Rupturas educativas
Cada vez que aparece un nuevo marco curricular en el horizonte educativo, se crea una ruptura entre lo que se hace y lo que se pretende hacer. Este año, la implementación de un nuevo plan de estudios, con profundas modificaciones en enfoques y materiales pedagógicos, representa un cambio considerable respecto a lo que el sistema educativo ha vivido hasta la fecha. Pero no es la única grieta que cobrará relevancia en el próximo ciclo escolar.
El fin de la política de evaluación de los aprendizajes que sobrevino a la desaparición del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) es un problema del cual el país aún no se ha recuperado. Bajo el escenario actual, es prácticamente imposible pensar en nuevos instrumentos que permitan dar continuidad a las evaluaciones nacionales a gran escala (EXCALE, ENLACE, PLANEA) que se realizaron durante casi dos décadas. Como país, se ignora si mejoramos o empeoramos educativamente.
Esto es una consecuencia de la decisión de las autoridades oficialistas de ignorar la gran ruptura con la “normalidad” que implicó la pandemia para el sistema educativo. Después de haber visto tres ciclos escolares total o parcialmente impedidos de realizar el proceso educativo de manera presencial, se genera un antes y un después que afecta de manera desproporcional a quienes tuvieron las condiciones más desfavorables para aprender a distancia.
La ceguera institucional de no contar con evidencia sistemática y rigurosa sobre el estado del aprendizaje académico y socioemocional de niñas, niños y jóvenes en México debe llegar a su fin. Para ello, la autoridad educativa nacional debe aclarar cómo se articulará el nuevo marco curricular con el “Modelo de evaluación diagnóstica, formativa e integral” creado por Mejoredu.
Como su nombre lo indica, este modelo se enfoca en el carácter diagnóstico, formativo e integral de las herramientas y recursos pedagógicos que se ofrecen actualmente a las comunidades escolares. Bajo este modelo, se propone que las evaluaciones sean herramientas totalmente integradas a la vida de cada comunidad escolar y su contexto para guiar efectivamente sus procesos de mejora.
A diferencia de las autoridades, se reconoce un hecho fundamental: las escuelas no han permanecido ciegas a la realidad educativa de los estudiantes. Maestras y maestros no se esperaron a la definición de la autoridad para buscar información respecto a cuánto y cómo han aprendido sus alumnos. Pero a través de este modelo se puede contar con la posibilidad de agrupar la información para ofrecer una perspectiva a nivel estatal y nacional.
El primer ejercicio de aplicación de los instrumentos de evaluación formativa diseñados por Mejoredu permitió a Mexicanos Primero Sinaloa producir el Índice Global de Aprendizaje. Proyecto gracias al cual la entidad cuenta con un diagnóstico respecto a las dificultades educativas que enfrentan los estudiantes de tercero de secundaria en los 18 municipios y su relación con el logro académico
El gran problema es que este modelo fue construido sobre un programa de estudio que ya no seguirá implementándose. Y que tiene profundas diferencias con el que se implementará en el nuevo ciclo.
Las rupturas pueden ser oportunidades para la innovación y la mejora. Pero también pueden ser obstáculos si no se manejan correctamente. Las autoridades educativas a cargo de manejar el rumbo del sistema educativo a nivel nacional y local no pueden seguir ignorando la falta de armonía y coherencia entre componentes tan importantes como el currículum y las políticas de evaluación. El derecho a aprender de millones está en juego.
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Gustavo Rojas es director general de Mexicanos Primero Sinaloa
@Mexicanos1oSin
www.mexicanosprimerosinaloa.org