Soberanos

Lorenzo Q. Terán
17 noviembre 2021

Uno de tantos cambios que se han operado en la vida nacional ha sido la política exterior puesta en marcha por el gobierno de la Cuarta Transformación, teniendo como punto nodal el respeto a la soberanía de los países, estableciendo, en especial con nuestros vecinos del norte, relaciones de cooperación y amistad en temas bilaterales. Es esencial el respeto mutuo que debe haber entre países independientes y soberanos.

Desde que llegó al poder el Presidente Andrés Manuel López Obrador, la política exterior de México dio un giro positivo, restableciendo en las relaciones exteriores la Doctrina Estrada, que ha concitado el reconocimiento a nuestro País de todos los países del mundo. Este cuerpo doctrinario está fundado en el principio juarista: “El respeto, entre los individuos como entre las naciones, al derecho ajeno, es la paz”. Este principio rector de la política exterior fue establecido desde las Leyes de Reforma de 1857, para alcanzar el bienestar de los individuos y el de las naciones, marcando la pauta de nuestra política exterior, lamentablemente interrumpida abruptamente durante el periodo neoliberal, cuando la política exterior en nuestro país decayó a niveles penosos (recuérdese el grosero “comes y te vas” de Fox al Mandatario cubano Fidel Castro). Ahora, afortunadamente, la política exterior recobró su rumbo, restableciendo su mejor tradición de respeto a la libertad y autodeterminación, recobrando su prestigio en el concierto de las naciones y los pueblos del mundo.

No podemos descuidar que esta política implica el apoyo y reconocimiento de todos los que luchan por la libertad y la democracia en sus naciones en busca de un mundo mejor, donde prevalezca la justicia y la libertad, por ello uno de sus resultados es el derecho de asilo político, que han gozado perseguidos en el mundo y que han encontrado en nuestro país refugio y condiciones para salvaguardar sus vidas e ideales.

La ciudadanía se encuentra de plácemes porque entiende que el Presidente de la República y el conjunto de su gobierno trabajan con ahínco por consolidar las reformas que han logrado en beneficio del pueblo. Esta apoyo, a su vez, representa un aliciente de mucha importancia para que el ánimo del Presidente no decaiga y sienta que cuenta con la aprobación de la inmensa mayoría de los mexicanos que aspiran a vivir en un país mejor, con democracia y justicia en el más excelso sentido de la palabra, esos son los propósitos del Presidente y de su pueblo que marchan unidos.

Así se desarrollan las actividades del actual gobierno, construyendo una nueva mística en la atención de los ciudadanos, todo con el fin de sentar las bases para detonar un progreso que llegue a todos los estratos sociales, sobre todo a los que menos tienen; en eso está empeñado el gobierno de la República, para remontar la desigualdad tan arraigada en la población. Por ello se empieza a configurar una nueva actitud en la distribución del ingreso per cápita, hay diversos indicadores que lo corroboran, lo que resulta alentador mirando el futuro.

Los avances del Gobierno no pueden negarse sin falsear la realidad, la ciudadanía lo percibe con objetividad meridiana. Las campañas permanentes que los conservadores mantienen por todos los medios han sido ineficaces porque el pueblo ha aprendido a apartar la paja del trigo con plena claridad, a discernir su bajeza y su intención de volver al pasado autoritario. De tal manera que las campañas de denuestos e infundios no inciden en el ánimo social, los ciudadanos están claros en identificar quiénes defienden sus intereses y quiénes tratan de manipularlos con actitudes perversas, contrarios a su interés, por eso la derecha fracasa rotundamente en sus intentos demagógicos.

En este País los ciudadanos cuentan con plena claridad sobre la forma de actuar de los partidos políticos, por esa razón la derecha y los partidos políticos que han protegido la corrupción están liquidados políticamente en sus aspiraciones políticas.