Retos del General Mérida en Sinaloa
El acoso del narco a mandos militares
A los generales en situación de retiro dejó de significarles una especie de año sabático la designación como secretarios de Seguridad Pública de Sinaloa, pues al contrario reciben la instrucción de hacerle frente a la delincuencia y no volverse amigos, compadres o socios de los capos o lugartenientes del narcotráfico. Esa orden, que es más advertencia que mandamiento, debió recibirla Gerardo Mérida Sánchez de parte del Secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, al enviarlo como sucesor de Cristóbal Castañeda Camarillo.
Quizá la insignia militar dejó de ser garantía de hojas de servicio limpias y transparentes que fue el requisito que el Gobernador Rubén Rocha Moya le puso a quien viniera a hacerse cargo de la SSP, sin embargo, no ha llegado el tiempo de volver a confiar en mandos policiacos civiles cuyo descrédito marcó sus pasos por las corporaciones de seguridad, cerrando ese ciclo nauseabundo el tristemente célebre Jesús Antonio Aguilar Íñiguez cuando uno de sus subalternos, el comandante Pedro Pérez, escoltaba al narcotraficante Rodolfo Carrillo Fuentes al ser asesinado por grupos rivales en la Plaza Cinépolis de Culiacán, el 11 de septiembre de 2004.
Siempre el Cártel de Sinaloa ha buscado mantener el control de las áreas de seguridad pública, así estén a cargo de militares o de policías rasos, paradoja que le da sentido a la desconfianza de la población hacia quienes debieran protegerla. De 2008 a 2011 estuvo al frente de la Policía Ministerial el Coronel Silvio Isidro de Jesús Hernández Soto, más conocido por la vida exquisita que se daba que por las fallidas acciones de contención del crimen. Un año después de que dejó el cargo, la Procuraduría General de Justicia Militar lo detuvo para enjuiciarlo por nexos con el grupo criminal de los hermanos Beltrán Leyva.
O el caso del General Jesús Gutiérrez Rebollo, ex director del Instituto Nacional Para el Combate a las Drogas que luego de llegar con esas credenciales a la Comandancia de la Novena Zona Militar de Culiacán en la década de los 80, terminó siendo detenido en 1997 también por acusaciones de brindar protección al Cártel de los Beltrán Leyva. Había ganado popularidad como el zar antidrogas del gobierno de México y tal prestigio se le derrumbó al probársele complicidad con el crimen organizado.
Mérida Sánchez es un perfil muy experimentado con una larga trayectoria en los campos de administración, mando y Estado Mayor de la Sedena, sin que se le conozca alguna mancha, a no ser el veto político que le aplicó el Gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, a quien también se lo propusieron para Secretario de Seguridad Pública, pero le halló el “defecto” de haberle sido fiel al anterior Mandatario perredista, Silvano Aureoles.
Ello significa que Rubén Rocha Moya podrá tener un Secretario leal, que lo reconozca como mando supremo en lo estatal, y al mismo tiempo la subordinación con el General Sandoval resulte útil para reforzar la coordinación entre el Ejército, Guardia Nacional y policías estatal y municipales de Sinaloa. La sociedad, por su parte, le pondrá encima la lupa cívica en cuanto a la distancia que guarde con el Cártel de Sinaloa que es decisiva, por lo próxima o lo lejana, para mantener en paz al territorio de los once ríos.
Hay que considerar también que el General retirado Gerardo Mérida no viene por un largo período a Sinaloa. Al concluir el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador el primero de octubre de 2024 quien lo releve traerá su propio equipo castrense y decidirá si continúa o no la militarización de la seguridad pública. En caso de decidir que el Ejército esté a cargo de la SSP estatales obviamente que hará los desplazamientos correspondientes.
En resumen, no todo ha sido miel sobre hojuelas en el desempeño de los generales en tareas de seguridad pública en Sinaloa. A los mandatarios tampoco les ha ido tan bien al resultar regañados por los altos mandos militares en privado, aunque en 2005 al entonces Gobernador Jesús Aguilar Padilla lo amonestó en público el General Sergio Aponte Polito, comandante de la Novena Zona Militar, por declarar que eran “normales” los elevados niveles criminales que registraba la entidad.
Y de las cosas que Aponte Polito le dijo a Aguilar Padilla hay algunas que todavía valen al tratarse de militares a cargo de la pacificación del estado. “Un día normal debe ser aquél en que no se presentaran muertos en hechos violentos. Eso sería lo normal, eso nos llenaría de orgullo y satisfacción. Pero para poder evitar esos males debemos, primero, autoanalizarnos y darnos cuenta si lo que estamos realizando está bien. Que no se tome como normal la comisión de los delitos, sobre todo los violentos: asesinatos, secuestros, robo de vehículos, porque sabemos que las autoridades tienen conocimiento de cuáles son las bandas delictivas”, dijo.
De esa normalidad le urge a Sinaloa, General Gerardo Mérida Sánchez. Y si usted la trae será reconocido.
Bienvenido, mi General,
A este Sinaloa indomable,
Y que su perfil no jovial,
Le resulte a usted favorable.
Desde Culiacán para México, todavía ayer era imparable el escándalo que ha desatado en las redes sociales la fiesta por los 17 años de la hija política de José Ramón López Beltrán, con alarde de deslumbramiento para festejada e invitados que debieron salirle muy caros al que los haya pagado en la Casona Centenario de la capital sinaloense. “¿Quién pompó?”, diría el Presidente López Obrador y ese dato clave debe ser esclarecido para evitar que resulte embarrado su hijo, quien debería de cuidar dónde y con quién se mete cuando lo convidan a tan tremendas pachangas.