Sanación
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frheroles@prodigy.net.mx
Estamos fracturados porque la corrupción se volvió ostentosa, impúdica, cínica. Pero también por nuevas agresiones desde el poder. Sin embargo, hay sanación en el horizonte. La reconstrucción de los referentes éticos está hoy -como en otras ocasiones- en la sociedad.
Fracturados sí, porque los partidos perdieron altura de miras, dignidad con sus rebatingas y mezquindades. De ahí el “todos son iguales”. Hoy Morena ya también se ahoga en ese pantano. Fracturados porque la campaña del 2018 hizo escarnio, era lógico, de esas heridas, la corrupción, la impunidad sin límite y se lanzaron a una cabalgata de división muy exitosa. Así nació la que hoy ya se mira como una alternativa falsa. Triunfaron por mucho y en la soberbia perdieron el rumbo. Desde el poder fracturan.
Envalentonado el nuevo “líder moral” se lanzó contra los ricos, así en abstracto, contra las burocracias, sin distinciones, contra los científicos, y así a diario, fuetazos al animal del odio, “fifís”, “zopilotes” para la prensa, contra las gaseras violando contratos, contra los institutos nacionales, contra los programas sociales sin miramientos, contra el Estado Mayor Presidencial ignorando méritos y experiencia, contra los símbolos, aunque esas comedias -el avión- trajeran pérdidas. Contra los órganos reguladores, ¿autonomía, para qué? Centralizar el poder es la consigna. Pero cada desplante de furia provoca reacciones.
Contra la Corte y sus ministros buscando debilitarlos, contra el INE para doblegarlo, contra los medios porque no le agradan, contra las calificadoras sin saber bien a bien lo que son.
Pero el de por sí herido cuerpo nacional hoy reacciona ante las múltiples afrentas infligidas en muy poco tiempo. Es cuestión de supervivencia. Falso que el poder lo atemperaría, falso que la exageración fuera sólo parte de la campaña, falso que caminaría a la templanza. El galope destructivo sigue imparable ahora contra los suyos, su partido, su Gabinete.
Los muchos ofendidos se organizan, médicos, científicos, universitarios, clases medias, empresarios de todo tipo, comunicadores. Es a ese país de por sí maltratado y herido, al que le cae la pandemia y él sale de nuevo a pelear contra la ciencia y los datos, a sacar escapularios. Cómo será de torcida su lectura que en lugar de aplaudir al cuerpo médico que a diario se expone, como ocurre en muchos países, en México -por el veneno circulante- ha habido agresiones a los profesionales de la salud. Increíble. Ante la pandemia debía conciliar, pero eso supone reconocer que el aparato de salud creado en el pasado tiene grandes méritos y capacidades. Supone buscar la concordia. No puede con ello. La tónica es culpar al pasado de todo, ahora sin Seguro Popular, con un tambaleante INSABI y peleado con el sector, debe enfrentar al Covid-19. De nuevo a buscar culpables, a pelear con los laboratorios y con la OPEP en el peor momento.
Frente al colapso económico hay un protocolo de emergencia: aumentar gasto social y deuda, diferir pagos e impuestos, adelantar los adeudos gubernamentales, dar incentivos al sector privado, a las PyMEs y, sobre todo, cuidar al empleo. Los empresarios se lo han dicho muchas veces. Pero el pendenciero no puede controlarse. A alguien deben culpar por la brutal pérdida de empleos. Ya preparan el escenario, los empresarios serán los culpables. No entiende que sin ellos no hay salida. Oportunidades para conciliar las tiene todos los días, pero no las usa, al contrario, esparce más veneno. La reacción social crece.
Las fracturas tienen cura, pero no saldrá de Palacio. Debemos atendernos a nosotros mismos. Es hora de sanación, de concordia que la sociedad exige. La sensatez aparece: cubre-bocas, apoyo al sector médico, solidaridad entre empresarios, alivio a las deudas bancarias. El profesional de las fracturas y sus huestes se quedan solos, se toparon con la salud mental de muchos. Se acabó el mesías. La sociedad está al frente. A sanar.