Sin lugar a dudas...
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Sin quitarle ni ponerle, tanto la marcha femenil del pasado 8 de marzo como el paro del día siguiente, se constituyeron en todo un precedente en los registros históricos de la lucha feminista que procura mejores condiciones de vida y participación social igualitaria.
A lo largo y ancho del país, se escuchó el grito femenino para patentizar su coraje por los miles de crímenes de odio que afectan al sector femenino; alzaron la voz para externar su cansancio por la falta del respeto masculino hacia su persona; por ser víctimas de acoso sexual en distintos espacios de la sociedad, incluso en el ámbito familiar; manifestaron su legítimo enojo en contra de la ineptitud y lentitud con la que actúan las instituciones de impartir justicia y por el regateo de oportunidades laborales en igualdad de circunstancias que los hombres.
Las mujeres mexicanas también externaron su reclamo por el alarmante número de jovencitas que a diario desaparecen, como consecuencia del actuar impune de la ola delincuencial que envuelve a todo el territorio nacional.
Fueron de tanto peso las acciones de protesta femenil, que provocaron un hueco significativo en la popularidad y aceptación del Presidente de la República, quien cometió el error de no entender, y además, menospreciar la fuerza femenina, la cual representa un poco más de la mitad de la población.
Creo que Andrés Manuel nunca esperó la demostración de pujanza exhibida por las participantes en la marcha a propósito del Día Internacional de la Mujer, y mucho menos, el alcance que tendría el “9 ninguna se mueve”. Mucho tendrá que hacer para reconquistar la simpatía femenina.
Sin duda, las convocantes de la manifestación femenil deben estar satisfechas por los resultados obtenidos y su alborozo es compartido por los opositores del Presidente Andrés Manuel, quienes, de manera oportunista, se dieron a la tarea de alentar la marcha y el paro femenil, aprovechando muy bien el desprecio del Presidente hacia la causa rosa.
Marcha y paro han marcado todo un suceso en la vida nacional, pero también hay que decir que a la par de la manifestación sincera se movió la negatividad de las supremacistas feministas, de las que destruyen lo que se les atraviesa en su loco andar; de las que piden poner un alto a la violencia, comportándose como hordas salvajes a las que les vale el respeto hacia los demás.
De aquellas que manifiestan que prefieren ser putas antes que amas de casa.
Humillante manifestación, con la que lastiman la dignidad de millones de mujeres que eligieron dedicar su tiempo al hogar.
Dichas extremistas no merecen ser partícipes de una causa justa y no hacen honor a las heroicas antecesoras del movimiento feminista mundial y nacional. Las chicas bandas son mercenarias que ponen su resentimiento social al alcance del mejor solicitante.
El éxito acarrea compromisos y para conservarlo hay que obligarse de forma diaria y no de ocasión con la causa tomada. De otra manera, lo logrado se convierte en una campanada perdida en el espacio.
¿Qué sigue después de los sucesos comentados? Mucho trabajo de la mujer en la gestión de los objetivos que se han planteado, exigiéndole a las autoridades compromisos y fechas de realización de lo prometido, aunando un intenso trabajo de educación dentro del núcleo familiar, acentuado en el respeto hacia la mujer.
Urge que colaboren activamente en instituciones como el Instituto Mexicano de la Mujer, y sus réplicas estatales para que cumplan con sus objetivos y sacarlas del infértil letargo político en el que se desenvuelven. Darles vida para que dejen de ser meras estrellitas en la frente del Ejecutivo federal y en la de los gobernadores.
En la familia también se tendrá que trabajar con los niños para que aprendan a respetar a las mujeres y por otro lado, con las niñas para convencerlas, entre otras cosas, de que la belleza física no es mercancía expuesta al mejor postor y que su valía, está en sus valores.
Sin lugar a dudas, el feminismo constructivo es piedra de toque para el modelaje de una mejor sociedad. ¡Buenos días!