Reflexiones de la COP27

Gustavo Sosa Núñez
06 diciembre 2022

Recientemente, en el marco de las Naciones Unidas, el mundo se reunió en Sharm el-Sheij, Egipto, para dar seguimiento a los esfuerzos internacionales por trazar un camino común para enfrentar la crisis que se avecina por el cambio climático.

Previamente se acordó que el límite del incremento de la temperatura global fuese de 1.5 grados , y que los gobiernos nacionales delimiten sus contribuciones para alcanzar ese objetivo. También se ha observado la importancia de transitar al uso de energías renovables, y desarrollar medidas de mitigación y adaptación al cambio climático.

Un tema que ha estado pendiente y que estuvo en el centro de la discusión en Egipto, durante la COP27, fue el establecimiento de un fondo para pérdidas y daños para financiar a países vulnerables que han sido afectados por desastres atribuibles al cambio climático. Esto permitió que participantes de las negociaciones en esta COP se regocijaran por dar un paso importante en la dirección correcta, a fin de hacer justicia a esas naciones afectadas. No obstante, habrá que observar el rumbo que tomen las acciones respecto a este fondo, pues existen antecedentes sobre acuerdos para fondos climáticos que aún no se han cumplido, como es el caso de la promesa demorada de aportar $ 100 mil millones de dólares al año en financiamiento climático para países en desarrollo.

En esa misma tesitura, se dejaron pendientes otros rubros cruciales para abordar la problemática del cambio climático. Tal es el caso de la falta de acuerdos para reducir gradualmente el uso de combustibles fósiles (carbón, gas y petróleo), que es una parte toral para poder ralentizar el impacto del cambio climático y dar mayor tiempo para formular e implementar estrategias de adaptación tomando en cuenta particularidades de las distintas naciones del orbe.

La reducción de emisiones de gases de efecto invernadero debe ser prioridad, y las Contribuciones Nacionalmente Determinadas presentadas hasta ahora no contribuyen a lograr la consecución del objetivo de limitar la temperatura global en 1.5°C. Se requiere más compromiso y acciones contundentes para salir avante ante este reto planetario, y la transición a energías renovables es clave para ello, aunque también deben considerarse los impactos que dicha transición tiene y tendrá en términos económicos, políticos, sociales y ambientales. También deberán matizarse los contextos de los distintos países para identificar la mejor manera para llevar cabo esa transición, pero mientras se evada abordar la reducción de la dependencia internacional en los combustibles fósiles, como sucedió en la COP27, no habrá impacto real. Además, hay que tomar en cuenta que implementar sistemas energéticos basados en fuentes renovables lleva tiempo, y eso es precisamente lo que escasea.

Pasan los años y se incrementa el número de conferencias internacionales realizadas, y se sabe con certeza el camino a seguir; modificando patrones de producción y consumo, transitando a energías renovables, ajustando el uso de suelo forestal, y modificando esquemas de transporte, entre otros aspectos. Sin embargo, mientras no haya voluntad real, y no solo discursiva, de quienes ostentan el poder político y económico en el mundo desarrollado, no habrá avances sustanciales.