Reporte 2022 del IPCC: Reiterando lo mismo

Gustavo Sosa Núñez
07 marzo 2022

La humanidad vive tiempos turbulentos. Una pandemia mundial que lleva poco más de dos años, seguida por una guerra naciente marcada por intereses geopolíticos, muestran la urgente necesidad de promover la cooperación entre las naciones para afrontar retos no solo inmediatos, sino también los de largo plazo.

Por una parte, la gestión de la pandemia y el acceso a vacunas a nivel mundial han dejado al descubierto que falta mucho por hacer para entender la interacción de las sociedades del mundo. Restringir movimientos internacionales y acaparar vacunas no es precisamente la mejor opción si se busca visualizar el tema como problemática mundial. A la vez, el incipiente conflicto bélico en Europa Oriental recuerda la relevancia que gobiernos nacionales dan a su entorno geográfico inmediato, sin medir las consecuencias para el planeta en su conjunto.

En esta tesitura se encuentra el combate al cambio climático. Al ser un problema global, las naciones del orbe han buscado delimitar estrategias conjuntas y compromisos individuales tomando en cuenta características propias. La idea ha sido colaborar en conjunto, independientemente de las posibilidades. Sin embargo, el abordaje al cambio climático replica las posturas nacionales ante la pandemia y la invasión a Ucrania. Esto es, los gobiernos velan esencialmente por sus propios intereses y contextos, mirando de reojo al resto del mundo.

Esta perspectiva se replica al observar la manera en la cual se encuentra el combate al cambio climático. Cada país está trabajando según su propia perspectiva y sentido de urgencia, y esas acciones descoordinadas ralentizan, u obstaculizan, la consecución del objetivo central de esta tarea que ya aqueja a la humanidad.

La información recientemente emitida esta semana por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) permite dilucidar la importancia de fomentar la cooperación en la materia. Oportunamente, y como en documentos previos, se reitera el reconocimiento a la interdependencia del clima, los ecosistemas, la biodiversidad y las sociedades humanas. Asimismo, se documentan los impactos observados recientemente, que van en la misma tónica de los reportes previos, advirtiendo de las consecuencias por la inacción o acción ralentizada, y proyectando riesgos a mediano y largo plazos. El primero es estipulado para el 2040, y reafirma la alta posibilidad de afectaciones en los planos ambiental, económico, social y de desarrollo, a menos que se logre mantener el incremento de temperatura en un máximo de 1.5°C. El segundo plazo es del 2040 al 2100, y ofrece un panorama sombrío en el que la magnitud y frecuencia de riesgos asociados al cambio climático serán altos, por lo cual es crucial implementar desde ahora las acciones de mitigación y adaptación necesarias a fin de hacer sociedades resilientes.

La información vertida en el reciente reporte del IPCC permite recordar el curso de acción para la pandemia y, en cierta medida, al conflicto bélico en Europa Oriental: Las naciones y sociedades del mundo muestran tibieza y un compromiso limitado ante contrapartes internacionales, para poder hacer frente a problemas comunes. Los retos seguirán apareciendo e incrementándose, y es necesario fomentar una cooperación internacional activa que permita la atención de los grandes problemas que aquejan a la humanidad.