Rocha y el turno de Tere y Feliciano
Vueltas de tuerca y golpes de timón
Con la ya tomada decisión de que María Teresa Guerra Ochoa presida la Junta de Coordinación Política de la 65 Legislatura del Congreso del Estado, y la muy alta posibilidad de que Feliciano Castro Meléndrez sea designado Secretario General de Gobierno, es factible visualizar la obra política que caracterizará a la segunda mitad del mandato de Rubén Rocha en Sinaloa, trecho final que es el que define referentes y marca en la historia para bien o para mal a quienes ocupan tan alto cargo. Así, resuelto a bote pronto, se ven venir importantes virajes respecto a estilos y acciones del primer trienio.
El fortalecimiento del pacto social de frente a acontecimientos recientes relacionados con violencia y crimen organizado sería la prioridad de Rocha teniendo a Tere Guerra y Feliciano Castro como operadores. Tal alianza popular debe sustentarse en la corresponsabilidad del acuerdo donde el Gobernador arrope a los sectores social, económico y político, para que éstos a su vez lo acompañen en el cierre de administración y en la planeación estratégica no de aquí a tres años sino a largo plazo, con visión de futuro.
Para algunos, quien preside la Jucopo hasta el 1 de octubre no es el eficiente articulador de consensos y le desestiman lo logrado en la Cámara local en materia de adherir a diputados de otros partidos a la bancada del Movimiento Regeneración Nacional; sacar adelante las iniciativas del Rocha Moya claves para la gobernabilidad; defender en la agenda parlamentaria temas complejos como los juicios de procedencia que llevaron a la destitución de los alcaldes morenistas Jesús Estrada Ferreiro, de Culiacán, y Luis Guillermo Benítez, en Mazatlán; la reforma de la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Sinaloa y la Ley de Revocación de Mandato.
Feliciano Castro, en caso de concretarse su asunción a Secretario de Gobierno, sería la apuesta a los cabildeos, a la mano dura con envoltura de cortesía política, método muy distinto al de Enrique Inzunza Cázarez, que todavía manda en la SGG, y actuó con la Ley en ristre blandiéndola contra todo lo que significó amenaza a la estabilidad sinaloense. Un cambio de táctica que enfríe a quien se va a ocupar un escaño en el Senado de la República y foguee en altos niveles del servicio público al Diputado saliente.
A Tere Guerra le toca la labor de conducir la Gran Comisión y la aplanadora guinda con una Oposición disminuida, pero no insignificante. Si se mantiene firme el resolutivo del Tribunal Electoral de Sinaloa que le quita dos asambleístas al PAN y uno al PRI la ex Secretaria de las Mujeres andará como de día de campo y la única congoja será la de concederles algunas concesiones a los contrarios o jalarlos al redil de la 4T como maniobra para mantener bajo control la estridencia de diputadas y diputados albiazules y tricolores.
Guerra ha estado en muchas trincheras de alta dificultad y de todas ha salido bien librada. Después de realizar durante años la defensoría jurídica de sectores ciudadanos en desventaja legal, resistir en las batallas que libró contra la incrustación parasitaria del cuenismo en la UAS, y abanderar la agenda púrpura que hizo suya en defensa de los derechos de las mujeres, el hecho de presidir la Jucopo le será como piece of cake y hasta le dará tiempo para armar mancomunidades partidistas con miras al no tan lejano 2027.
Es decir, Rocha Moya tiene ante sí un sinuoso camino por recorrer con más fortalezas que debilidades. Con la Presidenta Claudia Sheinbaum dispondrá de mayor posibilidad de obra pública de índole social e infraestructura para el desarrollo; está bien posicionado en el ranking de gobernadores, oscilando entre los primeros tres más reconocidos; cuenta con mayoría constitucional en el Congreso que le permite sentar andamios jurídicos que apuntalen el estado de legalidad, y sus aliados cuatroteístas, los senadores Imelda Castro y Enrique Inzunza, más siete diputados federales, le abrirán cauces en el Congreso de la Unión a la viabilidad sinaloense.
Feliciano y Tere le serán fundamentales para cerrar con saldos a favor aquellos episodios que lo dimensionarán en la evaluación que los ciudadanos hagan del rochismo. Tres en específico: la implementación de la Ley de Educación Superior en condiciones más estables, la operación cicatriz con sectores que se sienten agraviados o relegados por la Cuarta Transformación sinaloense, y la sucesión donde dependerá dentro de tres años si Morena retiene o pierde la Gubernatura, según la obra política que herede Rubén Rocha.
Y en este último punto, el del relevo de 2027, es pertinente agregar a Guerra Ochoa y Castro Meléndrez a las cartas disponibles en el juego de toma de estafeta que pronto se pondrá de moda en el despacho principal del tercer piso de Palacio de Gobierno y el resto del Gabinete. Ya hay muchos en la lista, pero no son todos los que están ni están todos los que son.
A ver cómo traen la mano,
Al momento de golpear la mesa,
En el Gobierno Feliciano,
Y en Congreso María Teresa.
Cuando la nueva Secretaria de Educación Pública y Cultura del Gobierno del Estado, Catalina Esparza Navarrete, expresa que se vienen nuevas cosas para el sistema educativo uno se alegra al creer que presentará una gran estrategia en cuestión de enseñanza en Sinaloa para la segunda mitad del sexenio de Rubén Rocha, pero se refiere al modelo escolar que implementará Claudia Sheinbaum cuando asuma la Presidencia de México. No es mucho pedirle que ella diseñe en lo local el gran planteamiento que deje huella en un tema que domina el Gobernador al haber sido Rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa y presidente de la Comisión de Educación del Senado de la República. Si se quiere, se puede.
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