Siete días de silencio en caso Tepuche. ¿Qué se fragua en el Cártel de Sinaloa?

Alejandro Sicairos
01 julio 2020

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alexsicairos@hotmail.com

 

A una semana de los hechos violentos que privaron de la vida a 16 personas en la sindicatura de Tepuche sobreviven las mismas y nuevas interrogantes cuyas respuestas serían decisivas para prever el comportamiento y efectos futuros de los choques entre grupos del narcotráfico que se extenderán tarde o temprano al resto del territorio estatal. La pregunta principal es quién está arbitrando en el Cártel de Sinaloa para contener la confrontación interna que atrae la atención de las fuerzas federales de seguridad pública.

Las organizaciones locales del trasiego de drogas presentan una pugna similar a la que se generó en 2017, en los primeros meses del gobierno de Quirino Ordaz Coppel, cuando los hijos del capo Joaquín Guzmán Loera despojaron a los Dámaso López, padre e hijo, de la influencia que tuvieron en los tiempos en que “El Chapo” concentraba el mando total de la parte que le correspondía en el Cártel de Sinaloa.

La única diferencia es que ahora la confrontación ocurre entre los jefes de los gatilleros de los “Chapitos” y de Ismael Zambada García, siendo esta ruptura la que más preocupa debido a que “El Mayo” ha sido durante décadas, y así lo asume el Gobierno, el factor de equilibrio que históricamente ha procurado la unidad y sostenido la fórmula de más negocios y menos muertos propuesta a las demás corporaciones del narco.

Desde que los gatilleros de los hijos de “El Chapo” salieron con sus arsenales a liberar a Ovidio Guzmán López cuando éste fue detenido en el desastroso operativo del 17 de octubre de 2019 en Culiacán, resultó evidente que se dañó lo compacto del Cártel de Sinaloa y el apego a la tradicional cúpula jerárquica, derivando en sobrecalentamientos que finalmente implosionaron el 24 de junio en los poblados de Bagrecitos y Caminaguato.
Al paso de siete días poco se ha clarificado respecto a los sucesos en esa zona teñida una y otra vez con sangre. Como siempre ocurre en masacres de este tipo las autoridades tratan de lavar las manchas, esconder a los muertos y dejar las cosas listas para la siguiente aniquilación masiva, aunque estos hechos de alto impacto también ocasionan que la alta delincuencia tome decisiones que hasta el momento se desconoce cuáles son.

Hace algunos meses el choque intracártel era un conflicto naciente en la zona de Loma de Rodriguera con el marcaje del derecho de ruta por parte de un jefe de sicarios y la resistencia de otra célula de gatilleros. Aquello no pasaba de ser el rumor de balaceras que era desmentido por las autoridades estatales de seguridad pública, pero poco a poco fue invadiendo los espacios hasta convertirse en la franja bárbara que ahora es.

De esta forma han comenzado siempre los dominios del narcotráfico. De un poblado avanzan a controlar las sindicaturas, luego los municipios y finalmente estados enteros, por lo tanto los lunares de violencia que se detectan en los municipios de Culiacán a Cosalá, otro que se delimita desde Angostura a Ahome, uno más que parte de Badiraguato y alcanza hasta Choix, y el de Mazatlán extendido a Concordia y Rosario, de un momento a otro configurarán una sola mancha criminal.

Lo peligroso es que para establecer el mando único los grupos confrontados en el Cártel de Sinaloa libran una guerra intramuros que diseminará más muertos, terror y desplazamientos, quizá con la contemplación de los gobiernos federal y estatal que se saben rebasados y que se aferran a la idea de que tales reacomodos en los grupos delictivos contribuyen a pacificar las zonas, así signifique tal apaciguamiento el derrame de mucha sangre.

¿Quién ganará la pugna actual y en cuánto tiempo se definirá al vencedor? ¿Qué papel está desempeñando Ismael Zambada y con qué estrategia participa en la circunstancia que hizo crisis en Tepuche? ¿Aunque sean menos beligerantes los choques en el resto de Sinaloa, son parte de la misma lucha por definir supremacías en el Cártel de Sinaloa? ¿La Guardia Nacional está obedeciendo órdenes de Palacio Nacional para que deje a los diferentes grupos del narco enfrentarse entre sí? ¿Seguirá permitiéndose que ciudadanos pacíficos mueran o abandonen sus comunidades en medio de este cruel narcochoque?

Estas son las interrogantes que rondan en Sinaloa cada vez que la paz pública resulta comprometida con las acciones de la delincuencia, tal como ocurrió en Mazatlán el 29 de junio cuando la zozobra colectiva recrudeció con los cadáveres de dos extranjeros abandonados dentro de maletas en un camino del norte de la ciudad. ¿Alguna autoridad o institución de seguridad pública, federal o estatal, está descifrando estos mensajes intermitentes que emite la delincuencia vertebrada como aviso de guerra?

 

Reverso

En tanto la esperanza nos dura,
Va otra súplica tenaz,
Que el narco en su reestructura,
Cuide a la gente de paz.

 

Los pleitos de AMLO

Corresponde a la naturaleza bronca del narcotráfico el comportamiento feroz que exhibe en varias regiones del País, sin embargo, no es propio de un estadista, como lo presume ser el Presidente Andrés Manuel López Obrador, que a la primera provocación choque con los gobernadores de los estados así sean estos tan buscapleitos como los cholos de Tijuana. Primero con Enrique Alfaro, de Jalisco, y ahora con Diego Sinhue Rodríguez, de Guanajuato, AMLO sigue picando crestas y en lugar de anidar en la figura presidencial la paloma de la paz, lo que habita en él un gallo de pelea que hace de México un permanente palenque.