Se vale soñar...
Me toca en suerte hacer la presente entrega en esta significativa fecha; la considerada como la de los apuros, por tanto distractor y hacerla llegar a redacción del periódico, de manera anticipada a la normal, pero también tiene sus ventajas, ya que nos da la oportunidad de expresar, justo el mero día, a quienes nos hacen el favor de leernos, nuestro agradecimiento, deseándoles una Noche Buena de gozo y armonía personal y familiar. Teniendo una excelente carga de regalos, traducidos en buena salud y el privilegio de contar con la bendición de tener techo, fuente de ingresos y los alimentos diarios; ventajas que se agradecen a la vida o al Dador en el que cada quien crea.
Por supuesto, también vaya el deseo de una buena dosis de aceptación de los nubarrones negros que nunca faltan, y a los cuales, hay que entender que son parte de la vida, ello, en coincidencia con lo escrito por Violeta Parra en su canción Gracias a la vida: “Gracias a la vida que me ha dado tanto/me ha dado la risa y también el llanto/así yo distingo dicha de quebranto...” ¡Salud y feliz noche buena, con un mejor despertar!
Y sí, día con día, deseamos un mejor despertar, en un transitar diario sin temor a convertirnos en un número más de la estadística mortuoria del país, como víctimas de la violencia, que por momentos, nos da la impresión de que es imparable. Aspiramos a un mejor despertar en el que el éxito económico, aunque sea de mediano pelo, no se convierta en atractivo para los extorsionadores y en potencial probabilidad de ser secuestrados o ejecutados si se incurre en la negativa de no ceder a las exigencias de entregar cuotas a los delincuentes, para tener el derecho de que nos dejen vivir sin ser acosados.
Soñamos con un mejor amanecer para el futuro de nuestros descendientes, en el que puedan gozar en plena libertad, cada una de las etapas de sus vidas.
Por supuesto, también fantaseamos por un ambiente de paz mundial; libre de las guerras absurdas que hoy se desarrollan, motivadas por la codicia de dominación territorial y todo lo que esto conlleva; por la ambiciosa industria bélica, así como por las delirantes divergencias religiosas o raciales.
Alentados por las promesas políticas de campañas, a nivel federal, en cada ocasión de elegir a un nuevo titular del Poder Ejecutivo, renacen entre nosotros, las esperanzas de una nueva realidad; de un escenario más justo, bajo un clima de seguridad. En la elección del actual presidente de la república, el voto popular se movió en ese sentido, sin embargo, el favorecido no le apostó a sembrar la solidaridad social, no bastándole el inusitado respaldo ciudadano para llegar a la presidencia y entender que en la construcción de un gran país es condición ineludible, fomentar la unión ciudadana, y en su caso, la reconciliación de las naturales diferencias resultantes de una jornada política.
Por el contrario, el autodenominado Rayito de esperanza, ha caminado en sentido contrario hacia el reencuentro social y se ha dedicado a fomentar las diferencias entre los que a pie juntillas le siguen y sus contrarios políticos, clasificando a los primeros como el pueblo bueno y a los segundos, como enemigos del país, en una apuesta que de ninguna manera puede dar como resultado una sólida base social para concretar mejores horizontes y fomentar la participación ciudadana aportante para tan noble fin.
Se vale soñar, y más en este día, en virtud de lo cual, me gustaría un libreto más menos parecido al de la película Expreso polar, pero con una trama que se centre en el rescate de la esperanza de la activación ciudadana, que empuje a los que les confiamos la dirección del país, a cumplir a cabalidad con el compromiso que adquieren ante la sociedad ¡Felices fiestas!