Sarcasmos
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Eutanasia 2
Concluyo con la cita de González Iñoga.
“En todos lados que alguien nazca pronto será una gran noticia, pero que alguien muera es ya habitual, es rutina, es decir simplemente ‘uno menos en este valle de lágrimas, estará mejor dormido que despierto’. ¡No te impidas ser feliz! ¡Huye de la actual secuela de exterminio de ancianos, enfermos y minorías de color diferente!
El gran reto no es acabar con la vida, es encontrar nuevos y mejores caminos para hacerla más agradable, más feliz. Esta pandemia nos ha recordado la sacralidad de la vida. La vida es sagrada. Para celebrar la vida nada mejor que la canción de Violeta Parra, inmortalizada por la argentina Mercedes Sosa en 1971 entre el público hispanoparlante, y por Joan Báez que en 1974 popularizó la canción en EEUU:
Gracias a la vida que me dado tanto
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto
Así yo distingo dicha de quebranto
Los dos materiales que forman mi canto
Y el canto de ustedes que es mi mismo canto
Y el canto de todos que es mi propio canto
Gracias a la vida que me ha dado tanto
[Violeta Parra, 1917- 1967, trovadora chilena]
Opiniones
Dice la Paty Haas:
LA VIDA ES SAGRADA. Tema nada superficial, el fondo es muy profundo.
Me preguntaba una amiga mía, que tenía Alzheimer leve pero una soledad muy grande. Había enterrado con un año de diferencia, a su esposo y a su hijo mayor, sus dos grandes amores. Sólo le quedaba su hijo menor.
- ¿Por qué tengo que seguir viviendo, Patricia?
- Kay, a veces damos nuestras mejores lecciones cuando nos volvemos inútiles, cuando tenemos que depender de los demás, cuando estamos desvalidos. Tú le estás enseñando a tu hijo menor a hacerse responsable de ti, a sentir compasión por los demás, a interpretar tus miradas, tu tono de voz, a dar de sí mismo.
- Pero ya no puedo hacer nada, Patricia, estoy aquí tirada, y él... nunca me ha entendido. Siempre ha sido tan independiente, no se da cuenta de lo que sienten los demás.
- Por eso te tiene a ti, Kay. Tú eres su maestra. A través de ti, Dios le está enseñando a apreciar la vida, la salud, el valor de la familia. La importancia de que tú sigas presente, cuando el resto de su familia ya se fue. Con tu presencia, él se está acordando de todo lo que tú has hecho por él, lo que representas para él, lo que le has enseñado.
Tú, Kay, eres todo lo que le queda de sus seres queridos. Y él, que nunca te entendió, ahora te está conociendo, y a través de ti, se está conociendo a sí mismo. Le estás enseñando a amar.
Después de meditar esto en los días que siguieron, su hijo nos reportó que la veía mejor. La siguió cuidando en su casa, pese a los gastos exorbitantes de las enfermeras día y noche, hasta que se quedó sin recursos. Rechazó ofertas de trabajo millonarias, dejó de viajar, hasta que rendido y después de que su madre se salió de la casa por la noche gritando los nombres de su esposo y su hijo ausentes, nos preguntó qué debía hacer.
- Kay está enferma de soledad, intérnala en una casa para ancianos enfermos de Alzheimer, hay una fundación que se encarga de ayudar a los familiares y la ayuda es gratuita.
Poco tiempo después, Kay estaba instalada en una vieja mansión donada por una familia aristócrata para alojar ancianos con Alzheimer. Era una casa hermosa, con los mejores cuidados y un personal entregado y muy bien pagado por la Fundación.
Kay vivió todavía cinco años más. Recuperó su alegría, hizo amistades. Iba perdiendo su memoria, pero ganaba en el amor y compañía de los que le rodeaban. Y nunca perdió la facultad de hablar y reconocer a su hijo, que nunca la dejó de visitar un solo día y la llegó a amar como nunca pensó que amaría a otro ser humano.
Eso es lo que pienso de la eutanasia”.