Sabiduría de la vida
Hace casi una semana, el 11 de julio, falleció a los 94 años el escritor checo Milan Kundera, quien se convirtió en un afamado novelista, dramaturgo, cuentista, ensayista y poeta. Exiliado de su país por el régimen comunista, encontró en Francia, en 1979, su segunda patria e, incluso, pasó mucho tiempo para que sus libros pudieran traducirse al checo. Sempiterno candidato al Premio Nobel de Literatura, que le coqueteó en muchas nominaciones, pero jamás lo alcanzó.
Su vasta obra comenzó con la publicación de la novela “La broma”, cuyo protagonista es un joven que fue enviado a trabajos forzados a las minas, después de hacer bromas a costillas de lemas comunistas. Sin embargo, su obra central es “La insoportable levedad del ser”, ambientada en Praga en 1968, donde juguetea con la idea nitzscheana del eterno retorno y en la relación que se establece entre dos jóvenes, Tomás y Teresa, tímida muchacha que hipotecó su vida entera cuando dejó su maleta consignada en la estación del ferrocarril.
No pretendemos hurgar en la prolija obra de Kundera, sino espigar algunas de sus memorables frases en las que resplandece su profunda reflexión filosófica y sabiduría de vida, con su inherente carga de belleza, amor, tragedia, empatía y libertad.
Es cierto que a lo largo de sus novelas pululan innumerables relaciones sexuales y eróticas, sin embargo, con inusitada claridad precisó que no es necesario poseer un cuerpo, sino abrigar un alma: “El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien, sino en el deseo de dormir junto a alguien”.
Al reflexionar sobre la vida, subrayó: “La sabiduría de la vida consiste en eliminar lo que no es esencial”. Además, agregó: “La vida es un boceto que no tiene tiempo para la perfección”.
¿Vivo con sabiduría?