Sensibilidad en publicaciones de violencia de género
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Ya hemos comentado en otros artículos anteriores algunas directrices y protocolos que hemos creado y nos rigen en nuestras coberturas y publicaciones relacionadas con la violencia, pero el problema de la inseguridad y los hechos delictivos de alto impacto es tan fuerte en Sinaloa, que tratarlo es inagotable.
Esta semana que pasó ocurrió un hecho que es importante comentar por las decisiones que tomamos y vamos aplicando.
El suceso fue la aparición de dos cuerpos carbonizados la mañana del miércoles en un predio enmontado en el Ejido El Huizache, en Costa Rica, Culiacán.
La primeras versiones, extraoficiales como siempre, se señaló que eran dos cuerpos, sin precisar género ni edad, pero pocos minutos después la versión extraoficial cambió y precisaron que eran de dos mujeres jóvenes, como de 16 años.
En cuanto surge esta información, que eran mujeres y jóvenes, el tratamiento de la información cambia para nosotros como editores.
Y no es por un asunto sexista o que hagamos distinción entre hombres o mujeres en nuestras publicaciones en general, pero en notas de alto impacto el tratamiento se ajusta en cuanto se da a conocer que las víctimas o las involucradas son mujeres.
La perspectiva de género es un tema vital en nuestras publicaciones, la violencia contra las mujeres es el extremo más dramático de la desigualdad de género y el feminicidio es la máxima expresión de esa violencia. Visibilizar estos casos es parte trascendental de nuestra labor periodística.
Estas notas las tratamos no con neutralidad, sino con indignación, pero siempre siendo sensibles a lo que publicamos y cómo lo tratamos.
Uno de los aspectos importantes, además del texto y el encabezado, es el tipo de fotografías que publicamos, más en este tipo de hechos.
Nuestro Código de Ética, nuestro Manual de Estilo y nuestros Protocolos para la cobertura y publicación de información relacionada con la violencia precisan criterios para la publicación de fotografías de hechos policiacos. El primero es que se debe cuidar que no sean imágenes que puedan resultar ofensivas innecesariamente, en las que prevalezcan detalles morbosos o aquellas donde la sangre sea la protagonista principal. Por supuesto, que no sean imágenes con violencia explícita.
Anteriormente, era más sencillo, por decirlo así, seleccionar esas fotografías porque su publicación eran en el ejemplar impreso, donde la impresión en papel, el hecho de ir en blanco y negro o la imposibilidad de que el lector acercara la imagen, mesuraban de alguna forma el impacto.
Sin embargo, ahora, con los medios digitales, tenemos que ser especialmente cuidadosos, pues el color y la alta definición de las imágenes, y la posibilidad de acercar la imagen en las pantallas hasta ver los detalles más ínfimos, hace que sean más riesgosas algunas fotografías.
Aunque en general nuestros periodistas cuidan de no tomar fotos de cerca de las víctimas, en la edición vuelve a cuidarse que no se vean detalles morbosos u ofensivos. En el caso de esta semana, los cuerpos carbonizados de las jóvenes no debían ser demasiado visibles en nuestras publicaciones, sino reflejar solo la movilización de policías y peritos en la zona del hallazgo.
De acuerdo con el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, “todas las expresiones de extrema violencia y crueldad vinculadas a las formas en cómo se encuentran los cuerpos de las mujeres, manifiesta el poco valor que se le da a la vida de las mujeres, pues cada vez más se les encuentra en bolsas, costales, alcantarillas, terrenos baldíos, etc., por lo que existe una basurización simbólica que envía el mensaje de que los cuerpos de las mujeres no tienen valor”.
La publicación de imágenes de las víctimas de feminicidio es un tratamiento irrespetuoso no sólo para ellas, sino para sus familias, señalan los expertos. Reproducen una cultura de violencia contra las mujeres, naturaliza y justifica este tipo de violencia.
Tomando en cuenta estas observaciones de expertos, sabemos que el morbo y el sensacionalismo no es nuestra vertiente, no apostamos a dar detalles exagerados de la violencia contra la víctima ni revictimizarla con titulares escandalosos, frívolos o discriminatorios, o incluso con sobreexposición de imágenes de la escena o de la propia víctima. Todo esto sin trivializar la información.
Apostamos por contextualizar el hecho, aportando datos precisos de otras agresiones similares para poner en perspectiva la información y buscando opiniones de expertos y de organismos para mostrar lo intolerable de la agresión.
Sabemos que la publicación de este tipo de información de manera profesional debe contribuir a una verdadera sensibilización hacia las agresiones contra las mujeres y a una visibilización real del problema, y en Noroeste, procuramos que con el ejercicio periodístico, se contribuya para alcanzar ese objetivo.