Sin prudencia y dimensión
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@vraldapa
Dentro del vocabulario del filósofo alemán Martin Heidegger, “la política” se refiere al nivel “óntico”, mientras que “lo político” tiene que ver con el nivel “ontológico”. Esto significa, nos explica la politóloga inglesa Chantal Mouffe, que lo óntico tiene que ver con la multitud de prácticas de la política convencional, mientras que lo ontológico tiene que ver con el modo mismo en que se instituye la sociedad.
Sobre estos conceptos creo que se puede abordar el entendimiento y la práctica de “la política” de nuestros actores políticos en México y las repercusiones de “lo político” en el desafío que vive el País ante la pandemia del coronavirus.
Durante décadas hemos visto cómo, desde la llegada de la pluralidad electoral y la alternancia de partidos en nuestra democracia, la clase política y sus candidatos electos se volvieron representantes de sus partidos y no de los ciudadanos en sus distritos y gobiernos. Así fue y ha sido durante al menos 40 años en el País.
La semana pasada diputados federales del PRI y el PAN cuestionaron la reasignación del presupuesto del Gobierno federal ante la contingencia del Covid 19, de responder a fines electorales y fomentar la concentración de poder y el uso discrecional de recursos.
De igual manera el pasado viernes un grupo de legisladores de Morena se dieron cita virtual por internet para ofrecer conferencia de prensa con motivo de una serie de cuestionamientos y exigencias al Gobernador de Sinaloa, por la falta de información y transparencia respecto al manejo de los insumos médicos con los que se atiende la pandemia del Covid 19 en la entidad.
En diferentes medios de comunicación y redes sociales se dieron a conocer ambas expresiones de desaprobación, sin que pudiera identificarse en ellas una genuina intención o propósito de generar de manera apremiante un consenso que permita enfrentar de forma eficaz semejante contingencia.
Este ejercicio de “la política”, inmerso en confrontaciones mediáticas y electorales, ha sido una de las experiencias más desafortunadas que ha puesto de manifiesto la falta de dimensión y prudencia de muchos actores políticos, ante lo que está sucediendo en México y el mundo. Todo indica que no se reconoce con claridad, que se requiere de unidad para enfrentar una situación de verdadera emergencia y calamidad para los sinaloenses y el resto de los mexicanos en el País.
Cabe aclarar que mi observación no se refiere al tema de libertad de “la política” y mucho menos a la libertad de expresión, porque no es un asunto de censura, sino de tener escrúpulos morales y ética en “lo político”, como afirmó ayer el propio Presidente de la República, al cuestionar la reciente portada de la revista Proceso en la que aparece una imagen ciertamente alarmista y nada prudente de la situación de la crisis de salud que se vive en México.
La actitud de confrontación y revancha que asumen los legisladores federales del PRI y el PAN con el gobierno de López Obrador y los de Morena en Sinaloa con el Gobernador Ordaz Coppel, no ayuda y mucho menos augura buenos resultados si continúan interpretando la realidad que se padece, a través del lenguaje de la competencia partidista como único fin de “lo político”. Llama la atención que legisladores de Morena, a pesar de llevar más de un año en funciones, no hayan aprendido a representar la diferencia que millones de electores eligieron en 2018.
En Europa, a excepción de España, los partidos electorales han establecido una tregua de “la política” y sus procesos de elección, sumándose a los gobiernos y sus instituciones para colaborar sin diferencias, en esta titánica y difícil labor de enfrentar la pandemia. Lamentablemente el país que encabeza la lista de contagios en la comunidad europea es España, con más de 220 mil casos hasta el día de ayer.
Las voces que distorsionan los esfuerzos de gobiernos e instituciones de salud, los agoreros del mal y el fracaso, los inconscientes y codiciosos paladines del mercado, los charlatanes y mezquinos de “la política”, son ahora el lado triste y miserable de la humanidad, preocupantes obstáculos para librar la batalla por la vida. Nunca antes había sido tan inservible el ejercicio de “la política” en estos términos, los de una clase política que sólo demuestra su letal imprudencia e incapacidad para dimensionar la urgente y seria necesidad del momento.
Hasta aquí mi opinión, los espero en este espacio el próximo viernes.