Sangre, sudor y lágrimas

17 abril 2020

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Manuel Clouthier

@ClouthierManuel

 

El pasado 5 de abril, el Presidente AMLO presentó un programa emergente para reactivar la economía frente a la crisis económica que ha desatado la pandemia del Covid-19.
Al respecto es necesario hacer varias consideraciones. Primero, México ya venía mal en su desempeño económico. El PIB en 2019 tuvo una variación anual de -0.4 por ciento, es decir prácticamente la economía se estancó en el primer año de gobierno de López Obrador. La inversión privada cayó 5.49 por ciento en el tercer trimestre de 2019, mientras la inversión del sector publico cayó 11.1 por ciento. Ambos acumulando cuatro trimestres consecutivos a la baja.

La inversión productiva es el motor de la economía, por lo que debe reactivarse esta para regresar al menos al 2 por ciento de crecimiento del PIB que tuvimos en promedio los últimos 30 años.

La inversión total, pública y privada, como porcentaje del PIB, llegó a ser del 22.5 por ciento en el tercer trimestre del 2018, y para finales de 2019 había caído a 20.2 por ciento, cuando la meta debería ser superar el 24 por ciento del PIB que tuvimos en 2008.

El gobierno de López Obrador no ha sabido, o no ha querido, generar confianza al sector productivo para que invierta en nuestro País.

La segunda consideración es la que señaló Simón Levy-Dabbah, el joven doctor en Derecho que fue Subsecretario de Turismo en el naciente gobierno de la 4T: “el Presidente López Obrador no ha dimensionado la magnitud de la crisis económica con el motivo de la pandemia Covid-19”, señaló el joven empresario financiero.

Efectivamente, si el diagnóstico del Presidente es incorrecto, sus planteamientos de solución serán incorrectos. Los más optimistas señalan que el PIB caerá este año -4 por ciento, mientras que los más pesimistas dicen que será de -11 por ciento. La realidad es que la contracción económica en 2020 no será menor de la que tuvimos en 2009 que fue de -5.3 por ciento.
Es decir, la caída de la economía de este año será brutal, con la correspondiente pérdida de empleos formales, incrementando dramáticamente el desempleo y subempleo.

También creo que la crisis económica generará una crisis de liquidez que pondrá a los negocios contra las cuerdas, y que a su vez generará una reducción de la recaudación del gobierno porque las empresas en su escaso flujo van a privilegiar su nómina y su operación dejando al final de la fila de pagos al gobierno.

Lo injusto de las crisis es que a nadie le alcanza, y todos tienen razón. Tiene razón el Gobierno cuando dice que no le alcanza, pero también tiene razón el empresario o el trabajador cuando reclaman que no les alcanza.

La triste realidad es que se perderán muchos empleos en esta crisis y muchos negocios no aguantarán y tendrán que cerrar. Lo que no se vale es que el Presidente López quiera polarizar más a la sociedad señalando a los empresarios como los malos de la película de terror que estamos viviendo.

Y esto último nos lleva a la tercera consideración. El Presidente ha prometido que se crearán 2 millones de empleos en nueve meses, cuando en la historia del País lo más que se han creado son 800 mil empleos formales en el año 2018. También ha señalado que la crisis económica será transitoria y que saldremos rápidamente de ella. Eso también es falso, ya que la recuperación de esta crisis será muy lenta por que se ha perdido la confianza en el Gobierno por parte de la Iniciativa Privada.

También el Presidente se ha dedicado a satanizar al sector empresarial sin entender cuál es el verdadero rol de éste en la economía del País. La inversión total en 2019 fue de 20.2 por ciento del PIB, de lo cual la inversión pública solo fue del 13.86 por ciento, mientras la inversión privada fue del 86.14 por ciento. ¿Cómo se le ocurre decir que va reactivar la economía con solo inversión pública?

Basta de demagogia, basta de polarizar al País, basta de vivir fuera de la realidad y de creer que tiene el monopolio de la verdad. Los mexicanos merecemos respeto y que se nos hable con la verdad. Por qué salir de esta crisis económica nos va costar, “sangre, sudor y lágrimas”.