Relación con el lector
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Mucho se ha hablado y escrito en la última década de la evolución que han tenido (sufrido, padecido o enfrentado) los medios de comunicación.
La tecnología nos ha llevado de la mano, volando, a dimensiones que ni imaginábamos hace 20 años.
Y una de las mayores evoluciones que hemos vivido es nuestra relación con los lectores.
Para ahondar un poco en ello, debemos dejar claro que para Noroeste, y para la mayoría de los medios serios, el lector es lo más importante. A ellos nos debemos, en ellos pensamos todo el tiempo, son nuestros receptores y su lealtad y fidelidad son el bien más preciado para la sobrevivencia de un medio de comunicación.
Pero ¿a qué nos referimos con evolución de nuestra relación con el lector? Sencillo, antes, el periodismo era prácticamente comunicación de una sola vía. El medio comunicaba y el lector recibía.
Esporádicamente recibíamos cartas de los lectores, y de hecho teníamos y tenemos un espacio específico para su publicación. Pero sabíamos y sabemos que de cada mil lectores, tal vez uno se anime, se atreva o tenga el tiempo y la disposición para escribir una carta y enviarla o traerla a la Redacción.
La otra relación que teníamos, y afortunadamente mantenemos, con nuestros lectores son las llamadas telefónicas. Aunque éstas, más que comentarios, eran y siguen siendo sobre todo para reportar algún evento social, pedir cobertura de algún problema ciudadano o presentar alguna queja sobre alguno de nuestros servicios de entrega, de impresión, entre otros.
Eso era antes. Ahora, además de las cartas y las llamadas telefónicas, la vertiginosa carrera en la que los periódicos tuvimos que entrar gracias a la tecnología a disposición de los lectores, ha llevado a que éstos ya no sean sólo destinatarios de la información, sino que se han convertido en un participante activo del proceso informativo.
Y lo hacen de dos maneras principalmente: aportando información para una cobertura (ya sea enviando fotos, videos, textos, señalamientos) que nos sirven para armar una nota (en una especie de reporteros ciudadanos) hasta las aportaciones, reflexiones o críticas a nuestras publicaciones.
Y este flujo de información es diario y constante.
¿Cómo lo hacen? Por diversas vías: correo electrónico, WhatsApp y por supuesto, lo que ha sido el más fuerte detonador que vino a cimbrar todo la relación medios-lectores, las famosas redes sociales.
A través de Facebook, Twitter, Instagram y el propio sitio web, nosotros como medio podemos estar en contacto directo, rápido y de dos vías con los lectores, con los cibernautas.
A toda hora recibimos retroalimentación e incluso, con métricas en nuestras plataformas podemos medir qué leen más nuestros lectores, a qué le dan clic, qué comparten y qué comentan.
Nunca como hoy estamos tan conectados con nuestro público, y esto nos permite estar en permanente alerta de las contribuciones de nuestros lectores, que son y siempre han sido a quienes nos debemos.
Y es que aunque la tecnología nos ha llevado a dimensiones nunca antes vistas para presentar nuestra información, hay algo que no cambia en el periodismo y que sigue siendo nuestro objetivo primordial: Informar, servir y entretener.
La periodista y maestra Alma Guillermoprieto, al hablar sobre el oficio del periodismo lo definió como una actividad que “sirve para ayudar a generar la sociedad humana, para crear ciudadanos, para que en el mismo acto de leernos, una persona se involucre con su comunidad, su región, país, cultura, su mundo... Sirve sobre todo para que al leernos se entusiasme, se indigne, se asombre, se enoje, sienta alegría o admiración y en el acto mismo de esas emociones participe y entienda”.
Por eso, para Noroeste es vital nuestra relación con los lectores.
Así sea una corrección, una aportación o hasta la crítica más ácida, para nosotros es bienvenida, es la conexión más íntima que tenemos con nuestros lectores, y por ellos y para ellos existimos.
Eso sí, si el comentario (muchas veces anónimo) se usa para agredir o insultar a otros lectores o nuestro equipo, cuente con que lo vamos a eliminar.