Querido 2025

Claudia Calvin
01 enero 2025

El cambio de año siempre nos invita a reflexionar, imaginar y soñar con un futuro que deseamos mejor. En estos tiempos esto no es sólo un ejercicio de optimismo e ingenuidad, es también un acto de resistencia frente a los tiempos difíciles. Dejo por aquí mi carta al 2025.

Te escribo esta carta para decirte lo que te deseo y deseo para nosotras y nosotros.

Te deseo un mundo donde la violencia ya no sea el lenguaje de los poderosos y tampoco el que se enseña a las niñas y los niños y con el que se comunican las personas.

Que las mujeres afganas encuentren un camino para recuperar su voz y sus derechos y que los talibanes entiendan que su tiempo ya pasó.

Que en Irán, las mujeres puedan bailar, cantar, gritar si les da la gana, y vivir sin miedo. Que los gobiernos de Irán y Qatar dejen de apoyar la violencia a través de grupos como Hamás y Hezbolá, entre otros, y que las niñas y niños palestinos puedan crecer en paz y conozcan la esperanza. Qué Hamás deje el poder y deje de abusar de su propio pueblo.

Que el antisemitismo, en todas sus formas, se extinga. Basta de prejuicios, discursos de odio y ataques. Absolutamente nadie merece vivir en temor por su identidad, historia o creencias.

Que la justicia deje de estar al servicio de la política y de las ideologías.

Que la violencia contra los animales termine, en todas sus formas y manifestaciones. Que se les reconozca como seres sintientes, con derechos propios y que los humanos dejen de tratarlos como objetos.

Que en México se prohíban de una vez por todas las corridas de toros, una “tradición” que perpetúa el sufrimiento, y que en España la tauromaquia” quede en el museo de las atrocidades.

Que el mundo abandone los experimentos y pruebas con animales, buscando alternativas éticas y sostenibles.

Que la crisis climática sea enfrentada con valentía y urgencia, y que los países, las empresas y cada persona que vive aquí se comprometa por un planeta más sano y justo.

Que los 11 feminicidios diarios en México sean cosa del pasado y que ni una sola mujer más pierda la vida a causa de la violencia feminicida y machista y por el simple hecho de ser mujer.

Que el hecho de que una de cada tres mujeres en el mundo haya vivido violencia se convierta en un recuerdo y que tres de cada tres puedan caminar en paz por las calles, libres de miedo, libres de agresiones.

Que los hombres dejen de identificar su masculinidad con la violencia y el abuso y que entiendan que con la igualdad todas y todos ganamos.

Que a Donald Trump le caiga el veinte de que el odio no construye y que la sensatez toque su puerta.

Que la presidenta de México, Claudia Sheinbum, entienda que la polarización solo deja heridas y que el país necesita unión, no división. Que las personas de su partido entiendan que la política es una rueda de la fortuna y que el poder absoluto no se puede ejercer a perpetuidad.

Que los líderes autoritarios comprendan que, cuando acaban con la libertad, están cavando su propia tumba.

Que la democracia sea más que un sistema: que sea un espacio real de justicia, igualdad, la inclusión y participación.

Que los líderes “machines” del mundo dejen de amenazar con bombas atómicas y misiles, y entiendan que no están jugando a la guerra, sino matando a millones de personas.

Que las y los narcisistas dejen de tener credibilidad y que la sociedad los vea por lo que son: sociópatas sin empatía que buscan alimentar su frágil ego a costa del bienestar e integridad de las demás personas.

Que el diálogo sincero y la escucha activa sean más valiosos que los likes y los emojis, y que la conexión real prevalezca sobre la superficialidad y lejanía de las pantallas.

Que las fake news pierdan su poder de moldear realidades y que las personas recuperen la capacidad de pensar críticamente, cuestionar, investigar y buscar la verdad antes de aceptar cualquier cosa como cierta.

Que los libros y la lectura se conviertan en tendencia, en una moda que no pase y que el conocimiento, la imaginación y las ideas encuentren un lugar central en nuestras vidas.

Que el diálogo se haga costumbre, en lugar de los silencios cómplices y las acusaciones infundadas.

Finalmente, querido 2025, deseo que seas un año donde recordemos que lo que nos une es mucho más grande que lo que nos separa. Que aprendamos a tender puentes, a escuchar y a construir juntos. En fin, que rescatemos nuestra propia humanidad.

Este no es solo un deseo, querido 2025, es también un recordatorio de que los cambios no vienen solos. Son nuestras acciones, nuestras palabras y nuestras decisiones las que te moldearán.

Por eso, hoy más que nunca, te deseamos lo mejor, pero también te prometemos lo mejor de nosotras y nosotros para vivir como queremos vivir y ser tratadas.

-

Internacionalista y politóloga, fundadora de Mujeres Construyendo

www.mujeresconstruyendo.com @LaClau

Animal Politico / @Pajaropolitico