Sarcasmos

Guillermo Fárber
06 noviembre 2019

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Tras un tiroteo siempre claman por quitarle las armas... a quien no las tiene.

 

Narco en Sinaloa

Este ensayo de Rubén Rubio Valdéz (“La otra perspectiva del surgimiento del narcotráfico en Sinaloa”, Culiacán, octubre 2016) es obligatorio para todo interesado en el tema (resumen mío).

“Cultivar amapola ahora (1939) sería con fines de exportación. Max Cossman, conocido como ‘El rey del opio’, acopiaría y pagaría las entregas de opio tras la frontera en Tijuana, Baja California. Formaba parte él, de la Banda de Traficantes identificada como el 107th Street Mob, en el Barrio Italiano de Harlem en New York, por el Oficina Federal de Narcóticos (BFN). Desde ese domicilio, la Mafia Neoyorquina operaba la compra y distribución de opio y morfina. Quien lo operaba era Gertano Luchese alias ‘El Tres dedos’, siendo Lucky Luciano, Frank Castello, Meyer Lansky y Benjamin Bugsy Siegel, entre otros, los capos que formaban la organización. Se da por cierto que B. Bugsy Siegel, acompañado de la bella Virginia Hill, hizo los arreglos con agentes de gobierno para emprender el programa de producción de opio en Sinaloa.

“Con palabras casi inentendibles y cómicas del castellano de José Amarillas (nacido en 1869 en Hong Kong, como Lai Chang Wong) con secrecía gente de Santiago de los Caballeros, Municipio de Badiraguato, fue seleccionada y capacitada. El clima y el suelo de los parajes rurales de ese poblado, y su gente hicieron la historia. Nadie, ni el propio José Amarillas imaginaron lo que a la postre sería esa y las siguientes generaciones.

“Desde 1925, durante el gobierno del Presidente Plutarco Elías Calles, en México quedó prohibido cultivar adormidera y procesar su producto; sin embargo, inexplicable fue la actitud omisa del gobierno estadounidense, bajo la Presidencia de Franklin Delano Roosevelt, la velada campaña de promover el cultivo de adormidera en la Sierra de Badiraguato, por la Mafia Neoyorquina, identificada por Harry J. Ansliger (1892-1975), el Primer Zar Antidrogas de Estados Unidos, siendo director de la FBN (Oficina Federal de Narcóticos), de la que fue su director des 1930 a 1962. Fue implacable con los traficantes de licor en la época de la prohibición y con el trasiego de drogas. Él sostenía que para evitar el consumo, no debería haber oferta. Él pidió que el consumo fuera un delito.

“Los laboratorios productores de morfina y heroína de Estados Unidos afrontaron problemas. Apenas se habían iniciado las hostilidades entre Potencias del Eje y Países Aliados, con la invasión del Ejército Alemán a Polonia el 1 de septiembre de 1939. La Mafia Neoyorquina, que distribuía heroína al este, centro y oeste del país, también sintieron la escasez de mercancía a consecuencia de la guerra. Desde antes a esas fechas, ya se traficaba opio mexicano hacia las fronteras de Mexicali y Tijuana.

“Fue así como las primeras siembras del enervante se iniciaron a principios del mes de enero de 1940, después de pláticas de emisarios de grupos mafiosos y del crimen organizado de Estados Unidos, respaldados por agentes de narcóticos mexicanos. Enseguida se sumarían mandos policiacos de Sinaloa; siendo éstos, personal de la mayor confianza de los gobiernos, federal y estatal.

“De acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), las regiones del sudeste de Asia producen el 83 por ciento de la producción mundial de opio (8,900 toneladas).Queda claro que la producción de opio mexicano ha sido desde siempre insignificante. Sin embargo, la DEA (Drug Enforcement Administration) dice que los capos mexicanos son y han sido los más poderosos introductores de opio y cocaína a los Estados Unidos. Las estadísticas de la UNODC desmitifican la preponderancia de los llamados ‘capos mexicanos’ en el campo del trasiego de drogas y su poderío económico. México y Colombia aportan el 7 por ciento de la producción mundial de opio. Sólo Afganistán produce el 60 por ciento; entonces, cómo se puede considerar la importancia de México en el mercado mundial del opio”.