¿Reactivar la educación?

Gustavo Rojas
29 julio 2020

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@Mexicanos1oSin

www.mexicanosprimerosinaloa.org


Si se trata de evaluar lo bueno o lo malo de la reapertura económica, los aspectos benéficos para las familias resaltan de forma muy clara. Con la reactivación de sectores como el turismo, así como pequeñas y medianas empresas, muchas personas pueden volver a trabajar y a generar ingresos necesarios para subsistir. Sin embargo, al reflexionar sobre la posibilidad de reabrir las escuelas, los riesgos son mucho más visibles que los beneficios. ¿Cuáles serían entonces las ventajas de una reactivación de la actividad educativa presencial segura, bien organizada y oportuna? En esta columna ensayamos una breve respuesta a esta interrogante.

El primer beneficio es claro para los expertos, pero quizás poco evidente para las familias. A través de las escuelas, se garantiza uno de los derechos más importantes para el presente y el futuro de niñas, niños y jóvenes. Educarse es actualmente la única vía de acceso a mejores oportunidades para la vida. La educación escolar reduce los índices de trabajo infantil, controla los riesgos de que los estudiantes opten por formas no legales de ganarse la vida y da herramientas clave para ejercer otros derechos, como el de la ciudadanía. Y a pesar de la creciente popularidad de estrategias digitales y virtuales para la enseñanza y el aprendizaje, ninguna estrategia de educación a distancia ha podido generar de manera comparativa este tipo de beneficios.

Segundo, en muchas escuelas se brindan servicios complementarios, como el de alimentación. En muchos casos, es esa la única vía de acceso para una o dos comidas diarias de calidad para niñas, niños y jóvenes. La escuela representa en este sentido la oportunidad de acceder a soluciones para necesidades aún más básicas y fundamentales que las del aprendizaje académico. Esto, es otro aspecto que ningún programa de educación a distancia puede reemplazar.

Tercero, participar de la actividad escolar no sólo como entes pasivos que únicamente van a la escuela a aprender, sino como personas que puedan tomar decisiones relacionadas con el bienestar de toda la comunidad escolar, ofrecerá a los estudiantes la oportunidad de retomar la sensación de control y romper el estado de vulnerabilidad frente a la pandemia. Las escuelas también son lugares de construcción de sentido de comunidad y de bienestar para las personas que participan positivamente en ellas. Nada de esto se logra a través de la pantalla de una computadora o resolviendo de manera individual un cuadernillo o guía de aprendizaje.

Por ahora, sabemos que para reabrir nuestras escuelas debemos esperar a que el semáforo sanitario llegue al color verde en todo el país. Sin embargo, esto no ofrece un horizonte de tiempo concreto. Estar listos para regresar apenas se pueda, requiere prepararse y organizarse para la reapertura desde ya. Partiendo por el primer paso, que es definir cómo se decidirá cuáles escuelas están listas para el desafío de reabrir. Y terminando por gestionar los recursos necesarios para que los planteles puedan implementar las medidas de seguridad y control epidemiológico que muchas empresas ya se encuentran utilizando y que serán fundamentales para que el regreso a las aulas de docentes y estudiantes genere consecuencias positivas como las descritas en esta columna.

El escenario no es sencillo. Por una parte, está la realidad social, sanitaria y económica de la crisis generada por la pandemia. Y por otra, el sistema educativo que ya enfrentaba grandes desafíos desde antes. Debido a grandes recortes presupuestales, 1036 escuelas ligadas al Programa de Escuelas de Tiempo Completo en Sinaloa sólo dispondrán de 54 pesos diarios para financiar su operación durante el siguiente semestre, lo cual afectará entre otros rubros, la posibilidad de esas escuelas de brindar alimentación a sus alumnos. Así también, de acuerdo con datos que obtuvimos mediante solicitudes de acceso a la información dirigidas a la autoridad educativa estatal, Sinaloa sólo cuenta con 267 psicólogos para atender las necesidades socioemocionales de las 5,800 escuelas de educación básica en el estado.

Por esto, creemos que nuestro llamado a conformar mesas de trabajo en favor de la reactivación educativa en Sinaloa debiera escucharse aún con más fuerza.

Esperamos que la voluntad de colaborar para salir adelante de esta emergencia que muchos estamos manifestando, no sea ignorada.