeles, pero ahora se ve claro que sus puntos rojos están en lugares donde el prianismo aún gobierna, con su clásica fórmula de corrupción e impunidad.

Hay una inquebrantable actitud de abatir los rezagos en todos los sentidos, lo vemos en las 24 horas del día, de los ocho días de la semana, en el ejemplar activismo que despliega el Presidente por toda la República, impulsando el desarrollo de México.