Senectud, ardiente promesa
El 25 de marzo de 1918 nació la escritora, filósofa, pedagoga y locutora Emma Godoy, en la ciudad de Guanajuato. Para recordarlo, Google le dedicó su Doodle, alterando temporalmente su logotipo para celebrar el aniversario.
Esta poeta señaló que la senectud es cima, y no decadencia: “Es que ahora no somos cultos, sino simplemente civilizados. En épocas de cultura, los viejos han sido considerados los grandes de la nación. A ellos se les confiaba el más alto de los oficios: el de gobernar”.
Agregó: “¡Cuánto ganaría un país si hiciera de nuevo productiva la edad de la sabiduría!... En la medida que hay espíritu, la ancianidad deja de ser amenaza para convertirse en una ardiente promesa. No estaría mal hacer una prueba para medir la espiritualidad de las personas, fundándose en esta cuestión: ¿Qué piensa usted de la ancianidad?”
Reconoció que hay jóvenes brillantes, pero sin la sabiduría del tiempo: “El joven, aunque posea preclara inteligencia, es un turista que acaba de llegar a la laberíntica ciudad de la existencia y, desorientado, se mete en callejones sin salida; o corre impetuoso en sentido contrario a donde debe ir; o choca y se hiere contra los árboles, contra los muros, o atropella en su carrera vehemente a quien se atraviesa por su camino”.
Asimismo, enfatizó la productividad de los ancianos: “Entre los genios que se han significado en la historia, muchísimos han realizado lo mejor de su obra en “la tercera edad”: Solón, Licurgo, Pitágoras, Sócrates, Platón, Aristóteles, Fidias, y otros más en Grecia. Moisés contaba ya 80 años cuando liberó a su pueblo de la esclavitud de Egipto. Goethe escribió su Fausto también por esa edad. Miguel Ángel pintó El juicio final, ya decrépito. Sería interminable la lista”.
¿Subrayo la ardiente promesa de la senectud?