Puntos clave del reinicio educativo en Sinaloa
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Aunque hay un famoso dicho según el cual las segundas partes nunca son buenas, por segunda ocasión la pandemia obliga al cierre de las escuelas en México y Sinaloa. Con ello, se apostará otra vez por la generación de aprendizaje a distancia. Aunque a diferencia de la experiencia anterior, ahora toca abrir un ciclo y no cerrarlo. Esta diferencia no es menor. Por supuesto, los aprendizajes de la primera etapa nos servirán. Pero para esta segunda ocasión se tendrá que dar un seguimiento muy detallado y minucioso para asegurarnos de que en Sinaloa se garantice efectivamente el derecho a aprender bajo esta modalidad. Y esto no será nada sencillo.
El primer y principal aspecto al que deberemos poner especial atención en esta fase inicial será qué tan bien estamos combatiendo una de las consecuencias educativas negativas más advertidas por especialistas: el aumento en las tasas de abandono escolar. Actualmente, el abandono escolar es una problemática real en nuestro estado, sobre todo en los bachilleratos. De acuerdo con los últimos datos disponibles de Inegi, para el año 2018-2019 la tasa de abandono escolar para media superior fue de 11.5, muy por encima de las marcas de abandono en primaria con 0.8 y secundaria con 4.9.
¿Por qué razón un sistema educativo pierde su capacidad de retener a todas y todos sus estudiantes? Las ausencias temporales prolongadas o definitivas de alumnos se caracterizan por presencia y combinación de diversas problemáticas tales como marginación económica de las familias, crisis socioemocionales que les impiden enfocarse en el aprendizaje y la frustración académica por no alcanzar niveles satisfactorios de aprendizaje. Con la pandemia, todos estos factores se agudizan y se sienten con más fuerza.
¿Cómo podemos saber si realmente lo estamos haciendo bien? No bastará sólo con informar a nivel general respecto a la comparación entre porcentajes de matrícula de este año con los del anterior. Hacerlo sería un error y causaría omisiones importantes. Según ha mencionado en distintas oportunidades en medios de comunicación el secretario Juan Alfonso Mejía, el ciclo anterior no se logró establecer contacto con cerca del 6 por ciento de estudiantes durante la jornada nacional de sana distancia. Sobran razones para argumentar por qué este grupo específico de niñas, niños y jóvenes se encuentra en un mayor riesgo de no regresar a las escuelas. Debemos saber qué acciones se están implementando para que vuelvan a las escuelas, aunque sea a distancia y en qué grado esto se está realmente logrando.
Otras variables importantes en la lucha contra el abandono serán dar seguimiento a la migración de escuelas privadas a las escuelas públicas, situación que se dará principalmente ante el cierre de algunas escuelas privadas y también debido al cambio en la condición económica de las familias, impedidas de continuar pagos de colegiaturas. Y por supuesto, generar y gestionar información específica respecto a la asistencia y participación de niñas y niños en las actividades educativas, muy atentos a cómo, sobre todo en las comunidades y contextos de mayor marginación se privilegia siempre el apoyo y acompañamiento más completo e integral.
El segundo punto de atención que tendremos será asegurarnos de que los profesores realmente estén contando con oportunidades y posibilidades reales de ser protagonistas durante esta etapa de educación a distancia. ¿Qué significa esto? Que estén siendo ellos los encargados de tomar decisiones de valor pedagógico. Por ejemplo, determinando cuáles son los mejores mecanismos para que sus estudiantes puedan trabajar y aprender en casa considerando las características específicas de sus familias y la comunidad en la que viven. Esto, por supuesto, implica no sólo darles el espacio, sino la formación continua y el acompañamiento. Actualmente, estamos reuniendo y analizando información, para determinar si la formación recibida por los docentes durante las jornadas de Consejo Técnico Escolar previas al reinicio de clases, efectivamente van en esa dirección. Y también, estaremos monitoreando si realmente la estructura administrativa y de apoyos técnicos de la SEPYC se pone al servicio de maestras y maestros propiciando oportunidades de formación continua y trabajo colaborativo que les ayuden a responder a los desafíos de educar por vía remota, basándose en un currículum priorizado, monitoreando el bienestar emocional de sus alumnos y alentando la participación de las familias.
Y el tercer punto central será corroborar si las acciones de los docentes, la escuela y la estructura burocrática de la educación pública efectivamente se están reflejando en el nivel de participación de parte de las familias. Este apoyo resultará fundamental, pues si algo es diferente durante este escenario de educación a distancia es que el rol y la vinculación de padres, madres y tutores, ya no sólo es un aspecto “deseable” sino que un requisito indispensable para que los estudiantes realmente puedan sentarse en las condiciones adecuadas a trabajar para aprender. Por lo mismo, estaremos monitoreando cuál es el grado de participación de las familias, considerando que en este nuevo periodo ya muchos padres y madres habrán tenido que salir a trabajar para llevar a sus hogares el sustento económico necesario. Y también, qué necesidades de apoyo están presentando para acompañar a sus hijas e hijos de mejor manera.
En estos tiempos de crisis, seguimos convencidos de que la incertidumbre respecto al futuro de la pandemia no puede ser incertidumbre respecto al derecho a aprender. Manejar esta crisis no es tarea sencilla para ningún gobierno en el mundo, por lo tanto, mantenemos nuestra apertura de ser siempre una organización disponible para colaborar y trabajar en equipo para resolver las interrogantes y paradojas de este complejo escenario. Invitamos a la sociedad a ser parte activa de contar con una estrategia de reactivación educativa a distancia cada vez mejor. Nuestras distintas vías de comunicación están abiertas para que puedan informarnos de cualquier situación en la que consideren puede existir un problema que afecte el derecho a aprender de niñas, niñas y jóvenes. Si nos dan la oportunidad, los podemos acompañar investigando y formulando propuestas concretas para que las autoridades ajusten sus decisiones y acciones en favor de las comunidades educativas que tanto lo necesitan.