Sin agenda púrpura las mujeres policías. Dignora en Ahome y Karem en Navolato
Siendo mujer la Alcaldesa de Navolato, Margot Urrea Pérez, en lugar de mostrar empatía con el vigoroso movimiento feminista sinaloense procede a solapar a quienes la policía Karem Ivettee Serino Sainz acusa de acoso laboral, amenazas de muerte, reducción de salario y degradación jerárquica, invirtiendo la lógica de la sanción a presuntos delitos, pues arresta a la víctima y convierte en intocables a los agresores. Además, engaña al Gobernador Rubén Rocha Moya al embozar el abuso de autoridad como asunto interno de la Dirección de Seguridad Pública y Tránsito Municipal.
Más allá de la normalización que Margot Urrea le otorga a este tipo de hechos, estandarización que igual legitima la comisión de otros excesos en Navolato, a Rocha Moya le corresponde dar el golpe en la mesa que haga entender a los alcaldes que la transformación no es una palabra de moda sino el barrido generalizado de políticas públicas que restauran conductas que sin pena ni gloria pisotean los derechos humanos y otras garantías constitucionales.
No porque seamos vecinos de Sonora debemos parecernos a los políticos de allá en el antifeminismo que en 2015 trató de evitar que la hoy ex priista Claudia Pavlovich lograra gobernar aquel estado, corriente rústica que en los sitios de mayor confluencia ciudadana instaló mantas con la leyenda “las mujeres como las escopetas, cargadas y en el rincón” añadiendo la silueta de una mujer embarazada. ¿Existe idéntica idea en cada Dirección de Seguridad Pública y Tránsito Municipal de Sinaloa?
Por desgracia, para las mujeres que trabajan en las instituciones sinaloenses de seguridad pública la agenda es gris, no la del color púrpura que impulsa el Congreso del Estado. Son frecuentemente asediadas por los monstruos de corrupción, machismo y discriminación que subsisten en policías rasos y mandos del sexo masculino, cuya concepción se estancó, como si no tuvieran madres, en el esquema de pantalón avasalla a falda.
A Karem Ivettee “la traen de encargo”, como lo definió ayer Rocha Moya, y la Alcaldesa Urrea la agrega a esa lista de policías que en Sinaloa padecen violencia de género, contradicción a la cual desde marzo de 2019 presentó resistencia la agente municipal de Ahome, Rosario Dignora Valdez López, quien fue arrestada por el gobierno del entonces Alcalde morenista Manuel Guillermo Chapman al denunciar hostigamiento y segregación. Y como aquel abuso no logró arrodillarla, el actual Presidente Municipal, Gerardo Vargas Landeros, quiso destituirla en junio pasado, pero la presión ciudadana lo evitó.
Sin embargo, los desplantes de misoginia de Chapman y Vargas reiteran lo que es habitual en el resto de los municipios que conciben a mujeres ocupadas en tareas policiacas como equívoco del sistema de seguridad pública. A cuanto elemento femenino ingresa a las corporaciones le corresponde la insinuación sexual a cambio de ascensos, el arredramiento si se atreven a denunciar y, para colmo de males, la puñalada en la espalda de alcaldesas del mismo género.
Por ellas, que muestran mayor apego a ley y la moralidad y se les trata como estorbos a mafias policiales que se niegan a abandonar sus pillerías, debe el Gobernador acompañar más la lucha de dos mujeres, María Teresa Guerra, Secretaria de la Mujer, y Patricia Figueroa, Subsecretaria de Derechos Humanos, para que desde el Gabinete estatal combatan la visión anquilosada que hace creer a algunos que desempeñan la función pública que el cargo les otorga tanto poder como para pasar por encima de las integridades y evicciones de ciudadanos consuetudinarios. Marcarles un alto a las prácticas estigmatizantes e intolerantes que siguen allí, encubiertas en el azul oficial.
Los empeños serán insuficientes sin la convicción y acción del jefe del Ejecutivo estatal para proscribir la inercia aún poderosa que se resiste a asumir que hombre y mujer son iguales para efectos de oportunidades y vigencia del orden jurídico. Escuchar menos las justificantes de arbitrariedades en las cuales los prepotentes tejen historias en las que adaptan circunstancias y leyes a la medida de sus intereses, así como fiel a los tiempos idos, la Alcaldesa navolatense mece con cuentos la cuna de los arbitrarios.
Navolato da pauta para corregir de una vez por todas la noción de la mujer como objeto secundario, vulnerable y malmirado en cualquiera de las actividades que desempeñe. Qué absurdo que mientras el Congreso del Estado le da forma a la llamada Agenda Púrpura, que es el mayor trabajo legislativo en amparo al sector femenino, haya actores y factores del poder que involucionan a la era imbécil donde ellas estén relegadas en el desarrollo y prerrogativas.
Nunca más en Sinaloa otro caso de misoginia aguda en las policías como los que se ensañan contra Dignora Valdez en Ahome y Karem Ivettee Serino en Navolato. Para ambas injusticias deben el Gobierno y el aparato sancionatorio acudir el precepto “la ley es dura, pero es ley” antes que la gente crea que la Cuarta Transformación no es tal sino más de la misma impunidad que en el pasado marcó a los regímenes cómplices.
El azul les decoloran un día,
El púrpura en el siguiente,
Porque aquí ser mujer policía,
Es peor que ser delincuente.
Fin de semana largo para los jóvenes estudiantes y complicación mayúscula para los padres de familia, la alerta tardía que la Secretaría de Educación Pública y Cultura emitió ayer con la suspensión de clases por amenaza de lluvias torrenciales acabó siendo tormenta de reclamos que damnificó políticamente a Graciela Domínguez Nava, titular de la SEPyC. Y el sol llegó temprano para calentar más el diluvio de críticas que ameritó la intervención oportuna del Gobernador Rubén Rocha en la conferencia de prensa semanera.