¿Salimos del ranking?
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Hace unos años en la ciudad de Colima, unos supuestos clientes interesados en comprar una camioneta propiedad de un juez, lo asesinaron junto a su esposa a las puertas de su domicilio, pero hace unas semanas un estudiante universitario pieza clave en un conocido equipo escolar de futbol americano, así como un prestigiado médico oncólogo y un joven de 16 años fueron asesinados a balazos en hechos distintos en la misma ciudad, la que hoy es considerada la más peligrosa del mundo, según el ranking mundial de las 50 ciudades más violentas del mundo. En 2022, 601 asesinatos, casi 182 homicidios por cada 100 mil habitantes.
En la cruenta lista le siguen: Zamora en Michoacán con 552 homicidios y una tasa de 177.7, Ciudad Obregón en Sonora con 454 y 138.2, Zacatecas 490 y tasa de 134.6, Tijuana con 2 mil 177 y ejecuciones promedio de 105.1 por cada 100 mil habitantes en la ciudad fronteriza. México tiene la deshonrosa marca de 9 de las 10 ciudades más violentas de la orbe, lo que claramente indica que la estrategia nacional de seguridad no puede ser un tema de festejo por ningún lado.
Pero los análisis duros sirven para poder desmenuzar las cifras y no dejarnos ir con los fatalismos a los que naturalmente nos llaman las cifras generales. Los datos, en su análisis objetivo, sirven para analizar fenómenos concretos del comportamiento delictivo por tipo de delito y por en zonas o regiones de prevalencia. No es el mismo tipo de delincuencia la que afecta al Estado de México que a la Ciudad de México, y menos a Veracruz, Oaxaca, Nuevo León o Guanajuato. Tampoco es lo mismo el comportamiento delictivo en Sinaloa, en comparación con sus propios municipios, ni respecto a la misma entidad en la medición de años anteriores.
El homicidio en Sinaloa viene a la baja desde hace varios años y eso no es una opinión del autor de esta columna, es un dato duro que se sustenta en la estadística proporcionada por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública y la Fiscalía del Estado de Sinaloa. En concreto, de enero a diciembre de 2021 en relación a enero a diciembre de 2022 se cometieron 21 por ciento menos homicidios y 50 por ciento menos feminicidios, según datos de Secretariado Ejecutivo, datos corroborados con la Fiscalía Estatal.
Esta tendencia a la baja fue propia de los últimos años, el medio de comunicación Noroeste muestra una interesante gráfica en su portal digital en donde se ve el comportamiento anual del delito de homicidio doloso y la curva decreciente desde el 2018. Y es justo este delito el que permitió salir de tan deshonroso ranking a la capital sinaloense de la lista de las 50 ciudades más violentas del mundo, en donde, aunque usted no lo crea, aparecen dos urbes norteamericanas: Nueva Orleáns en el lugar número 8 y Baltimore en el 17.
Por supuesto que es una satisfacción ciudadana saber que en las calles de la capital del estado se están asesinando menos personas. Pero la autoridad no puede por ello poner las campanas al vuelo, aún hay temas en los que se debe trabajar de manera consistente, como se ha hecho en esos delitos en donde los resultados son contundentes y se despeja toda duda de resultados “chiripa”. Para tener resultados en materia de seguridad, solo la estrategia y la constancia pueden explicarlos.
El robo a comercio, el robo a casa, la violencia familiar y sobre todo el homicidio culposo (muerte por accidentes viales en autos o motocicletas) son delitos que van en aumento y todos ellos se requiere la colaboración directa de las policías municipales para su contención. Urge la intervención decidida de esos cuerpos policiacos de los que poco se sabe y poco se escucha.
Las policías municipales no están en mando del Jefe del Estado, ni del Gobernador, ni de la Fiscal General del Estado. Su control está en las y los presidentes municipales, su coordinación es fundamental para la prevención del delito, que es según los expertos, la forma más efectiva de reducir los índices de criminalidad bajo una premisa elemental; “el delito que menos impacto social tiene, es el delito que no se comete”. Luego le seguimos.