Sinaloenses sin formación profesional, fallecidos por Covid-19

Daniel Ramírez León
11 octubre 2020

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Todos los días, a cierta hora de la mañana, Facebook me informa que tengo recuerdos para rememorar. Sin pensarlo dos veces, doy clic al recordatorio que me hará viajar en el tiempo. Hace un par de días, por ejemplo, me recordó una publicación que hice el domingo 10 de octubre de 2010, en la que lamentaba que el vuelo que traía los “periódicos nacionales” (llamados comúnmente así a los impresos en la CDMX) no había llegado. Entonces, escribí, me conformaría con leer lo poco que digitalmente difundían en aquel entonces.

A diez años de distancia, de manera creciente pero paulatina, hemos ido adoptando a nuestras vidas, el uso frecuente de diversas plataformas tecnológicas, ya sea para informarnos, socializar, viajar o comerciar, pero jamás imaginamos que llegaría, literalmente un día, en que obligadamente reemplazaríamos nuestra realidad presencial por una realidad virtual.
Y es que, a tan sólo 10 meses de padecer la pandemia por el Covid-19, el mundo se está transformando de la raíz a la faz, y con ello nuestras necesidades e interacciones sociales se han modificado por completo.
Derivado de las restricciones sanitarias como el confinamiento y, sobre todo, de las penosas muertes que, a la fecha según autoridades competentes, alcanza a más de un millón 74 mil personas alrededor del mundo, mientras que en México la cifra supera los 83 mil decesos y, en el caso de Sinaloa, está por encima de los 3,300 fallecidos, hemos asumido ciertas lecciones.
No sin miedo e incertidumbre, entendemos que la vida debe continuar con los cuidados recomendados, porque no hay economía que resista el cierre prolongado de sus unidades de negocio. Quizá por ello, como nunca antes, en lo que a nuestras individualidades corresponde, comprendemos la importancia de asearnos con frecuencia, de ejercitarnos con regularidad, y de alimentarnos sanamente, necesidades que deben prevalecer más allá de la pandemia.
Sobre todo, cuando de acuerdo a cifras oficiales de las autoridades federales de salud, el 70 por ciento del total de las defunciones confirmadas por Covid-19, padecía al menos una comorbilidad, como diabetes, hipertensión, obesidad, o cardiovascular.
Sin embargo, hay otros datos que merecen estudiarse con detenimiento, como los arrojados en la investigación periodística realizada por Noroeste a través de Adrián López Ortiz, que recientemente se publicó bajo el título: “CONTEXTO. Mueren 20 sinaloenses más por día durante la pandemia del Covid-19”, investigación elaborada con datos del Registro Civil de Sinaloa, que demuestra que “la mayor parte de los fallecidos siguen siendo hombres adultos mayores con bajo nivel educativo, amas de casa, jornaleros y jubilados”.
De acuerdo a la investigación con corte al 31 de julio, el 78.82 por ciento de los fallecidos a causa del Covid-19 en Sinaloa, son personas que carecen de una formación académica profesional y se distribuyen de la siguiente manera: sin escolaridad, 4.32 por ciento; con primaria completa o trunca, 48.92 por ciento; con secundaria, 13.56 por ciento; con preparatoria, 12.02 por ciento; con profesional, 15.94 por ciento; con posgrado, 5.24 por ciento.
Lo anterior, se suma a la larga lista de decisiones que escapan a nuestras individualidades y que ponen al descubierto, lo que por lo menos debe considerarse una derrota más de la política neoliberal.
ramirezleond@hotmail.com