Rosario Ibarra y el Comité Eureka

Rubén Martín
10 noviembre 2019

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Rosario Ibarra de Piedra fue reconocida el pasado 24 de octubre con la medalla Belisario Domínguez, que el Senado de la República entrega a mexicanos distinguidos. El reconocimiento a Rosario Ibarra fue por sus décadas de lucha en la búsqueda de personas desaparecidas en México y contra la represión política y violación a los derechos humanos cometida por el Estado.

La vida de Rosario Ibarra cambió de a partir de 1973 cuando grupos policiacos ilegales perseguían a su hijo Jesús Piedra Ibarra, por pertenecer a la Liga Comunista 23 de Septiembre. Al final, Jesús Piedra fue detenido el 18 de abril de 1975 por la policía política mexicana. En el camino de la búsqueda de su hijo por las cárceles y cuarteles de todo el país, se encontró con decenas de madres, padres, hijos y hermanos de cientos de desaparecidos por los gobiernos de la época.
Luego de años de caminar juntos, el 17 de abril de 1977 estas madres y familias, entre ellas Rosario Ibarra de Piedra, fundaron el Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos, posteriormente renombrado Comité Eureka.
El Comité Eureka y años más adelante el Frente Nacional Contra la Represión (FNCR) se convirtieron en la punta de lanza para la búsqueda de los desaparecidos, la defensa de los presos y exiliados políticos y en la denuncia de los excesos represivos de los gobiernos de Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid y los subsecuentes.
Era una lucha dura y difícil, pues no existían organizaciones profesionales de defensa de derechos humanos (salvo Amnistía Internacional que no tenía oficina en México) y eran tiempos en que el Estado, la clase política y los medios comerciales calificaban a las víctimas de la represión (desapariciones, torturas, ejecuciones extrajudiciales) como delincuentes y trataban la información como asuntos de nota roja.
Fue la tenacidad y la lucha política de las madres y familiares que integraron el comité Eureka en todo el país, quienes lograron que la información sobre sus hijos dejara de ser un asunto de nota roja para convertirlo en un problema político, como lo era.
Gracias a actividades como la huelga de hambre en la Catedral de la Ciudad de México (en agosto de 1978), marchas, plantones y difusión mediante volantes, carteles, folletos y periódicos, el Comité Eureka logró que la sociedad mexicana y mundial se enterara de que el Gobierno mexicano echó a andar una estrategia represiva ilegal para perseguir, detener, encarcelar, torturar y desaparecer a los disidentes políticos y a civiles que incluso no participaban en actividades políticas.
El Comité Eureka logró visibilizar los casos de más de 600 desaparecidos y contribuyó a la liberación y rescate de unos 160 personas que estaban detenidas-desaparecidas.
El Comité Eureka tuvo como antecedente el Comité de Familiares en Defensa de los Presos Políticos formado en Guadalajara por don Luciano Rentería y otras familias cuyos hijos eran perseguidos o estaban encarcelados. Este comité se integró al Comité Eureka donde destacaban la participación de señoras como María Isabel Román quien buscaba a su esposo José Reyes Mayoral Jáuregui, desaparecido por la policía judicial estatal el 23 de agosto de 1977 y la señora María Luisa Gutiérrez, quien buscó a su hijo Jorge Carrasco, desaparecido el 28 de febrero de 1977.
Como señaló Leticia Carrasco, hija de María Luisa Gutiérrez, Rosario Ibarra de Piedra fue la cara más visible de un movimiento de madres y familias que se levantó contra la arbitrariedad y represión desatada por el Estado mexicano hace 40 años. El reconocimiento a Rosario Ibarra debe entenderse como un reconocimiento al Comité Eureka y todas las familias que lo integran y que todavía siguen luchando y exigiendo: ¡Vivos los llevaron, vivos los queremos!
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