Radio UAS dispara ráfagas de calumnias
De sintonía cultural a frecuencia infame
Evidentemente el Instituto de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas y la Fiscalía General del Estado están rebasadas por la peligrosa escalada de agresiones abierta desde Radio Universidad Autónoma de Sinaloa, por el instigador Wilfrido Ibarra Escobar, a quien respetándole su derecho legítimo de defender a los saqueadores de la casa de estudios, ya no se le puede permitir se instaure como el principal enemigo de la libertad de expresión. Y en tanto el órgano garante de la salvaguarda de la labor de la prensa y la institución ministerial hacen como que no ven ni oyen, la incitación contra reporteros y medios es a la vez la invitación a atacarlos.
En el escenario en que los grupos que pelean por mantener el control de la UAS se atacan violentamente entre sí, la antes gloriosa radio universitaria desfigura y demerita el debate que tendría que ser en fortalecimiento de la esencia y razón de ser del alma máter. Pero no porque, al contrario, la rabia vertida desde el micrófono y que se expande a través de las ondas hertzianas adquiere el efecto búmeran hiriendo finalmente el honor de la Universidad.
Todos los días el vocero de la corrupción agrede de manera ruin y al final de su andanada de insultos acude al sermón de la autoinmolación para trasmutar de victimario a víctima. Se ha quedado solitario en el monólogo donde la descomposición se alaba a sí misma y desde lo ermitaño que es la calumnia sobreexplota como último reducto el ring en que ataca al periodismo que por cierto lo considera rival insignificante.
Tal vez ni siquiera sea el enemigo a vencer en esta lucha por el rescate de la UAS, pero al fustigar sistemáticamente al periodismo crítico podría hallar a quien o quienes estén dispuestos a inmolar a alguno o alguna de los o las periodistas. La irracionalidad ya entró al campus con el supuesto ataque al Director de Comunicación Social, Arnoldo Valle, el 5 de julio, y alcanzó al partido prohijado en los recintos buelnistas con el secuestro y extraño desenlace del hecho que el 13 de abril afectó a Luis Alfonso García Corrales, candidato del PAS a Regidor de Culiacán.
Es posible que la violencia interiorizada en la UAS haya logrado la condición expansiva invocada desde las vocerías de la casa de estudios, para que alcance a quienes disienten con los cabecillas universitarios vinculados a procesos judiciales por delitos cometidos contra la institución de educación superior. Un primer barrunto de ello es el ataque a balazos que recibió el diario digital Adiscusión, el 13 de junio, cuyo director César Millán ha solicitado a la Fiscalía que incluya la línea de investigación con posible participación del funcionario uaseño Arnoldo Valle en la autoría intelectual del atentado.
Esto es lo que preocupa. Hemos insistido en que las incitaciones a atacar a periodistas, repetidas tantas veces hasta que una mentalidad criminal las hace suyas y las concreta, tarde o temprano escalan a la agresión directa y fulminante. Y la congoja se potencia si desde Radio UAS, espacio imaginado en 1971 para la civilidad y divulgación del conocimiento, son disparadas las arremetidas irascibles contra periodistas y tribunas.
El Instituto de Protección y la Fiscalía General del Estado están esperando las denuncia, o quizá a que haya víctimas letales. La función de anticipación que la Ley en la materia le asigna al IPPPDDHyP y el poco interés de la instancia ministerial cuando se trata de agresiones al sector prensa, contribuyen a enrarecer más el de por sí tenso panorama en que se desarrolla el periodismo en Sinaloa.
Imposible proponerle al Rector provisional Robespierre Lizárraga y al Consejo Universitario que ciñan a Radio UAS a los cánones de comunicación que establece el marco legal para las emisoras culturales. Ellos son los que le ordenan a Willy Ibarra convertir la frecuencia azul y oro en cañón apuntando hacia quienes reiteran el llamado a regresarle el gobierno de la casa rosalina a la comunidad universitaria. Que cada día al salir al aire disperse el locutor de la ignominia tanto odio como se necesite para que alguien se anime a jalar el gatillo contra el o la periodista.
Bajo ninguna circunstancia la otrora Radio UAS que en sus orígenes estuvo al lado de la lucha social dándoles voz a los que carecían de ella, debería desempeñar ahora el rol del abogado del diablo que presenta a los indiciados como impolutos aun en medio de cloacas que desbordan en el campus. La historia lo dirá con puntualidad y claridad: hubo quienes por cuidar cotos de beneficio particularísimo pretendieron entregarles la Universidad a sus expoliadores.
Y Wilfrido Ibarra Escobar tendrá un sitial privilegiado en la narrativa de los que propusieron el sacrificio del águila rosalina como presa ofrecida a los protervos.
Ya aburre esta radionovela,
Donde seguirá creyendo el león,
Que al defender él la corruptela,
Todos los demás son de su condición.
La víctima en turno es la periodista Beatriz Aurora Díaz Quiñónez, comunicadora y creadora de contenidos, que en cuanto el fisgoneo de los uaseños inculpados en procesos judiciales la ubicó como una de las asistentes a la marcha que los contras al modelo UAS-PAS-Cuén hicieron en La Ciudad de México, arremetieron contra ella y su familia de la manera más perversa posible. Lo que consiguieron es que la Asociación de Periodistas y Comunicadores Siete de Junio, y el Colegio de Periodistas y Escritores de Sinaloa “José Cayetano Valadés”, arroparan a la hija de Chayito Quiñónez Payán, la insigne luchadora por el respeto a los derechos de los trabajadores universitarios. Ayer acompañé a Aurora Díaz a presentar la correspondiente querella ante el Ministerio Público y antes acudió a denunciar en el Instituto para la Protección de Personas Defensores de Derechos y Periodistas y Secretaría de las Mujeres. Hacemos responsables a los agresores de cualquier afectación a la integridad física y moral de ella y de su familia.