Realismo económico y renovación moral
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Desde antes de tomar posesión de la Presidencia de la República, el licenciado Miguel de la Madrid Hurtado anunció su desde de manejarse dentro de un verdadero realismo económico. No debería, pues, ser sorpresa para todos que las medidas de carácter económico que se están implementando en su mayoría nos alejan de la economía ficción, de los subsidios y del gasto excesivo.
Lo anterior ha traído como consecuencia que aquellos que se habían acostumbrado a vivir en la ficción o en el paraíso terrenal hoy rasguen sus vestiduras, ataquen este realismo que se pretende y busquen una vez más que el Estado los siga subsidiando, quitándoles impuestos o manteniendo bajos los precios de algunos productos, en forma artificial, lo cual implica que un sector de la población pague lo que consume otro.
Para ejemplificar, tomemos el caso del subsidio al uso del “Metro”, que fue tan defendido en el sexenio pasado, argumentando que éste sí llegaba en forma casi exclusiva a aquellos que lo necesitaban. La verdad es que el boleto del “Metro” se cobró a un peso y se subsidiaron cuatro o cinco en cada pasaje pagado. Yo me pregunto si es justo que un campesino sin trabajo en Chiapas deba ayudar pagando IVA en sus impuestos para que alguien en el DF pueda transportarse.
Otro tema de importancia que el señor licenciado De la Madrid manejó desde su campaña, y hoy reafirma con gran beneplácito de todos los mexicanos, es el referente de la renovación moral. Los mexicanos estamos hartos y asqueados de tanta corruptela, mordida e inmoralidad, y aplaudimos esta acción ciudadana que hoy nuestro régimen inicia.
Pienso que hablar de renovación moral sin hacer realismo económico es un contrasentido. Se es amoral en la administración pública cuando se engaña al pueblo dándole subsidios monstruosos que a la postre tiene que pagar de otras formas (principalmente inflación).
Se falta a la ética cuando el Gobierno gasta mucho más de lo presupuestado (a no ser que por causa de fuerza mayor) aumentando su déficit, que finalmente financia con emisión de billetes nuevos o endeudándonos a todos. Finalmente esto se traduce en devaluación.
Se es injusto con una rama de la economía cuando se le controlan los precios de sus productos terminados, dejando libre los de los insumos. Además, lo anterior provoca que los particulares dejen de hacer esos productos que no son negocio para él. Lo anterior equivale a pedirle a un obrero que trabaje sin recibir salario alguno.
Porque si el realismo económico va contra la moralización de la sociedad, los gobiernos han adoptado el populismo en la economía. Yo pienso que este sofisma, ya aceptado por muchos mexicanos, obedece a que los gobiernos, en su deseo de preservar el poder a como dé lugar, son capaces de hacer las barbaridades más atroces con la economía, sabedores de que el pago de los mismos no es inmediato y el que viene atrás será el que tenga que arrear.
Este es el gran dilema del actual gobierno: una herencia de desaciertos que crearon una economía ficticia que hoy tendrá que arreglarse a un costo muy elevado. Los mexicanos tendremos que ser más sensatos que nunca y comprender que en palabras sencillas la crisis, de la que todo mundo habla, la podríamos reducir a que los empresarios verán reducidas sus utilidades (este es el sueldo de ellos), los obreros tendrán salarios más bajos en números reales y los precios seguirán subiendo hasta que la economía se vuelva a estabilizar. En pocas palabras, el estándar de vida bajará para todos.
Miércoles 2 de febrero de 1982
Durante su trayectoria política y empresarial, Manuel “Maquío” Clouthier escribió numerosos artículos de opinión, que se publicaron en su momento en el diario El Universal, y en los que vertió conceptos y reflexiones que continúan vigentes hoy más que nunca.
Por eso en Noroeste iremos replicando algunos de esos escritos, en un espacio al que hemos titulado Letras de Maquío.