Soberanías

Rafael Morgan
22 junio 2024

El Presidente López Obrador ha considerado muy importante que México sea autosuficiente entre lo que se consume y lo que se produce, para no comprar insumos a “esos países neoliberales” con economía de empresas privadas; así habló de tener autosuficiencia alimentaria, autosuficiencia energética, en medicamentos, en investigación, es decir, que México sea “soberano” frente al extranjero. Veamos pues qué tan autosuficiente y soberano está dejando al País al final de su mandato:

1. Este sexenio, como nunca, México tiene que importar maíz de Estados Unidos por alrededor de 23 millones de toneladas para satisfacer la demanda nacional de casi 47 millones de toneladas; es decir, se sufre una dependencia de 50 por ciento de maíz extranjero, que es el peor nivel desde que se tiene registro en 1960. Hay que aclarar que lo que se llama “autosuficiencia alimentaria” no es necesariamente cubrir el consumo al 100 por ciento, sino que, según la FAO, se logra a partir del 75 por ciento, pero ni eso.

En cuanto al frijol, la producción desde 2018 cuando se cosecharon 1.2 millones de toneladas, ha disminuido hasta sólo obtener 600 mil toneladas en 2023 y la expectativa es peor para este 2024 y según el Consejo Nacional Agropecuario, no es solo por la sequía, sino por la falta de apoyo al sector agropecuario para la tecnificación del campo, mejorar la fertilidad del suelo y protección contra la inseguridad.

Sucede que en años anteriores México exportaba más carne que la que importaba, pero eso se acabó pues en este año se registra un déficit de 21 millones de dólares; ya no producimos suficiente carne para el consumo, el precio al consumidor ha subido en los últimos tres años un 34 por ciento, obligando a los mexicanos a comprar más carne de segunda como pulpa o de tercera como menudo y vísceras. Lo mismo está pasando con el azúcar que sobraba para exportar hasta 2 millones de toneladas, pero en éste año apenas alcanzaría para cubrir el consumo nacional que se calcula en 4 millones 250 mil toneladas y la producción esperada es de 4.5 millones de toneladas.

Estamos pues muy, pero muy lejos de la autosuficiencia y soberanía alimentaria.

2. Respecto a la cacareada soberanía energética, aunque López Obrador “aseguró en conferencia mañanera del 12 de marzo que el País depende sólo un 35 por ciento de combustibles importados...”, según el Periódico Reforma “la Secretaría de Energía tiene otros datos... registró en enero ventas de petrolíferos por un millón 250 mil barriles diarios... pero se importaron más de 903 mil barriles diarios, es decir, el 72.2 por ciento, incluyendo gasolinas, diesel, turbosina, gas licuado, etc., nada más en gasolinas se vendieron casi 632 mil barriles diarios, de los cuales se importaron más de 457 mil barriles, el 72.4 por ciento”.

Como las seis refinerías están trabajando con un escaso 50 por ciento de su capacidad y “la subsidiaria Pemex TRI, acumula pérdidas por 800 mil millones de pesos de 2019 a 2023”, tal vez, sólo tal vez, cuando operen a toda su capacidad la refinería Dos Bocas y la planta coquizadora, se acerque a cubrir la demanda actual, pero no parece posible cubrir la demanda adicional que el País requerirá. No hay, pues, soberanía energética.

3. No hay soberanía tampoco en cuanto a la economía. Quiérase o no dependemos del comercio exterior, principalmente del repudiado Estados Unidos, al que le exportamos y le compramos más de 800 mil millones de dólares anuales y ya somos “el principal socio comercial” con un superávit de más de 150 mil millones de dólares.

La economía de los mexicanos tiene una dependencia crucial en las remesas de los trabajadores mexicanos en Estados Unidos, quienes están aportando más de 60 mil millones de dólares anuales, o sea, alrededor de un billón de pesos anuales.

Además, el crecimiento del País depende en buena medida de la Inversión Extranjera Directa y del llamado “nearshoring”.

No sólo no somos “soberanos” sino que somos totalmente dependientes del extranjero en nuestra sobrevivencia económica.

4.Y si a lo anterior se le agrega nuestra dependencia tecnológica de Estados Unidos y del extranjero en general, pues todavía estamos más atados a los resultados de sus investigaciones y adelantos en telecomunicaciones, digitalización, robótica, inteligencia artificial, etc.

En muchas partes del mundo se trata a los científicos e investigadores con reconocimiento y aceptación, pero aquí en México se les segrega y rechaza por motivos ideológicos, pues en la 4T no se percatan que el conocimiento y el saber científico no tiene religión ni ideología; con esos criterios retrógrados nunca nos acercaremos a alguna soberanía tecnológica.

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