Sarcasmos

Guillermo Fárber
12 mayo 2020

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Sobre el placer del poder, el poder del placer.

 

Coronavirus

Algunos conspiranoicos le dicen Covid-1984, aludiendo a la famosa novela distópica de George Orwell y sugiriendo que el bicho es producto de la guerra biológica.

 

Yuan digital

Le mando a Demagog (más catastrofista que yo, aunque no lo creas) una nota sobre el lanzamiento por China de su yuan virtual (dice China que su nueva moneda es una criptomoneda, pero esto no es cierto: su yuan digital no cumple con el requisito básico de una cripto de ser anónima y descentralizada). Demagog me responde:
“1. En una guerra desaparecerá el yuan digital, porque el primer efecto de una guerra EU/China será el colapso de las comunicaciones electrónicas. Eso no le sucedería al Yuan de papel, aunque no sea más que un papel, como lo es el dólar de papel.
2. La característica esencial del mundo de hoy, es que se rehúsa a usar lo único que siempre ha sido, y siempre será dinero: el oro.
3. El oro no se usa como dinero en el mundo de hoy, porque la religión predominante es la aceptación de que los gobiernos deben asegurar a sus poblaciones una vida de prosperidad libre de preocupación. Se acepta esta ‘religión materialista’ a pesar de que su realización es totalmente imposible. El oro como dinero, es un estorbo para la religión materialista que predomina.
4. La religión cristiana prometía una felicidad eterna para los que cumplían con sus mandamientos. Pero el premio no era en este mundo, sino en el que viene. Esta religión ha entrado en ocaso, suplantada por el ‘Welfare State’.
5. Viene una Tercera Guerra Mundial, que dejará al mundo entero en ruina total. Sólo entonces podrá el mundo, en desesperación y desilusión, retomar el oro como dinero. Quien no logre aportar algo de valor al mundo, para recibir oro en pago, se morirá de hambre, o será el esclavo de quien posea oro.”

 

Masones

Tanto mi abuelo paterno Juan Rodolfo como su padre Juan Cristóbal fueron masones activos. Tenemos todavía el documento original de ingreso de Juan Cristóbal (nacido en Frankfurt en 1842 como Johann Christopher, llegado a México en 1868) firmado en 1893 por el gran maestro de la logia, Porfirio Díaz Mori. Sí, el legendario dictador. Es fama que mi bisabuelo fue muy amiguero: tenía su oficina a tres cuadras de su casa, y a veces se tardaba horas en ir de un lado a otro a punta de echar palique (conversación sobre temas poco importantes) con quien se topara, sin importar pelo ni color ni edad ni oficio ni nivel educativo. Mi bisabuelo fue un hombre, inmensamente popular, malhablado en un español que nunca aprendió a pronunciar bien (como su amigo y coterráneo Isaac Koppeliovich, Papá Polón, el primer Coppel de la estirpe que según el Tony Haas no es una familia sino una explosión demográfica), don Juan Cristóbal fue brevemente un funcionario municipal menor. Se dice que el entierro de mi bisabuelo en 1899 fue el más concurrido en la historia del puerto hasta ese momento. Hay que hacer constar que mi abuela Amelia (gran espíritu en un cuerpo menudito y sufrido, una de las personas más íntegras y resilientes de que yo tenga noticia), casada con Juan Rodolfo, siempre se opuso a esos devaneos ideológicos masónicos pues era una católica ferviente.

 

Sistema financiero

El verdadero problema del colapso en curso no es el bichito coronado, sino el sistema financiero. Más concretamente, el monto salvaje de la deuda impagable del “dinero” fíat que agobia a este pobre planeta. Se estima que los llamados instrumentos derivados (simples apuestas que Warren Buffet llamó “Armas Financieras de Destrucción Masiva”) suman hoy unos 4 cuatrillones de dólares. ¿Sabes cuánto te tardarías en contar un cuatrillón de dólares de a un dólar por segundo? 32. ¿32 qué? ¿Años, siglos, milenios? No: 32 millones de años. Multiplícalo por 4: 128 millones de años.