Sheinbaum en Sinaloa, zona de guerra
Por si acaso son los ventarrones de violencia los que el domingo traen a Sinaloa a la Presidenta Claudia Sheinbaum, es de esperarse que venga con alguna buena noticia en materia de tranquilidad y gobernabilidad, independientemente del discurso que le conocemos donde el Estado mexicano dice que derrotará a la delincuencia organizada, mientras que los criminales no dan señales de pausas ni de rendición. El ataque directo en Culiacán a un agente del Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, merma la confianza en que la fuerza pública federal y estatal sean a corto plazo los restablecedores de la paz.
Nótese que en el diálogo público cobra impulso la posibilidad de la pausa que el Gobierno pueda negociar con los dos segmentos enfrentados dentro del cártel local del narcotráfico, como única manera o mejor dicho como último reducto del alto al fuego criminal en tanto se enfría el conflicto y se les abre pauta a acuerdos de mayor consistencia para pacificar a Sinaloa. Se trata de una salida emergente que resuelve a corto plazo y posterga para después o nunca la entelequia de la paz duradera.
Sheinbaum, cuya estancia en Mazatlán seguía confirmada para el 22 de diciembre, seguramente le reiterará el apoyo al Gobernador Rubén Rocha Moya para que prosiga con el plan antiviolencia implementado desde el 9 de septiembre y modificado en varias ocasiones para ajustarlo a los vaivenes de la acción criminal. Pero algo más deberá ofrecer con resultados en la mano que le reaviven los ánimos a un pueblo agotado y agobiado por la inseguridad.
Políticamente el espaldarazo presidencial le viene bien a Rocha en lo que será el mayor accidente en materia de seguridad pública que le haya ocurrido a Mandatario estatal alguno, que es la anulación por medios extrajudiciales del jefe emblemático del Cártel de Sinaloa, Ismael Zambada García, quien históricamente con el aval de regímenes y priistas y panistas funcionó como factor bisagra entre organizaciones del narcotráfico y de acuerdos de éstas con el Gobierno. Pero de eso a encargarle al Gobernador que solucione el actual conflicto intracártel pues no está dentro de su ámbito de atribución ni puede hacerlo por sí mismo, y por lo tanto asignarle tal encargo no debe entenderse sin meterle cierta dosis de perversidad política.
No obstante, en la lógica de que cada complicación cala a las personas e instituciones en la construcción de grandes soluciones, Rocha Moya sí puede ser el artífice del plan de paz a largo plazo que daría resultados en dos o tres décadas. Si lo implementa desvanecerá la narcoguerra que a mitad de sexenio le complicó la gobernabilidad y resaltará el estadista que hizo posible después de décadas de intentos fallidos el programa que situé la civilidad muy por arriba de la narrativa cruel y repetitiva del narco.
La incidencia de lo que hiciera les beneficiaría a futuras generaciones y quizás a la mitad del siglo en curso dé frutos maduros. En toda siembra la colocación de la semilla parece ser un acto insignificante y con el tiempo le da trascendencia la planta que germina, crece y provee productos que en las mesas de las familias se tornan prodigiosos. La simiente que urge es la de la educación, los valores, la cultura, el deporte y las oportunidades todas que ininterrumpidamente forjen destinos luminosos a través de sinaloenses fraguados con la paz.
Esa sería la tarea que le corresponde impulsar al Gobernador en lo local, en tanto que a la Presidenta Sheinbaum le compete hacer realidad la tranquilidad y protección ciudadanas con base al mandato constitucional. A algo bueno ha de venir a Sinaloa en circunstancias de alta delincuencia que reta evolucionando en los métodos y medios para hacer creer que no está mermada, doblegada ni dispuesta a asumir treguas o pactos, a pesar del desgaste natural que toda guerra les causa a los participantes de la conflagración.
Acaba de suceder que sabiendo de la presencia de García Harfuch en Culiacán alguno de los segmentos del narcotráfico que colisionan en Sinaloa le envía al titular de la SSyPC el aviso de que el crimen está dispuesto a ir más allá de donde ha llegado hasta hoy. Y que las casas y establecimientos comerciales arden como paja seca por las noches dejando la estela de destrucción y diseminando altas cuotas de terror.
La Mandataria mexicana está al tanto del terrible saldo de muertes, desaparición de personas, daños patrimoniales y obstrucción a vías de comunicación. Conoce el grito angustioso de la sociedad sinaloense que desde aquí hace eco en la sede del Gobierno de la República y también ha sido trasladado a Palacio Nacional por los sectores agraviados. Trae en su agenda prioritaria el tema de la seguridad pública.
Todo esto alienta la expectativa de que el domingo Sheinbaum haga o diga algo que nos evite pedirles a los capos en pugna que nos den la tranquilidad que crucial y obligatoriamente debe proporcionarnos el Gobierno.
Aquellos que imploramos al cielo,
Que acabe ya esta guerra cruenta,
Ahora ponemos a ras del suelo,
La esperanza en la Presidenta.
Porque el tiempo apremia, el Consejo Estatal de Seguridad Pública debe presentar a más tardar en los primeros días de enero el borrador de la estrategia de paz que sea definida de manera consensuada con los gobiernos federal y estatal, organizaciones de la sociedad y sectores productivos con bosquejos de cuál será y cómo transitará el itinerario a recorrer a largo plazo para asentar en los sinaloenses la mentalidad de concordia y legitimidad que sirva de muro de contención a acometidas violentas por parte de delincuencia que nos tomó la medida en cuanto a nuestros miedos, de mayor tamaño que las valentías.