Sheinbaum, Rocha y Pucheta en la estrategia de López Obrador
Quien no se haya dado cuenta de que Morena es un partido-movimiento sumamente elástico en sus definiciones políticas es que vive fuera de la realidad. No tan sólo eso, ideológicamente es más flexible que el PRIAN. En efecto, se define de izquierda, pero no es socialista ni comunista, aunque haya militantes con ese sello en sus filas. Para ser más contundente: no es anticapitalista. Mientras que el PAN y el PRI, a quienes se les ha sumado el PRD, ideológicamente son dogmáticos e incapaces de abandonar las tesis centrales del neoliberalismo en la distribución del ingreso que relegaron a los de abajo, las cuales después de aplicarlas de 1982 a 2018 los llevó a perder el poder.
Morena es de izquierda porque, como bien define Norberto Bobbio, lo que la caracteriza a éste es la búsqueda de la justicia social. Pero dentro de esta caben diferentes interpretaciones. La de Morena es: Primero los pobres. Idea que se concreta en los programas de asistencia social, programas educativos, culturales y de inversión pública. Pero hasta ahí, porque en política fiscal, política monetaria, manejo de deuda externa y comercio internacional Morena ha respetado más disciplinadamente los lineamientos del Consenso de Washington que los gobiernos del PRI y PAN. Y no se diga en un buen trato a poderosos grupos empresariales.
Justamente porque Morena no es anticapitalista su estrategia política para ganar el poder en 2018 y que ahora retoma Claudia Sheinbaum fue abrirse a recibir fuerzas políticas e individuos con diferentes trayectorias ideológicas y partidarias, así como diferentes orígenes sociales.
Dijo la doctora Sheinbaum en su mensaje al Primer Consejo Político Nacional de Morena:
“Hoy convoco a la participación de personas de todas las clases sociales, personas de diferentes corrientes de pensamiento, de todas las religiones, libre pensadoras, a este movimiento que es amplio, plural, de campesinos, trabajadoras, trabajadores independientes, clases medias, artesanos, científicos, artistas, intelectuales, comerciantes y empresarios, jóvenes, mujeres, a los millones de mexicanos y mexicanas que viven fuera de México, a que construyamos el segundo piso de la transformación”.
A los militantes más duros de Morena no les gusta que ex miembros de otros partidos o mujeres y hombres que no han militado en la izquierda sean postulados como candidatos a un cargo de representación popular, pero los postulados ideológicos y los reglamentos del partido no lo prohíben, y ni otra estrategia es viable para seguir ganando elecciones y aplicar su programa en escenarios sumamente competidos.
Si nos trasladamos a Sinaloa, nuestra especificidad para entender lo anterior, Rubén Rocha así lo entendió y así ganó la Gubernatura. Incluso, al grado de sumar en la campaña al PAS con el riesgo de que este le hiciera la vida difícil ya como gobierno, tal y como sucedió; por lo que, paulatinamente, en meses posteriores, se fue deshaciendo de él.
Claudia Sheinbaum, quien empieza a tomar la batuta de la 4T con el claro mensaje de la inminente postulación de Omar García Harfuch como aspirante a ser candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad de México, ya estableció la ruta para ganar las elecciones presidenciales y la mayor cantidad de apuestas federales, estatales y municipales.
Es en este contexto donde debemos entender la presentación de Fernando Pucheta como aspirante a la Alcaldía de Mazatlán.
Morena, con AMLO, arrasó nacionalmente y benefició al hoy defenestrado Benítez Torres en 2018, pero Pucheta obtuvo 75 mil sufragios. En 2021, el doctor Rocha Moya buscó que el hijo de la populosa Colonia Obrera fuese candidato de Morena en 2021, pero “El Químico” Benítez ratificó la candidatura. Morena con Rubén Rocha volvió a barrer y “El Químico” nuevamente salió beneficiado; sin embargo, Pucheta obtuvo cerca de 70 mil votos. Seis años antes había ganado con el PRI la Presidencia Municipal con 40 mil votos.
Es decir, el ex profesor del CBTIS en Mazatlán ha preservado un capital electoral y tiene un perfil social que al doctor Rocha Moya le han interesado desde hace tres o cuatro años. Esto lo sabe Fernando Pucheta y por eso renunció al PRI y el pasado martes anuncia que se postulará como ciudadano libre o como integrante de Morena para disputar nuevamente la Alcaldía de Mazatlán.
Más allá de que la doctora Sheinbaum retoma la estrategia electoral flexible y pragmática de López Obrador, que jaló candidatos con diferentes orígenes ideológicos y políticos- todos bajo su férrea dirección-, es evidente que no quiere caer en triunfalismos electorales ni en dogmatismos y hace una propuesta amplia y plural a personas de diferentes corrientes de pensamiento.
Esta tesis ya la anticipaba Rubén Rocha Moya meses antes cuando relevantes priistas, entre ellos Pucheta, Gloria Himelda Félix, Feliciano Valle y Jesús Valdez, renunciaron al partido y se acercaron al Gobernador. Era evidente que él actuaba para profundizar la crisis política del PRI en Sinaloa pensando en las elecciones de 2024. Así pues, es claro que el paso que dio Pucheta se inscribe en la estrategia que aplicó López Obrador, continúa Claudia Sheinbaum e impulsa Rocha Moya en Sinaloa, aún con la resistencia de algunos militantes morenistas.
Habrá que esperar que las encuestas municipales confirmen o desechen el capital político de Pucheta como aspirante a la candidatura morenista. Si lo primero es cierto, Rocha Moya no se habrá equivocado y eso podría contribuir a recuperar para Morena amplias franjas clasemedieras y populares que han acompañado al antiguo vecino de la Colonia Obrera desde hace varias elecciones, robusteciendo las urnas de Morena en 2024.