Ser agradecidos

Rodolfo Díaz Fonseca
16 enero 2020

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rfonseca@noroeste.com
@rodolfodiazf

Cada día, el ser humano abre los ojos, se levanta, camina, juega, trabaja, se pasea y se divierte. Sin embargo, en pocas ocasiones se maravilla y sorprende ante los grandes regalos recibidos. Es más, a veces reniega de sus desgracias e infortunios, sin tomar en cuenta que son más los momentos de gozo que de sufrimiento.

En efecto, algunos somos muy malagradecidos. No nos extrañamos ante tantos dones y beneficios. No somos capaces ni siquiera de agradecer el contar con pies, brazos, manos, ojos y algunos bienes materiales con los cuales hacer nuestra vida más agradable.

Bob Edens es un hombre que nació ciego y llegó a ver mediante una operación de retina desprendida y trasplante de córnea que le practicaron en 1981, cuando tenía 51 años. Antes de esa intervención quirúrgica aprendió Braille, se graduó en la universidad, contrajo matrimonio y tuvo una hija.

Son muy emotivas las palabras que pronunció al contemplar el mundo: “Jamás había imaginado que el amarillo es tan, tan amarillo. No tengo palabras para expresarlo; simplemente estoy maravillado por el amarillo. Pero el rojo es mi color favorito. Espero ansioso que llegue la mañana para levantarme y ver lo que ahora puedo mirar.

“Vi el púrpura y el naranja recientemente en la cara de un tigre. Pude ver los pelos individuales y los colores y sus ojos… Puedo ver la forma de la luna, y no me gusta nada mejor que ver un avión volando por el cielo dejando un rastro de vapor. Y, por supuesto, amaneceres y atardeceres.

“El otro día vi unas abejas y eran maravillosas. Vi un camión pasar bajo la lluvia y arrojar rocío al aire. Quedé asombrado. ¿Y, ya dije que vi una hoja que caía suavemente por el aire?”.

¿Agradezco todos los dones recibidos?