Se fue con la Navidad

Blanka Alfaro
28 diciembre 2019

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Hace ya un año, justo en Navidad mi querido Teo se fue y aunque escribo esto con lágrimas en los ojos recordándolo, la verdad es que esta es una historia feliz, una historia única, entre millones que son completamente opuestas.

Teo apenas era un bebé cuando lo conocí, se había escapado del lugar donde lo asesinarían para ser parte de alguna cena o celebración, una familia lo vio correr espantado a la orilla de la carretera, afortunadamente decidieron ayudarlo.

Él era el cerdo más hermoso que yo había conocido, bueno la verdad es que nunca había convivido con un cerdo bebé, la familia no podía resguardarlo en su casa, aunque era muy pequeño un cerdo debe estar en condiciones adecuadas de lo contrario será un problema para él y para los demás. Recuerdo cuando lo llevamos al Santuario y conoció por primera vez a quien sería su amiga por el resto de su vida, Wicca es una cerdita que antes habíamos rescatado, ella también había escapado del matadero, cuando se vieron, se olieron y comenzaron a correr juntos, nunca más se volvieron a separar.

Teo siempre tuvo problemas de piel, es muy común que los cerdos que son criados para carne vivan bajo techo toda su vida encerrados en jaulas, así que la genética les ha jugado una mala pasada a través de las generaciones, haciendo que su piel no sea tan resistente a los rayos del sol, y a pesar que siempre tratamos de que tuviera un gran espacio con sombra y mil remedios para proteger su piel, el tiempo y la genética terminaron haciendo estragos en el.

Teo desarrolló cáncer en la piel, que de vez en vez se manifestaba en heridas sobre él.

Recuerdo que le encantaba hundirse en su charco de agua y lodo, sólo asomaba la cabeza, salía completamente lleno de barro, como si saliera de un spa, le encantaba la papaya y las verduras, su cara al comer daba una paz que no puedo describir, sólo puedo añorar al pensar en él.

Hace justo un año el cáncer le ganó, justo un 24 de diciembre, la Navidad se llevó a Teo el cerdo más feliz que he conocido, uno de los muy muy pocos cerdos que tienen la suerte de vivir tranquilos, cada año la Navidad se lleva a miles o millones de cerdos que han vivido condiciones de explotación y crueldad, sólo para ser el platillo principal de alguna celebración donde lo último que reina es la paz, al menos para los animales que yacen sobre la mesa.

Ojalá que haya muchos millones de Teos felices que se los lleve la Navidad dormidos en su refugio donde soñaron tantas veces porque eran libres y no vivían con miedo, y dejé de haber tantos y tantos que llegan a una mesa resultado de nuestra voracidad, ese es mi deseo de Navidad.

Brinca Teo dondequiera que estés y ayuda a los demás a saltar para escapar...